Mario es un joven que desde pequeño se formó en colegios católicos con una familia como la de cualquiera de nosotros. A la edad de 14 años, Mario se desvincula de la parroquia y empieza a vivir una vida libertina que le hace tomar ciertos hábitos poco recomendables, con adicciones a las drogas y relaciones que no le hacían no ver más allá de ese mundo artificial que se había creado.
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