viernes, 1 de noviembre de 2019

El Manantial de la Vida. Sábado 2 de Noviembre. Fieles Difuntos

             

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 Oración Introductoria.
Señor, ayer celebramos el día de todos los santos y hoy la liturgia nos invita a celebrar la Misa por nuestros difuntos. Y hay una relación entre un día y otro. De hecho los cristianos llamamos al lugar de los muertos “campo santo”, es decir, un campo sembrado de santos. Haz, Señor, que yo rece hoy por mis difuntos y eleve mi mirada por encima de las tumbas, como hizo Jesús sobre la tumba de Lázaro. No es cuestión de mirar el cadáver sino mirar al cielo donde está nuestro Padre Dios donde Él nos espera para darnos el abrazo definitivo.
Lectura reposada del evangelio: Juan 14:1-4
No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.En la casa de mi Padre muchas moradas hay: de otra manera os lo hubiera dicho: voy, pues, a preparar lugar para vosotros.Y si me fuere, y os aparejare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo: para que donde yo estoy, vosotros también estéis.Y sabéis adónde yo voy; y sabéis el camino.
Meditación del Papa Francisco
Hoy me quiero centrar en la acción que el Espíritu Santo realiza en la guía de la Iglesia y de cada uno de nosotros a la Verdad. Jesús mismo dice a sus discípulos: el Espíritu Santo "les guiará en toda la verdad", siendo él mismo "el Espíritu de la Verdad".
Vivimos en una época en la que se es más bien escéptico con respecto a la verdad. Benedicto XVI ha hablado muchas veces de relativismo, es decir, la tendencia a creer que no hay nada definitivo, y a pensar que la verdad está dada por el consenso general o por lo que nosotros queremos. Surge la pregunta: ¿existe realmente "la" verdad? ¿Qué es "la" verdad? ¿Podemos conocerla? ¿Podemos encontrarla? Aquí me viene a la memoria la pregunta del procurador romano Poncio Pilato cuando Jesús le revela el sentido profundo de su misión: "¿Qué es la verdad?". Pilato no llega a entender que "la" Verdad está frente a él, no es capaz de ver en Jesús el rostro de la verdad, que es el rostro de Dios. Y sin embargo, Jesús es esto: la Verdad, la cual, en la plenitud de los tiempos, "se hizo carne", que vino entre nosotros para que la conociéramos. La verdad no se aferra como una cosa, la verdad se encuentra. No es una posesión, es un encuentro con una Persona.  (S.S. Francisco, catequesis del 15 de mayo de 2013)
Comunicar el amor misericordioso del Señor. ¡Esta es nuestra misión! También a nosotros nos han dado la “lengua” del Evangelio y el “fuego” del Espíritu Santo, porque mientras anunciamos a Cristo resucitado, vivo y presente en medio de nosotros, calentamos el corazón de los pueblos acercándoles a Él, camino, verdad y vida. (Homilía de S.S. Francisco, 24 de mayo de 2015).
Reflexión
Cuando alguien ama a una persona y la ve en problemas, lo primero que le viene a la mente es: "no te preocupes, yo te ayudaré" ¿Cuánta alegría siente el corazón, al escuchar estas palabras? Mucha paz da que el hombre sienta el apoyo de aquel que ama, además porque se nos presenta como una ayuda querida.

Esto es lo mismo que Cristo ha visto en sus discípulos. "No se turbe vuestro corazón", les ha dicho y continúa a decírnoslo cada día. Él es la Paz, la Bondad, la Felicidad. Él nos dará los consuelos necesarios en los momentos de mayores dificultades en nuestra vida.

Cristo quiere que le pidamos la gracia de la paz del alma, de la tranquilidad de la vida, de la sencillez con la que viven los niños, despreocupados de todo, metidos sólo en lo que están haciendo en ese momento. Las dificultades se presentarán, pero si tenemos a Cristo, que es la Paz, será más fácil sobrellevarlas.

Vivamos con la sencillez de quien sabe que todo lo recibe de Aquél a quien ama, y le cuida en todo momento.

Diálogo con Cristo
No soy católico por seguir unos mandamientos o creer en una doctrina, sino por seguir a una persona, que me ama. Jesús, quiero ocupar esa habitación que con tanto amor has preparado para mí. No permitas que sea indiferente a esta maravillosa verdad. Ayúdame a permanecer siempre cerca de Ti, por la frescura y la delicadeza de la vida de gracia, por los momentos de oración y por la fidelidad a las inspiraciones del Espíritu Santo.

Propósito
Ayunar de pesimismo para crecer en la esperanza de que, con Cristo, puedo ser santo.



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