¡Ay de vosotros escribas y fariseos hipócritas!
1.-Oración introductoria.
Señor, hoy el tema de la oración es sugerente. Me enseñas a vivir con limpieza, con transparencia, con sinceridad. Nada te molesta tanto como una vida apoyada en la mentira. Dame tu gracia para vivir sin doblez, para ser lo que soy, para vivir en íntima coherencia entre lo que vivo y lo que hago. Que mi mejor predicación sea la vida misma.
2.- Lectura reposad del evangelio: Mateo 23, 27-32
En aquellos días, dijo Jesús: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: «Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!» Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!
Meditación-reflexión
Aquí el Señor sigue el tema de los fariseos hipócritas. Pero Jesús añade un matiz: el testimonio de los padres para bien o para mal. Normalmente solemos decir que los “hijos no obedecen; los hijos imitan”. Y nunca daremos suficientes gracias a Dios por nuestros padres cristianos, esos que nos dejaron la mejor herencia: el testimonio de sus obras. Y me pregunto: Sin el testimonio de mis padres, ¿sería ahora lo que soy? ¿Sería cristiano, sería sacerdote? Yo aprendí a rezar en las rodillas de mi madre. No recibí la fe de ninguna catequista. Fue mi madre mi mejor catequista. Todos los sicólogos están de acuerdo en afirmar que “nada como la leche materna”. Los laboratorios pueden hacer la misma leche, pero la unión del niño con su madre al mamar no lo puede ofrecer ningún laboratorio del mundo. Lamentablemente hoy día los que enseñan las oraciones a los niños ya no son las mamás sino los catequistas. Y eso se nota. Qué bello el testimonio de San Agustín cuando nos dice: “el dulce nombre de Jesús yo lo aprendí en la leche de mi madre”. Sin la presencia de Santa Mónica, nos hubiéramos privado de uno de los mejores hijos de la Iglesia.
Palabra del Papa
“En este grupo están los cristianos que no dan testimonio. Son cristianos de nombre, cristianos de salón, cristianos de recepciones, pero su vida interior no es cristiana, es mundana. Uno que se dice cristiano y vive como un mundano, aleja a los que piden ayuda a gritos a Jesús. Luego están los rigoristas, a quienes Jesús regaña porque cargan mucho peso sobre los hombros de la gente. Jesús les dedica todo el capítulo 23 de san Mateo. Hipócritas, explotáis a la gente, les dice Jesús. Y en vez de responder al grito que pide salvación alejan a la gente. Y finalmente está el tercer grupo de cristianos, los que ayudan a acercarse a Jesús. El grupo de cristianos que tienen coherencia entre lo que creen y lo que viven, y ayudan a acercarse a Jesús, a la gente que grita, pidiendo salvación, pidiendo la gracia, pidiendo la salud espiritual por su alma”. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 28 de mayo de 2013, en Santa Marta).
4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra ya meditada. (Silencio)
5.- Propósito. No aparentar nunca lo que no soy.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración. Señor, al terminar esta oración, te pido que me quites todas las caretas, las fachadas, las incoherencias, la doblez. Que sea auténtico, que nunca aparente lo que no soy, que sea yo mismo y que todo lo que haga sea reflejo de lo que intento vivir. Dame fuerza para poder cumplir lo que pretendo.
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