Jesús sana a María Magdalena. (Temporada 1- Capítulo 1)
Resumen del capítulo: En este primer capítulo se presenta la sanación de María Magdalena por Jesús, que estaba poseída por varios demonios. La acción comienza cuando María era pequeña y su padre le enseña rezar con este pasaje del profeta Isaías “Así dice el Señor que te creó y que te formó: No temas, porque yo te he redimido, te he llamado por tu nombre. Tú, eres mío” (Is 43,1) y termina, en la escena más icónica de este capítulo, con esta misma frase, en boca de Jesús, para liberarla de los demonios llamándola por su verdadero nombre: María.
Referencias bíblicas: María Magdalena aparece en los cuatro evangelios durante la pasión y muerte de Jesús y, especialmente en los pasajes de la resurrección del Señor. Es más, en el evangelio de San Juan (Jn 20, 1-18) su protagonismo es incluso mayor que en el resto de evangelios y es ella la primera persona que se encuentra con Jesús Resucitado. A pesar de este protagonismo, en ninguno de los evangelios aparece la narración de su sanación, aunque tanto Marcos (Mc 16,9) como Lucas (Lc 8,2) constatan que había sido liberada de varios demonios por Jesús cuando hablan de ella.
Reflexión: Tras ver el capítulo y detenernos en la contemplación de la imagen icónica que lo representa que encabeza este texto, nos centraremos en tres elementos de este episodio que nos pueden ayudar a vivir nuestra fe católica:
- María intenta agarrarse, como último recurso, a la oración de protección que le enseñó su padre. Este gesto nos recuerda la importancia fundamental para la humanidad de la iglesia doméstica, construida en el núcleo familiar, y que nos enseña a rezar y a confiar en el poder de la oración. Así pues, si miras a tu núcleo familiar como hijo/a ¿Quién fue/fueron tus maestros domésticos en tu niñez? ¿Les has dado alguna vez las gracias por ello? Por otro lado, si lo miras como padre/madre ¿Cómo estás construyendo este núcleo familiar? ¿Qué estás enseñando a rezar a tus hijos?
- Jesús va a buscar a María hasta el lugar más oscuro de Cafarnaúm, que es donde ha llegado siguiendo a una paloma cuando pretendía suicidarse. Primero la coge de la mano, pero ella le rechaza y es sólo cuando la llama por su nombre verdadero cuando María cae rendida. Creo que esta manera de acercarse Jesús a María Magdalena nos demuestra, primero, que Dios nos busca e insiste a pesar de nuestro posible rechazo inicial y segundo, que es un encuentro tan personalizado y preparado para nosotros que no hay dos iguales. En este sentido, ¿serías capaz de recordar “esa” primera vez donde Jesús te invitó/te tocó? ¿sabrías verbalizar lo que hizo tan especial ese primer encuentro?
- Jesús da un gran abrazo de Padre a una María Magdalena completamente superada por el poder de Jesús (aunque en este punto, aún no sabe ni su nombre). Este abrazo final de Jesús, absolutamente liberador es un gesto habitual en muchos de los milagros que se muestran en la serie. Este abrazo nos recuerda al que recibimos por parte de la iglesia al ser bautizados como Hijos de Dios o también como el que recibimos directamente del Padre al ser perdonado de nuestros pecados en el sacramento del perdón y que, de alguna manera, nos hace volver a empezar de cero en sintonía con el Señor como le pasa a María en este capítulo. Creo que una de las consecuencias de la pandemia ha sido que huimos de los abrazos al saludarnos a pesar de que su efecto positivo, para nuestro cuerpo y nuestra alma, esta incluso demostrado científicamente. Si le hace bien al cuerpo un buen achuchón de un padre o una madre, un amigo o una amiga o de tu mujer o tu marido, ¿Cómo no le va a hacer efecto a tu alma un buen abrazo de Dios? En este sentido… ¿Hay algún abrazo «humano» que recuerdes con especial cariño? ¿Has experimentado alguna vez esa sensación de abrazo de Dios?¿En qué contexto te ha ocurrido?¿Te gustaría repetirlo?
Conclusión-Oración: Creo que no puede haber mejor manera de acabar esta reflexión que retocando ligeramente las palabras del profeta Isaías que María aprendió de niña y hacerlas nuestras delante del Señor diciendo “No temo Señor, porque TU me has redimido, me has llamado por mi nombre. Yo, quiero ser tuyo, Señor. “
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