“Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel”
1.- Introducción
Señor, el tema de oración de este día me sobrecoge. Juan Bautista es en labios de Jesús “el mayor entre los nacidos de mujer”. Su sentido de la misión, su humildad, su coraje para defender la verdad incluso ante el rey, han convertido a Juan en el precursor del Señor, en el mejor representante, el más parecido a Jesús. Te pido que sepa contagiarme de estos valores.
2.- Lectura sosegada del evangelio: Marcos 6, 17-29
En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Felipe, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano. Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. En muchos asuntos seguía su parecer y lo escuchaba con gusto. La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven: Pídeme lo que quieras, que te lo doy. Y le juró: Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino. Ella salió a preguntarle a su madre: ¿qué le pido? La madre le contestó: La cabeza de Juan el Bautista. Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista. El rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso desairarla. Enseguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión
Trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven.
Me impresiona este relato. Nunca esa joven había visto la muerte tan de cerca, Y nunca había pensado que una fiesta podía acabar así. Todo un símbolo para la juventud de hoy. Encima de esa bandeja se podrían poner miles de cabezas de jóvenes cortadas por la espada de las drogas, o a consecuencia de un accidente en carretera. En esa bandeja del bautista hay mucha sangre, mucho sufrimiento, mucho dolor. En el corazón de esa madre, con nombre Herodías, había mucho odio, mucha rabia, mucho deseo de venganza. Por eso, en vez de afligirse, se alegra de esa muerte porque ¡Por fin! había logrado “hacer callar” al profeta. ¿De verdad que lo hizo callar? Esa cabeza “hoy” todavía sigue hablando de libertad, de responsabilidad, de testimonio, de valentía y de fidelidad a la misión. Herodías, su hija la bailarina, el mismo Herodes. ¡Qué lejos nos caen! Han pasado a la historia. Pero Juan sigue vivo, sigue actual, nos sigue hablando, y su testimonio nos estimula a ser consecuentes con nuestra misión. Dejó de hablar con su palabra, pero sigue hablando con el testimonio de su vida.
Palabra del Papa.
“Una misión requiere valor heroico. Juan era tu precursor. Su misión marcó su vida desde antes de nacer. Además, murió proclamando la Verdad, preparando el camino para que llegara tu Reino, Jesús. Anunciar tu nombre no es fácil. A muchos les costó la fama; otros eran expulsados de la sinagoga; a Juan su valentía le costó la cárcel, y poco después la cabeza. Su audacia, sin embargo, no cayó en vano: Tú mismo, Señor, lo reconociste ante todos como el más grande de los profetas. ¡Qué contraste tan grande hay entre Herodes y Juan! Uno, decidido y sin ningún miedo; el otro, víctima de la imagen, temeroso de perder la reputación, incapaz de abandonar el pecado…. Ser fiel a Ti, Dios mío, es ante todo un don. Sabes que ser profeta ante el mundo sobrepasa mi capacidad humana. Por eso hoy te pido la gracia de ser fiel. Cueste lo que cueste, quiero que puedas contar conmigo y que haya alguien que anuncie tu Nombre ante los demás. Por eso, Señor, hazme valiente, hazme perseverante. ¡Que tu fuerza sostenga mi misión en la extensión de tu Reino! (Homilía de S.S. Francisco, 12 de abril de 2016, en Santa Marta).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Silencio)
5.-Propósito: La memoria de Juan bautista me estimula a ser coherente en este día y en todos los días de mi vida.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, al terminar mi oración, quiero pedirte que se me quede un poquito de la valentía, libertad y coherencia de Juan Bautista. Su vida, ciertamente no era “una caña agitada por el viento”, sino un árbol bien plantado, con profundas raíces. Ayúdame, Señor, a vivir con coherencia.
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