En este capítulo 18 de Mateo, llamado capítulo eclesial, el evangelista nos propone las condiciones necesarias para toda comunidad cristiana. Y Jesús nos dice que lo primero para entrar en el reino de los cielos es hacerse niño.
1.- Introducción
Espíritu Santo, dame tu luz en este momento de oración. Con la confianza de un niño ante su papá, a quien considera muy cercano, te pido docilidad para escuchar la Palabra y seguirla, como una oveja sigue a su pastor. Jesús, concédeme el don de buscar, con la sencillez y la nobleza de un niño, el amor.
2.- Lectura reposada del evangelio. Mateo 18, 1-5. 10, 12-14
En cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Quién es el más grande en el Reino de los cielos?” Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: “Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo. ¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde, ¿acaso no deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella, que por las noventa y nueve que no se le perdieron. De igual modo, el Padre Celestial no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños”.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión
En este capítulo 18 de Mateo, llamado capítulo eclesial, el evangelista nos propone las condiciones necesarias para toda comunidad cristiana. Y Jesús nos dice que lo primero para entrar en el reino de los cielos es hacerse niño. ¿Qué cualidades observamos en los niños?
- Mientras es niño vive en una gozosa dependencia del papá. Ser cristiano es disfrutar de tener a un Dios que es mi Abbá, mi papá.
- El niño no tiene pasado. Y, por lo tanto, no tiene prejuicios: todos son sus tatos, sus familiares. Recibe todo lo que le dan: un caramelo, un juguete, y también sabe recibir un beso de un desconocido. El niño se deja querer.
- El niño va descubriendo todo y se deja sorprender. Y ser cristianos es dejarse sorprender por Dios.
- Él tiene un futuro por delante, desea hacer un año más, vive impulsado por una ley, la ley del crecimiento. En nuestra vida espiritual nunca hay que decir: ¡basta! La muerte nos tiene que sorprender ¡vivos!
Palabra autorizada del Papa
Hay una relación entre Dios y nosotros pequeños: Dios, el grande y nosotros pequeños. Dios, cuando debe elegir a las personas, también a su pueblo, siempre elige a los pequeños. Dios elige a su pueblo porque es el más pequeño, tiene menos poder que los otros pueblos. Hay un diálogo entre Dios y la pequeña raza humana. También la Virgen María dijo: “El Señor ha mirado la humillación de su sierva”. El Señor ve el corazón. El Señor elige según sus criterios y elige a los débiles y los humildes, para confundir a los poderosos de la tierra. Y siempre habrá un diálogo entre nuestra pequeñez y la grandeza del Señor (Cf Homilía de S.S. Francisco, 21 de enero de 2014, en Santa Marta).
4.- Qué me dice ahora a mí esta palabra que acabo de meditar. Guardo silencio. Y espero que el Espíritu Santo me diga el significado profundo de este texto para mí.
5.-Propósito Seré delicado con el Señor y evitaré el pecado venial.
6.- Dios me ha hablado hoy a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Gracias, Señor, por mi ángel de la guarda y por la gran esperanza que surge de esta meditación. La cultura admira a la persona que por su propio esfuerzo tiene éxito, y esto es bueno. Pero, como tu hijo, debo tener una visión más amplia: atesorar esa confianza y dependencia a tu gracia, que es la que realmente logrará la trascendencia de mi vida. Además, siempre recordar que hay muchas ovejas sin pastor que no deben quedarse atrás ni perderse, si en mí está el poder ayudarles a volver o encontrar el redil.
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Autor: Raúl Romero
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