domingo, 31 de agosto de 2025
sábado, 30 de agosto de 2025
Eucaristía de San Emeterio y San Celedonio . DIócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño ( 31 de Agosto a las 12:30 h.)
viernes, 29 de agosto de 2025
Lectio Divina: 30 de agosto de 2025
¿Qué he hecho con los talentos que Dios me ha dado?
1.- Oración Introductoria.
Señor, en esta hermosa parábola de los talentos, quiero agradecerte los dones y cualidades que me has dado. Ni más ni menos. Toda mi vida es un bonito regalo que Tú me has hecho y la vida vale mucho más que los trabajos que haga en ella. No quiero que aparezca en mi cuaderno de vida el verbo “enterrar” sino el “fructificar”. Sólo se puede enterrar lo que ya está muerto, y sería un gran pecado enterrarse en vida.
2.- Lectura sosegada del evangelio. Mateo 25, 14-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente, el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio, el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado. Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegándose también el de los dos talentos dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado. Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegándose también el que había recibido un talento dijo: Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo. Mas su señor le respondió: Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y a ese siervo inútil, echadles a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión
Lo primero que salta a la vista es un Dios que reparte bienes a todos. Dios es pura generosidad, puro derroche. Lo suyo es dar y no cansarse de dar. Hablando al modo humano, diríamos que Dios se realiza “dando”. Pero no da a todos igual sino según la capacidad de cada uno. Con lo que Dios nos ha dado a cada uno podemos realizarnos, podemos triunfar en la vida, sin pensar que al otro le ha dado más. Si te compras unos zapatos y calzas el 41 no pides el número 44 porque te cuesta lo mismo. Con el 44, se te saldrá el zapato del pie y no podrás caminar. Al que le ha dado dos talentos no le exige, a la vuelta, 5 sino sólo dos. Lo importante es estar contentos con lo que Dios nos ha dado a cada uno sin tener envidia de nadie. Al que no alaba, sino que lo rechaza es al que “ha enterrado el talento” y no ha negociado. Y aquí está el pecado de omisión al que le damos tan poca importancia. El no hacer el bien es un gran mal. El bien que no hayamos hecho se quedará sin hacer. “El tiempo perdido, las horas vacías rodarán vacías por toda la eternidad sin que nadie, ni Dios, pueda llenarlas de sentido”. (José Luis Martín Descalzo”
Palabra del Papa.
“En este pasaje pareciera descubrir un Dios severo, un Dios ambicioso que sólo se preocupa por su dinero y por la eficacia de sus empleados. Pero necesito no quedarme en lo superficial de tu Evangelio sino poder ir a lo profundo, a la enseñanza que me quieres dejar. Algo en lo que podría fijar mi mirada es que no dejas a ningún obrero sin talento. A todos les das algo con lo cual puedan fructificar. A uno le das diez, a otro cinco, a otro uno. Y a mí, ¿cuántos me has dado? … Dame la gracia de descubrir cuáles son esos talentos y ayúdame a no compararme con aquellos que puedan tener más o mejores talentos que los míos. Tú has repartido los talentos de acuerdo a la capacidad de cada uno… «Ante las necesidades del prójimo, estamos llamados a privarnos —de algo indispensable, no sólo de lo superfluo; estamos llamados a dar el tiempo necesario, no sólo el que nos sobra; estamos llamados a dar enseguida sin reservas algún talento nuestro, no después de haberlo utilizado para nuestros objetivos personales o de grupo.» (S.S. Francisco, Angelus, 8 de noviembre de 2015).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Silencio)
5.- Propósito. Trabajar hoy con gusto sin perder un minuto sabiendo que así le agrado a Dios.
6.- Dios me ha hablado hoy a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, estoy feliz y contento con los dones y cualidades que me has dado. Quiero trabajar con ellos sin perder el tiempo. Y mi recompensa no quiero que sea otra que la de saber que Tú estás contento conmigo. No quiero defraudarte, quiero llegar hasta la línea que Tú me has marcado. Mi mejor recompensa eres Tú, Señor.
jueves, 28 de agosto de 2025
EVANGELIO DEL DÍA: 29 de agosto de 2025
Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel
1.- Introducción
Señor, el tema de oración de este día me sobrecoge. Juan Bautista es en labios de Jesús; “el mayor entre los nacidos de mujer”. Su sentido de la misión, su humildad, su coraje para defender la verdad incluso ante el rey, han convertido a Juan en el precursor del Señor, en el mejor representante, el más parecido a Jesús. Te pido que sepa contagiarme de estos valores.
2.- Lectura sosegada del evangelio: Marcos 6, 17-29
En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Felipe, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano. Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. En muchos asuntos seguía su parecer y lo escuchaba con gusto. La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven: Pídeme lo que quieras, que te lo doy. Y le juró: Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino. Ella salió a preguntarle a su madre: ¿qué le pido? La madre le contestó: La cabeza de Juan el Bautista. Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista. El rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso desairarla. Enseguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión
Trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven. Me impresiona este relato. Nunca esa joven había visto la muerte tan de cerca, Y nunca había pensado que una fiesta podía acabar así. Todo un símbolo para la juventud de hoy. Encima de esa bandeja se podrían poner miles de cabezas de jóvenes cortadas por la espada de las drogas, o a consecuencia de un accidente en carretera. En esa bandeja del bautista hay mucha sangre, mucho sufrimiento, mucho dolor. En el corazón de esa madre, con nombre Herodías, había mucho odio, mucha rabia, mucho deseo de venganza. Por eso, en vez de afligirse, se alegra de esa muerte porque ¡Por fin! había logrado “hacer callar” al profeta. ¿De verdad que lo hizo callar? Esa cabeza “hoy” todavía sigue hablando de libertad, de responsabilidad, de testimonio, de valentía y de fidelidad a la misión. Herodías, su hija la bailarina, Herodes… ¡Qué lejos nos caen!… Han pasado a la historia. Pero Juan sigue vivo, sigue actual, nos sigue hablando, y su testimonio nos estimula a ser consecuentes con nuestra misión. Dejó de hablar con su palabra, pero sigue hablando con el testimonio de su vida.
Palabra del Papa.
Una misión requiere valor heroico. Juan era tu precursor. Su misión marcó su vida desde antes de nacer. Además, murió proclamando la Verdad, preparando el camino para que llegara tu Reino, Jesús. Anunciar tu nombre no es fácil. A muchos les costó la fama; otros eran expulsados de la sinagoga; a Juan su valentía le costó la cárcel, y poco después la cabeza. Su audacia, sin embargo, no cayó en vano: Tú mismo, Señor, lo reconociste ante todos como el más grande de los profetas. ¡Qué contraste tan grande hacen Herodes y Juan! Uno, decidido y sin ningún miedo; el otro, víctima de la imagen, temeroso de perder la reputación, incapaz de abandonar el pecado…. Ser fiel a Ti, Dios mío, es ante todo un don. Sabes que ser profeta ante el mundo sobrepasa mi capacidad humana. Por eso hoy te pido la gracia de ser fiel. Cueste lo que cueste, quiero que puedas contar conmigo y que haya alguien que anuncie tu Nombre ante los demás. Por eso, Señor, hazme valiente, hazme perseverante. ¡Que tu fuerza sostenga mi misión en la extensión de tu Reino! (Homilía de S.S. Francisco, 12 de abril de 2016, en Santa Marta).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Silencio)
5.-Propósito: Hoy cumpliré con todos mis compromisos.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, al terminar mi oración, quiero pedirte que se me quede un poquito de la valentía, libertad y coherencia de Juan Bautista. Su vida, ciertamente no era “una caña agitada por el viento”, sino un árbol bien plantado, con profundas raíces. Ayúdame, Señor, a vivir con coherencia.
El día en que San Agustín cambió para siempre
Reflexión sobre el Evangelio dominical. 31 de agosto de 2025
Las lecturas tienen un acentuado sabor a humildad. Ser humildes es ser realistas. Es saber que somos obra de Dios y le necesitamos.
Tercera lectura: Lucas 14, 1. 7-14 (Dichoso tú porque no pueden pagarte)
Jesús, resume el nuevo modo de pagar. Piensa en los pobres que no pueden pagarte, tu gesto no quedará sin recompensa, Dios te pagará con creces. No hay que tener prisa en recuperar el producto del amor y la bondad.
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“Todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido”
Jesús es un maestro, contador de parábolas. Siempre deja al oyente la posibilidad de situarse dentro de ellas, y de sentirse directamente interpelado. Hay una palabra que no aparece pero que está en el trasfondo de esta historia, dándole color: la inmensa gratuidad de Dios. ¿Cómo somos nosotros de gratuitos? Detrás de nuestras acciones y palabras ¿no buscamos la mayoría de las veces, algún interés, alguna ganancia, aunque sea emocional?…Nuestra tendencia, aún en las buenas obras, es buscar los puestos “que lucen”. Jesús nos enseña a valorar lugares más escondidos, e irrelevantes, que nos sitúan codo a codo junto a los demás, al lado de los que menos tienen, pueden y saben. Un banquete generoso nos está ofrecido a todos y es gratuito. Sólo hay una condición: El Anfitrión no quiere que quede fuera ninguna de sus criaturas más pequeñas.
Lucas (14,1.7-14):
En sábado, Jesús entró en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola: “Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro, y te diga: “Cédele el puesto a este”. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba”. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido”. Y dijo al que lo había invitado: “Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».
1.- La “perla fina del evangelio”. En este nuestro mundo egoísta y mercantilista, todo tiene un precio. Vamos a los tiendas a comprar y todo lleva su etiqueta. Y si no la tiene, preguntamos: Y esto ¿cuánto vale? Y si algo no tiene precio “se desprecia”. Y no caemos en la cuenta de que las cosas más bellas y necesarias de la vida se nos dan gratis. No pagamos el agua de la lluvia, ni el sol que nos alumbra, ni el aire que respiramos. ¿Y el amor? ¿Dónde lo podemos comprar cuando se nos ha ido? Dios todo esto nos lo da ¡gratis! Pero hace falta descubrirlo. Dios no tiene precio porque no lo podemos comprar con nada. Y es la verdadera riqueza de la vida. ¡Se da gratis! Es puro don, puro regalo. Si alguien alcanza a descubrirlo, ha encontrado la fuente de su felicidad. Y lo mismo que Dios es feliz “dándose” el hombre no puede ser feliz de otra manera. Sólo aquel que se siente, se sabe, se experimenta un “regalo de Dios” está capacitado para hacer de su vida un regalo para los demás. Y esto, ¿a cambio de qué? A cambio de nada. El amor no exige paga. Le basta con existir para estar pagado.
2.- Las bienaventuranzas olvidadas del evangelio. Después de las ocho bienaventuranzas clásicas, San Mateo añade una que se nos ha olvidado: “Bienaventurados cuando os insulten, os calumnien y os persigan por mi causa” (Mt. 5, 11). ¿Por qué? Porque esta actitud no es propia de este mundo, ni de las personas de este mundo. Es propia del Hijo de Dios. Si a pesar de todo la tengo, es que el mismo Jesús vive en mí y obra a través de mí. Otra bienaventuranza olvidada es la del evangelio de hoy:” Bienaventurados aquellos que invitan a los que no les pueden pagar” Entonces, ¿se quedan sin paga? Su paga es el Señor. ¿Puede haber mayor alegría? San Gregorio el Nacianceno, decía: “Dios ha hecho al hombre “cantor de su irradiación”. ¿Puede haber mayor alegría que irradiar a Dios, es decir, irradiar paz, alegría, gozo, ilusión? Ser irradiación de Dios, manifestación de Dios, revelación de Dios, ¿Puede haber gozo mayor? De esta alegría íntima, profunda, exquisita, nos habla el evangelio de hoy. ¡Y lo teníamos tan olvidado!
3.- Un camino equivocado. Nosotros, con esa mirada tan corta, tan miope y tan mezquina, creemos que el verdadero camino para la felicidad está en “tener” “acumular” “dominar” “ser importantes”…y si damos algo es para que nos lo agradezcan. El evangelio de hoy nos pone en pista para que descubramos otro camino diferente. Es el camino que eligió Jesús: el camino del servicio gratuito a los pobres, a los que no te pueden pagar: “pobres, lisiados, cojos, ciegos”. ¿Es cierto que no te pueden pagar? Por supuesto que no te pueden pagar en euros, pero te pagan en algo que vale más que el dinero: su cariño y su fe.
Mensaje de los obispos de Acción Caritativa y Social para el Día de oración por el cuidado de la creación 2025
Semillas de paz y esperanza en la casa común es el título que encabeza el mensaje de los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social para el Día mundial de oración por el cuidado de la creación 2025, que la Iglesia celebra el 1 de septiembre.
«Semillas de paz y esperanza en la casa común»
El lema de la Jornada mundial de oración por el cuidado de la creación 2025 es: “Semillas de paz y esperanza”, relacionado con el tema de “Paz con la Creación”, elegido por el papa Francisco para el Año Jubilar y el décimo aniversario de la encíclica Laudato Si’. Este lema se inspira en Isaías 32,14-18, donde el profeta muestra la relación entre la justicia y la paz, destacando su dependencia mutua y su origen en Dios.
En el contexto de Isaías, la justicia y la paz no son solo ideales de fe, sino también principios prácticos para el bienestar de la sociedad. La verdadera paz es el resultado de la justicia y el derecho, que reflejan la acción de Dios más allá de los esfuerzos humanos. La justicia no es solo una norma legal o moral, sino un valor fundamental que conduce a la paz. Cuando la humanidad defiende la justicia, se crea un entorno donde la paz puede florecer. Esto se refleja en las experiencias de tranquilidad y confianza que resultan de la práctica cotidiana de la justicia.
En el Antiguo Testamento, la paz implicaba, además de la salud individual, la armonía dentro de la comunidad como bendición de Dios. Esta paz permite el crecimiento libre y sin obstáculos del ser humano en todos sus aspectos. En el Nuevo Testamento, el concepto de paz se amplía e incluye la salud plena que el Mesías da de parte de Dios. En la paz, el ser humano, alma y cuerpo, está bien y sano (Rom 8, 6; 2 Pe 3, 14; 1 Tes 5, 23; Heb 13, 20s.). La paz cristiana ya está presente como don, pues es esencial en el reino de Dios (Rom 14, 17; 1 Cor 7,15; 2 Tim 2, 22; Ef 4, 3; Sant 3,18). Sin embargo, se nos da la tarea constante de buscarla (1 Pe 3, 11). Es una búsqueda de paz y bienestar en tensión, a lo largo de la historia, junto con toda la creación (Rom 8, 16-22; Col 1, 15-20).
Por eso, el tema de “Paz con la Creación”, que nos dejó Francisco, nos invita a reflexionar sobre la importancia de la justicia entre los seres humanos y la armonía con la naturaleza, reconociendo que el bienestar humano está intrínsecamente ligado al bienestar de nuestro planeta, la casa común.
Una paz rota: la crisis moral y ecológica
La visión de paz y armonía contrasta con la realidad actual. Hoy en día, la paz está amenazada por el armamentismo, los conflictos regionales y la falta de respeto a la naturaleza. Esto genera inestabilidad e inseguridad, alejándonos de la paz que Cristo nos dio (Jn 14, 27). El papa san Juan Pablo II ya señalaba en 1990 que, debido al deterioro ambiental, la humanidad no puede seguir usando los recursos de la tierra como antes (1).
La raíz de esta crisis no es solo técnica o política; es una crisis moral profunda. El papa Benedicto XVI reafirmó que las crisis actuales, ya sean económicas, alimentarias, ambientales o sociales, están relacionadas y son, en esencia, crisis morales (2). El papa Francisco, por ejemplo, nos advirtió que culpar al aumento de la población, en lugar de al consumismo extremo de algunos, es una forma de evitar enfrentar los problemas (3). El estilo de vida hedonista y consumista de muchas sociedades ignora los daños que causa. Esto refleja una crisis moral profunda: cuando se pierde el sentido de la dignidad humana y el valor de las criaturas, aumenta el desinterés por los demás y por la tierra (4).
La Sagrada Escritura nos enseña que, en el origen de todo, hay un designio de amor y verdad, fundamentado en la Palabra creadora de Dios. En el Génesis, Dios confió la creación al hombre y a la mujer para que la cuidaran con sabiduría y amor. Sin embargo, el pecado de desobediencia destruyó la armonía original. Este pecado no solo afecta el corazón humano, sino también las estructuras de la sociedad, especialmente a los más desfavorecidos (5). Esta ruptura no solo alienó al ser humano, sino que también provocó una rebelión de la tierra contra la humanidad. Como dice el profeta Oseas (4, 3): “Si el hombre no está en paz con Dios, la tierra tampoco está en paz” (6).
La deuda ecológica: una cuestión de justicia restaurativa
Una manifestación clara de esta armonía rota es la “deuda ecológica”. Este concepto nos obliga a reconocer que los países más industrializados han sido responsables de la mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero, la contaminación y la pérdida de biodiversidad. Han construido su prosperidad explotando los recursos naturales de los países en desarrollo. El papa Francisco afirmó que “hay una verdadera ‘deuda ecológica’, particularmente entre el Norte y el Sur, relacionada con desequilibrios comerciales y el uso desproporcionado de los recursos naturales” (7).
Esta deuda ecológica está ligada a la deuda financiera, siendo “dos caras de la misma moneda que hipotecan el futuro” (8). Los países con mucha deuda deben sacrificar inversiones en educación, salud, infraestructura y resiliencia climática para pagar a sus acreedores. En África, la situación es especialmente grave: la mayoría de la población vive en países que gastan más en pagar la deuda externa que en salud o educación (9). Esta es una gran injusticia: las poblaciones que menos han contribuido a la crisis climática son las que sufren las peores consecuencias y los mayores costos de una crisis que no han causado (10).
La responsabilidad de esta situación es compartida. Involucra tanto a gobiernos deudores como acreedores que prestaron en condiciones de riesgo, pero también a las instituciones financieras internacionales cuyas políticas han perpetuado estas crisis. El sistema financiero global no solo refleja las desigualdades globales, sino que las amplifica, funcionando de manera ineficiente, injusta y extractiva (11).
El Jubileo: una llamada a la condonación y a la esperanza
El Año Jubilar nos ofrece la oportunidad de responder a esta injusticia. La tradición jubilar bíblica, con su llamada a la remisión de las deudas, nos invita a un nuevo comienzo. Por ello, el papa Francisco ha pedido a las naciones más ricas que condonen las deudas de los países que nunca podrán pagarlas, no por simple magnanimidad, sino como “una cuestión de justicia” (12). Es una forma de reconocer el crédito ecológico que los países en desarrollo tienen en relación con los países industrializados.
La Iglesia pide la condonación de la deuda no como un acto de generosidad, sino como un acto de justicia, basado en la conciencia de los desequilibrios económicos y las desigualdades sociales. Esto requiere una reforma profunda de la arquitectura financiera internacional, con ayudas en lugar de préstamos y al servicio de las personas, especialmente de las más vulnerables. Es tiempo de construir puentes de integración, trabajando por una justicia ecológica, social y ambiental entre los países ricos y los empobrecidos.
Sembrar la paz, camino de conversión
El profeta Isaías nos asegura que “la obra de la justicia será la paz” (32, 17). Para que la justicia habite en el vergel y el desierto florezca, proponemos un camino de conversión integral hacia la paz. La primera semilla de paz es poner fin a la violencia y la guerra. El mundo está sumido en la tragedia de la guerra, y el grito de auxilio de tantas poblaciones debe impulsar a los líderes a poner fin a los conflictos. Es un sueño que las armas callen y dejen de causar destrucción y muerte. Francisco nos urgió a que “no falte el compromiso de la diplomacia por construir espacios de negociación orientados a una paz duradera” (13). León XIV, en el día de su elección, proclamó desde el balcón de la Basílica de San Pedro: “Esta es la paz de Cristo resucitado, una paz desarmada y desarmante, humilde y perseverante, que proviene de Dios […] que nos ama a todos incondicionalmente” (14). No olvidemos que cualquier guerra a escala mundial causaría daños socioambientales incalculables, y que incluso las guerras locales dañan la tierra, destruyen cosechas y envenenan las aguas, todo ello con terribles consecuencias para las poblaciones humanas, como tristemente la historia nos recuerda.
La segunda semilla de paz consiste en adoptar una nueva solidaridad y cambiar los estilos de vida. Para construir la paz es necesario renovar y reforzar la alianza entre el ser humano y el medio ambiente, reflejando el amor creador de Dios (15). Esto exige una “profunda renovación cultural” (16) y la adopción de nuevos estilos de vida basados en la sobriedad y la solidaridad. La austeridad, la templanza, la autodisciplina y el espíritu de sacrificio deben guiar nuestra vida diaria. Esta solidaridad debe ser tanto entre generaciones actuales, especialmente entre países ricos y empobrecidos, como entre generaciones futuras, ya que no podemos dejarles los costos del uso de los bienes de la tierra.
La tercera semilla de paz es restaurar la confianza y caminar juntos. El Jubileo debe ayudarnos a recuperar la confianza en las relaciones interpersonales e internacionales. El concepto de “sinodalidad” nos recuerda que somos un pueblo en camino. Como dice el papa León, “la tierra descansará, la justicia se afirmará, los pobres se alegrarán y la paz volverá si dejamos de movernos como predadores y comenzamos a hacerlo como peregrinos” (17). Se trata de armonizar nuestros pasos con los de los demás, reconociendo nuestra interdependencia.
Queridos hermanos, el Año Jubilar es un tiempo para reavivar la esperanza, una esperanza basada en el amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones. Este amor nos impulsa a ser “signos tangibles de esperanza” para nuestros hermanos y hermanas que viven en penuria (18). Como peregrinos de esperanza, estamos llamados a sembrar las semillas de la paz en el terreno fértil de la justicia. Solo así podremos ser signos creíbles de una creación restaurada, una humanidad reconciliada y un pueblo que habita en paz y seguridad. Que la fuerza de Cristo, nuestra paz, reviva esta esperanza y colme nuestro presente, mientras trabajamos y oramos por un futuro donde la paz sea el fruto de la justicia.
+ Obispos de la Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social
– Mons. Abilio Martínez Varea, Obispo electo de Ciudad Real
– Mons. Jesús Fernández González, Obispo de Córdoba
– Cardenal Juan José Omella Omella, Arzobispo de Barcelona
– Mons. Vicente Ribas Prats, Obispo de Ibiza
– Mons. Javier Vilanova Pellisa, Obispo Auxiliar de Barcelona
– Mons. Florencio Roselló Avellanas, Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela
– Mons. Vicente Martín Muñoz, Obispo Auxiliar de Madrid
(1) Cf. San Juan Pablo II, Mensaje por la celebración de la XXIII Jornada Mundial de la Paz (1 de enero de 1990), n. 1.
(2) Cf. Benedicto XVI, Mensaje por la celebración de la XLIII Jornada Mundial de la Paz (1 de enero de 2010), n. 5.
(3) Cf. Francisco, Spes non confundit.Bula de convocación del Jubileo ordinario Año 2025 (9 de mayo de 2024).
(4) San Juan Pablo II (1990), o.c., n. 13.
(5) San Juan Pablo II, Carta encíclica Sollicitudo Rei Socialis (30 de diciembre de 1987), nn. 36-37.
(6) San Juan Pablo II (1990), o.c., n. 13.
(7) Francisco, Carta encíclica Laudato Si’ (24 de mayo de 2015), n. 51.
(8) Francisco, Mensaje del Papa pronunciado por el Secretario de Estado en la COP29 (13 de noviembre de 2024).
(9) Cf. Pontificia Academia de las Ciencias Sociales (2025). El reporte del Jubileo. Un plan para abordar las crisis de deuda y desarrollo y construir una economía global sostenible centrada en las personas. Iniciativa propuesta por el papa Francisco.
(10) Cf. Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, Nota temática. Jubileo 2025: condonación de la deuda ecológica (23 de junio de 2025).
(11) Cf. Pontificia Academia de las Ciencias Sociales (2025), o.c.
(12) Francisco (2024), o.c., n. 16.
(13) Ibid, n. 8.
(14) León XIV, Discurso al comienzo de Pontificado (8 de mayo de 2025).
(15) Benedicto XVI (2010), o.c., n. 1
(16) Ibid., n. 5
(17) León XIV, Homilía de la Vigilia de Pentecostés con movimientos, asociaciones y nuevas comunidades, (7 de junio de 2025).
(18) Francisco (2024), o.c., n. 10.
miércoles, 27 de agosto de 2025
Carlo Acutis: un hijo para el cielo . Episodio 3
Lectio Divina: 28 de agosto de 2025
¡Estad en vela!
1.-Oración introductoria.
Señor, a primera vista este evangelio me asusta, me produce respeto, incluso miedo. Pero quiero leerlo con la intención con que Tú hablaste de él. No te va a ti el meter miedo, asustar, intimidar. Todo lo contrario: Nos hablas de tesoros y perlas; de comidas y banquetes; de brisas y no de huracanes; de bodas y no de entierros. Gracias, Señor, porque tu mismo lenguaje me ayuda a vivir.
2.- Lectura reposada del evangelio. Mateo 24, 42-51
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre. ¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si el criado es un canalla y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo hará pedazos, como se merecen los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión
En este evangelio el Señor nos habla de “vigilancia”. ¿Por qué hemos de estar vigilantes? Porque alguien importante va a llegar y debemos estar atentos a recibirlo. Ese personaje importante que va a llegar no es un enemigo, no es un fantasma, es Jesús, mi amigo, mi tesoro, mi vida. Este nos ha enviado a “trabajar en su viña”. La mejor manera de esperarlo es trabajando a gusto, estando contentos y satisfechos con aquello que hacemos, disfrutando de tener un Dueño tan maravilloso que no se limita a pagarnos un jornal sino a darnos la viña por herencia. Por otra parte, No es lo mismo la espera de un soldado, agazapado en su trinchera, esperando con verdadero miedo el ataque del enemigo, que la espera de la esposa de un marinero que lleva ya meses sin volver a casa. En el primer caso, la espera está amenazada por la zozobra y la angustia; en el caso de la esposa la espera se convierte en expectación, nostalgia, júbilo ante el encuentro inminente. “El reino de los cielos es semejante a un rey que celebra las bodas de su hijo” (Mt.22, 2). Tal vez nos dé miedo lo del ladrón en la noche. Oigamos esta bonita interpretación de Dolores Aleixandre: “Lo mismo que un ladrón viene en busca de algo valioso y se las arregla para encontrar el momento más oportuno, también Dios vendrá a buscarnos como quien se apodera de un tesoro, porque eso somos para Él. Y vendrá a buscarnos en el mejor momento”.
Palabra del Papa
“La vigilancia permanente se consigue con la práctica constante de la oración y con el examen de conciencia. La fuerza nos la dan el Espirita Santo, la Eucaristía, la lectura y meditación de la Palabra. El premio consiste en tener paz en el alma, serenidad en nuestra mente y felicidad en el corazón. «Es esa virtud tan difícil de vivir: la esperanza, la más pequeña de las virtudes, pero la más fuerte. Y nuestra esperanza tiene un rostro: el rostro del Señor resucitado, que viene “con gran poder y gloria”, que manifiesta su amor crucificado, transfigurado en la resurrección. El triunfo de Jesús al final de los tiempos, será el triunfo de la Cruz; la demostración de que el sacrificio de uno mismo por amor al prójimo y a imitación de Cristo, es el único poder victorioso y el único punto fijo en medio de la confusión y tragedias del mundo. (S.S. Francisco, Angelus15 de noviembre de 2015).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Silencio)
5.-Propósito. Trabajar hoy con mucha alegría porque trabajo en la viña del Señor.
6.- Dios me hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, hoy quiero acabar mi oración dándote gracias por las cosas tan bonitas que he meditado. Me siento feliz trabajando en tu viña. Con un “patrón así” da gusto trabajar. Espero tu venida última, pero con mucha paz, con alegría, con verdadero anhelo. Me gustaría acabar mi vida como Santa Teresa: Esposo mío, ¡hora era ya de que nos viéramos!
SANTA MÓNICA. 27 DE AGOSTO
Lecturas de la Misa en Lenguaje de Signos: DOMINGO XXII del T.O. (C)
PRIMERA LECTURA
Hazte pequeño y alcanzarás el favor de Dios
Lectura del libro de Sirácida 3, 17-18. 20. 28-29
Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad
y te querrán más que al hombre generoso.
Hazte pequeño en las grandezas humanas,
y alcanzarás el favor de Dios;
porque es grande la misericordia de Dios,
y revela sus secretos a los humildes.
No corras a curar la herida del cínico,
pues no tiene cura,
es brote de mala planta.
El sabio aprecia las sentencias de los sabios,
el oído atento a la sabiduría se alegrará.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial: Salmo 67, 4-5ac. 6-7ab. 10-11 (R.: cf. 11b)
R. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres.
Los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad en su honor;
su nombre es el Señor. R.
Padre de huérfanos,
protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece. R.
Derramaste en tu heredad,
oh Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres. R.
SEGUNDA LECTURA
Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo
Lectura de la carta a los Hebreos 12, 18-19. 22-24a
Hermanos:
Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando.
Vosotros os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la Nueva Alianza, Jesús.
Palabra de Dios.
Aleluya Mt 11, 29ab
Cargad con mi yugo y aprended de mí
—dice el Señor—,
que soy manso y humilde de corazón.
Versículos alternativos para el Aleluya
EVANGELIO
El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido
Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 1. 7-14
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola:
—«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá:
"Cédele el puesto a éste".
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba".
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Y dijo al que lo había invitado:
—«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.
Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos».
Palabra del Señor.