1.-Oración introductoria.
Hoy necesito que envíes tu Espíritu Santo sobre mí para poder comprender esta parábola tan “estremecedora”. Aquí no se habla de cuentas ni medidas. Aquí se pone de manifiesto el “amor loco” de Dios. Ante este derroche, sólo cabe, como la Magdalena, tomar el frasco del más exquisito perfume de amor, y romperlo para darle al Señor todo, absolutamente todo, sin reservarme nada.
2.- Lectura reposada del Evangelio. Lucas 15, 1-3.11-32
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús todos los publicanos y los pecadores para oírle. Y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este acoge a los pecadores y come con ellos. Jesús les dijo esta parábola: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: “Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.” Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. «Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.” Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: “Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.” Pero el padre dijo a sus siervos: “Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado”. Y comenzaron la fiesta. Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: “Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano.” Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: “Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!” Pero él le dijo: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado.”
3.- Qué dice el texto.
Reflexión-Meditación
En esta maravillosa parábola hay cosas que nos llaman poderosamente la atención: 1) La introducción. Mientras que los “publicanos y pecadores” se lo pasan bien, los “los fariseos y escribas”, es decir, aquellos que la gente tenía por buenos, se lo pasa mal. Por eso murmuran. Y Jesús les va a decir: Estáis toda la vida con la Bíblia en las manos y no tenéis ni idea de lo que es Dios. Os lo voy a decir yo ahora. Es parábola-revelación. Si alguien quiere saber quién es Dios debe leer y meditar esta parábola. 2) Es una parábola “provocadora”. Le hubiera bastado a Aquel Padre perdonar al hijo, admirarlo de nuevo en casa y decirle: olvídate de todo: para mí eres el mismo que antes. Pero este Padre está tan lleno de gozo al recibir al hijo que ya daba por perdido que “todo le parece poco”. Le besa, le abraza, no le humilla recordándole lo que ha hecho, y, en el colmo del delirio, le invita a una fiesta y para celebrarlo, mata el “ternero gordo”, el reservado para las grandes ocasiones. Si al acabar esta parábola uno saca la consecuencia de que este Padre es bueno, no ha entendido nada. Esas exageraciones en el trato con el hijo calavera es para que quede claro que Dios es un Padre “exageradamente bueno”, “escandalosamente bueno”. 3) Lo que el texto no dice: ¿Qué pasó después? A nadie se le ocurre pensar que ese hijo, después de conocer el corazón de ese Padre, iba a volver a las andadas de antes. Lo que se deduce es que ese hijo “adoró a ese Padre, se desvivió por ese Padre, se sintió en la dulce necesidad de hacerle feliz mientras viviera. Es más. Después de esa maravillosa experiencia de amor, amó también con todo cariño a su hermano mayor.
Palabra del Papa
La llamada de Jesús nos impulsa a cada uno de nosotros a no detenerse jamás en la superficie de las cosas, sobre todo cuando estamos ante una persona. Estamos llamados a mirar más allá, a centrarnos en el corazón para ver de cuánta generosidad es capaz cada uno. Nadie puede ser excluido de la misericordia de Dios. Todos conocen el camino para acceder a ella y la Iglesia es la casa que acoge a todos y no rechaza a nadie. Sus puertas permanecen abiertas de par en par, para que quienes son tocados por la gracia puedan encontrar la certeza del perdón. Cuanto más grande es el pecado, mayor debe ser el amor que la Iglesia expresa hacia quienes se convierten. ¡Con cuánto amor nos mira Jesús! ¡Con cuánto amor cura nuestro corazón pecador! Jamás se asusta de nuestros pecados.
4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Silencio)
5.- Propósito: Dejarme amar por un Dios que se pasa de bueno, para amar a mis hermanos “sin medida”.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, permíteme que hoy, después de esta parábola, me quede mudo, sin palabras. Y que ese silencio profundo y prolongado sea la única palabra que yo pueda pronunciar. Ante ese amor derrochador, me rindo, me postro de rodillas, y me quedo “estremecido”.
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