lunes, 30 de septiembre de 2024

Evangelio del martes 1 de octubre de 2024


Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?


1.-Introducción.

Señor, hoy te pido que me des un espíritu grande para que te sepa imitar a Ti y no caiga en la trampa de los hombres que tienen miras cortas, como los samaritanos; y espíritu vengativo, como los apóstoles. ¡Qué sería de nosotros si no estuvieras Tú! Tú eres el que ensanchas nuestra mente estrecha y dilatas nuestro corazón encogido. ¡Gracias, Señor!

2.- Lectura reposada del Evangelio. Lucas 9, 51-56

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma? Pero volviéndose, les reprendió y dijo: No sabéis de qué espíritu sois. Porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos. Y se fueron a otro pueblo.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

La luz brilla en las tinieblas y la grandeza de Jesús en medio de las mezquindades de los hombres. Mezquina la postura de los samaritanos que no quieren recibir a Jesús simplemente porque camina a Jerusalén, la ciudad enemiga. Y rastrera la postura de los discípulos que quieren vengarse y le piden a Jesús que mande fuego del cielo y los arrase a todos. En medio de tanta miseria y mezquindad está la postura magnánima de Jesús que no cambia la ruta de su camino a Jerusalén, aunque sabe que le espera la muerte. Para Jesús, lo que tiene que hacer en la vida es más importante que la vida misma. “El celo le devora”. Y Jesús es devorado por la misión que el Padre le ha encomendado. Grandeza también de Jesús frente a sus discípulos Santiago y Juan. Piden a Jesús fuego del cielo para que arrase la ciudad que no lo ha querido recibir. Jesús les regaña. Les echa en cara lo poco que han aprendido en el tiempo que llevan con Él. Ni tirando piedras se solucionan las cosas, como en el caso de la adúltera, ni con fuego material se evangeliza una ciudad. Hay que cambiar las piedras y convertirlas en perdón. Y hay que cambiar el fuego de la venganza en fuego de amor. Éste fuego de amor es el que pide Jesús al Padre para que el mundo arda de ternura y de misericordia.

Palabra del Papa.

“Jesús acoge, ama, levanta, anima, perdona y da nuevamente la fuerza para caminar, devuelve la vida. Vemos en todo el Evangelio cómo Jesús trae con gestos y palabras la vida de Dios que transforma. Es la experiencia de la mujer que unge los pies del Señor con perfume: se siente comprendida, amada, y responde con un gesto de amor, se deja tocar por la misericordia de Dios y obtiene el perdón, comienza una vida nueva. Dios, el Viviente, es misericordioso” (Jornada “Evangelium Vitae, 16-6-13).

4.- Qué me dice a mí hoy este texto ya meditado. (Guardo silencio)

5.- Propósito. Acordarme durante este día de la grandeza de Jesús para no encerrarme en pensamientos cortos o, peor aún, miserables.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, si me miro a mí mismo, si confío en mis fuerzas, me veo por dentro tan ruin como los samaritanos y tan deleznable como tus discípulos. Por eso quiero levantar mi mirada y mirarte solo a Ti. En Ti encuentro grandeza de alma, amplitud de miras, fuerza ante la dificultad, voluntad insobornable ante tu misión. Sólo contigo mi debilidad se hace fuerte; mi pequeñez se hace grande; y mi miseria se convierte en misericordia.

Orar hoy, un desafío a superar

 


El Jubileo Ordinario del 2025 está ya a la puerta. ¿Cómo prepararse a este evento tan importante para la vida de la Iglesia si no a través de la oración? 

Ahora es el momento de preparar el año 2024, que está dedicado íntegramente a la oración. En efecto, en nuestro tiempo se revela cada vez con más fuerza la necesidad de una verdadera espiritualidad, capaz de responder a las grandes interrogantes que cada día se presentan en nuestra vida, provocadas también por un escenario mundial ciertamente no sereno. La crisis ecológica-económica-social agravada por la reciente pandemia; las guerras, especialmente la de Ucrania, que siembran muerte, destrucción y pobreza; la cultura de la indiferencia y del descarte, tiende a sofocar las aspiraciones de paz y solidaridad y a marginar a Dios de la vida personal y social… Estos fenómenos contribuyen a generar un clima adverso, que impide a tanta gente vivir con alegría y serenidad. Por eso, necesitamos que nuestra oración se eleve con mayor insistencia al Padre, para que escuche la voz de cuantos se dirigen a Él con la confianza de ser atendidos.

El primer apunte sobre la oración se titula Orar hoy, un desafío a superar y recoge el testimonio de algunos grandes maestros de la oración que nos pueden servir de ayuda y ejemplo. Son Teresa de Lisieux, Francisco de Asís y Teresa de Calcuta.

Papa Francisco

1. Sta. Teresa de Lisieux

Santa Teresa de Lisieux (1873-1897) expresó bien el secreto de la fecundidad de la oración que hoy muchos ya no entienden. La oración es la palanca que apoyada en Dios es capaz de mover el mundo. Esa oración inflama con un fuego de amor a los santos. Teresa nos confía una verdad de un valor incalculable: ¡los verdaderos «apóstoles» son los santos! Y, ante todo, ¡son apóstoles porque rezan!

Para tener santos, necesitamos personas de una auténtica oración; y la auténtica oración es la que inflama con un fuego de amor: solo así es posible levantar el mundo y acercarlo al corazón de Dios. Ella había tenido su primera experiencia de la eficacia de la oración cuando, con catorce años, pidió la conversión de un hombre que había sido condenado a muerte por un triple asesinato. Cuando se enteró de la noticia de la condena a muerte de Enrico Pranzini comenzó una oración ferviente, involucrando a su hermana Celina en la misma tarea. Al día siguiente de la ejecución, leyó que el reo cuando estaba a punto de meter su cabeza en el lúgubre agujero, sobrecogido por una inspiración repentina, dio media vuelta, cogió un Crucifijo que le presentaba el sacerdote, ¡y besó por tres veces sus llagas sagradas!

Si creyéramos en la eficacia de la oración, nos pasaríamos mucho tiempo de rodillas. ¡Y el mundo cambiaría de dirección!

El hombre no puede realizarse sin oración, decía David Maria Turoldo (1916-1992): “Yo creo que el hombre no puede realizarse sin el silencio ni la oración. Lo que más falta en este tiempo nuestro, en esta civilización, es el espíritu de oración. Esta sería la verdadera revolución: ¿el mundo no reza? Yo rezo. ¿El mundo no guarda si- lencio? Yo guardo silencio. Y me pongo a la escucha. ¡Sí, es necesario volver a orar! Solo la oración deja espacio a Dios en nuestra vida y en la historia del mundo: y con Dios todo es posible.

 Teresa de Calcuta también decía que sin Dios somos demasiado pobres para poder ayudar a los pobres. Preguntó a un sacerdote joven, cuántas horas rezaba y cuando le contestó, le dijo: «¡No es suficiente! ¡La relación con Jesús es una relación de amor! Y en el amor uno no puede limitarse al deber. Haces bien en celebrar la misa cada día y en rezar el rosario y el breviario: ¡es tu deber! Pero tienes que añadir un poco de tiempo de adoración delante de la Eucaristía, ¡en un tú a tú con Jesús!». Y añadió: ¡sin Dios somos demasiado pobres para poder ayudar a los pobres!».


2. Señor, ¡Enséñanos a orar!

No se puede vivir sin oración. En la Biblia se afirma claramente la necesidad de la oración, ¡de la verdadera oración! De hecho, el mismo Jesús rezaba. Este argumento basta para estar a favor de la oración porque para todo discípulo, el comportamiento de Jesús es una norma absoluta de vida. ¡De hecho, Jesús es el Maestro! Y en él se ve que la oración ha sido literalmente el centro de la vida de Jesús: la oración era su respiración, su horizonte de referencia, la fuente de sus acciones y de sus palabras.

El evangelista Marcos anota: «Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar» (Mc 1,35). Debía de ser un gesto tan habitual de Jesús que se quedó profundamente impreso en la memoria de los apóstoles: estos, después de la Ascensión, no podían acordarse de su Maestro y Señor sin recordar al mismo tiempo su oración.

San Lucas, un escritor capaz casi de pintar los gestos de la vida de Jesús, subraya un aspecto de gran importancia: Jesús, antes de tomar la decisión de llamar a los apóstoles, ¡pasó una noche entera en oración! El evangelista relata este hecho porque es una extraordinaria lección de vida: «En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles» (Lc 6,12-13).

¿No tendría que hacer lo mismo cada discípulo? ¿No debería el discípulo tener sus ojos mirando siempre al Maestro para entender cada latido, cada matiz, cada pos- tura en su vida? ¿Cuánto se ha dirigido nuestra mirada al Señor en el día de hoy? ¿Cuánto inspira su vida la nuestra?

¡No se pueden eludir estas preguntas, si queremos que Jesús sea nuestro Maestro y nosotros seamos sus discípulos!

La oración de Jesús tenía que ser al mismo tiempo transparente y misteriosa: era una santa oración en la que se veía algo hermoso, pero al mismo tiempo seguía siendo un misterio profundo. La petición de los apóstoles fue espontánea: «Jesús, haznos entrar en este hermoso misterio que se ve en tus ojos y en tu rostro. Jesús, ¡enséñanos a orar!».

Los pasos del hombre hacia la oración están marcados por estas frases de la Escritura:

  • «Señor, dame a conocer cuál es la medida de mis años, para que comprenda lo caduco que soy» (Sal 39,5)
  • «¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador!» (Lc 18,13)

Y la respuesta de Dios se ve también en la Escritura

  • Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito» (Jn 3,16)
  • «Padre, les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos» (Jn 17,26)

La oración cristiana desemboca en este océano: ¡en el mismo amor de Dios! No existe oración cristiana si no se crea un contacto entre nuestra pobreza y la riqueza infinita de la caridad de Dios. Pero cuando la oración es verdadera, un río de amor entra en nuestro corazón y nos llenamos del Espíritu Santo: ¡nos llenamos del amor de Dios!


3. San Francisco de Asís

Para Francisco, nacido en 1182 en Asís, fue crucial el encuentro con Jesús crucificado en la iglesia de San Damiano, ocurrido en el otoño del año 1205, cuando tenía 23 años. Fue un encuentro con Jesús que, por primera vez, le habló al corazón y entró en su corazón y lo interpeló personalmente.

En la vida de tantos cristianos, sacerdotes, religiosas y teólogos suele faltar precisamente estos encuentros con Jesús vivo y, entonces, la vida cristiana se reduce a una costumbre aburrida. Dios está lejos y casi es insignificante: falta el clic del entusiasmo y la implicación del corazón y, por tanto, de la vida.

Pero el encuentro decisivo de Francisco con Jesús es preparado por una crisis de seguridades: muy pronto, Francisco comprende que el dinero no es la seguridad sobre la que construir la vida; luego entiende lentamente que la diversión ni el poder ni el éxito ni la gloria mundana son las seguridades sobre las cuales poder construir la vida. Los lugares llamados “de placer”; ¡son lo más miserable y triste que se puede encontrar en el mundo!

Francisco prefería la humildad a los honores y Dios —que ama a los humildes— lo juzgaba digno de los puestos más encumbrados porque el verdadero humilde será enaltecido a una gloria sublime, de la que es arrojado el soberbio. A menudo, nosotros solo hacemos actos aparentes de humildad, pero nuestro corazón sigue habitado por el orgullo.

Para Francisco, la formidable decisión de no adorarse más a sí mismo, prepara el salto hacia los brazos de Dios. Que quede bien claro algo: si el yo está en el centro, Dios siempre se quedará en la periferia. No lo olvidemos. Y cuando Dios está en la periferia, ¡tampoco es posible la fraternidad!

A este respecto podemos concluir: ¿cuál es el mensaje que deja Francisco a todos los cristianos y a todos los hombres? Es sencillo y, al mismo tiempo, formidable: Francisco nos invita a tomarnos en serio el Evangelio, a tomarnos en serio a Jesús, a tomarnos en serio el camino recorrido por Jesús porque el amor asemeja: ¡el amor genera la imitación!

¡San Francisco nos recuerda que el Evangelio se puede vivir! Ahora viene la pregunta: ¿queremos de verdad al Señor? ¿Es el Señor realmente nuestro bien y nuestro sumo bien? No respondamos con precipitación: El problema se encuentra aquí. Que la misericordia de Dios nos conceda dar el salto hacia Dios, hacia el amor de Dios, del mismo modo que hizo Francisco. Ahora nos toca a nosotros.

Nos toca a nosotros dar una respuesta de amor al infinito amor que está ante nosotros, clavado en el terreno de nuestra vida con la Cruz de Jesús crucificado por amor nuestro. La pequeña iglesia de San Damiano está dentro de cada uno de nosotros: allí Jesús nos llama por nuestro nombre y espera nuestra respuesta. Y solo podemos oír la voz de Jesús si oramos, orando de verdad, orando con humildad.


4. Madre Teresa de Calcuta

Un periodista inglés, Malcolm Muggeridge, fue a la India para hacer una película sobre la labor de las Misioneras de la Caridad. Cuando entró en el lugar en el que cuidaban a los moribundos que recogían en la calle se asombró de la fortaleza de las religiosas y preguntó a Madre Teresa: “¿Dónde encuentran la fuerza para amar? ¿Dónde encuentran la fuerza para sonreír… aquí?». Madre Teresa fue extremadamente sincera y desafió al periodista diciéndole: «Venga mañana a las seis de la mañana a la puerta de nuestro pequeño convento. Entenderá dónde encontramos la fuerza para amar y sonreír».

Al día siguiente, puntual como auténtico inglés que era, Malcolm estaba delante de la puerta del pequeño convento. Madre Teresa, también puntual, lo recibió y lo llevó a la paupérrima capilla, sin bancos para sentarse, donde un grupo de hermanas con el sari de las mujeres que no cuentan para nada en la India, estaba recogida en oración y esperaba la celebración de la santa misa. Malcolm Muggeridge participó en silencio y todo le parecía sencillo, humilde e incluso un poco misterioso y aburrido. Se preguntaba: «¿Qué hacen estas religiosas? ¿Con quién hablan? ¿Qué reciben en esa pequeña hostia? ¿Acaso es posible que todo el secreto se encuentre aquí?». Una vez terminada la santa Misa, mientras Madre Teresa estaba yendo con paso rápido hacia sus pobres, dijo al periodista: «¿Ha visto? Todo el secreto está aquí. Es Jesús que nos pone en nuestro corazón su amor y nosotras vamos sencillamente a entregarlo a los pobres que nos encontramos en nuestro camino».

En su discurso ante las Naciones Unidas señaló: «Yo soy solo una pobre monja que reza. Rezando, Jesús me llena el corazón de su amor y yo voy a donárselo a los pobres que encuentro en mi camino». Hizo un momento de silencio, que pareció una eternidad. Luego añadió: «¡Recen también ustedes! Recen y se darán cuenta de los pobres que tienen al lado. Quizá muy cerca de sus casas. Quizá incluso en sus casas existe quien espera su amor. Recen y los ojos se abrirán y el corazón se llenará de amor».

Sigamos su ejemplo: que este año dedicado a la oración despierte en cada uno de nosotros la humildad que nos hace caer de rodillas y que salga del corazón una verdadera oración.

Por una misión compartida – El Video del Papa 10 – Octubre 2024

 


“Somos comunidad”. Esta es una de las palabras que nos dice el Papa en el mes de octubre.

Francisco nos recuerda la importancia de caminar juntos y “corresponsabilizarnos de la misión de la Iglesia”. Remarca también que los sacerdotes no son “los jefes de los laicos, sino sus pastores”, y que “Jesús nos ha llamado a unos y a otros. No a unos por encima de los otros, ni a unos por un lado y a otros por el otro, sino complementándonos. Somos comunidad”.

Por eso, consagrados, laicos, sacerdotes, todos los cristianos debemos “dar testimonio con nuestras vidas”, ofreciendo siempre lo mejor desde lo que sabemos hacer.

Francisco nos resume este mensaje de gran importancia en una breve frase: “somos corresponsables en la misión, participamos y vivimos en la comunión de la Iglesia”

🙏 “Oremos para que la Iglesia siga apoyando por todos los medios un estilo de vida sinodal, bajo el signo de la corresponsabilidad, promoviendo la participación, la comunión y la misión compartida entre sacerdotes, religiosos y laicos”.

Todos los cristianos somos responsables de la misión de la Iglesia. Todos los sacerdotes. Todos.

Los sacerdotes no somos los jefes de los laicos, sino sus pastores. Jesús nos ha llamado a unos y a otros. No a unos por encima de los otros, ni a unos por un lado y a otros por el otro, sino complementándonos. Somos comunidad. Por eso debemos caminar juntos recorriendo el camino de la sinodalidad. Claro, ustedes me pueden preguntar ¿qué puedo hacer yo, conductor de autobús?, ¿yo, campesina?, ¿o yo, pescador? Lo que tenemos que hacer todos: dar testimonio con nuestras vidas. Y corresponsabilizarnos de la misión de la Iglesia. Los laicos, los bautizados, están en la Iglesia en su propia casa, y tienen que cuidarla. Lo mismo que nosotros, los sacerdotes, los consagrados. Cada uno aportando lo que mejor sabe hacer. Somos corresponsables en la misión, participamos y vivimos en la comunión de la Iglesia.
Oremos para que la Iglesia siga apoyando por todos los medios un estilo de vida sinodal, bajo el signo de la corresponsabilidad, promoviendo la participación, la comunión y la misión compartida entre sacerdotes, religiosos y laicos.

Evangelio del lunes 30 de septiembre de 2024


¿Quién será el mayor?

1.- Oración introductoria.

Señor, en este día te suplico que me des “alma de niño”. Que mi único tesoro seas Tú, que no ambicione ni riquezas ni poder, ni gloria de este mundo. Yo sólo quiero ser importante por todo lo que Tú me das; y más importante todavía por lo feliz que vivo totalmente despreocupado de mis cosas, incluso de mí mismo. Como un niño me siento feliz en tus manos y todo lo espero de Ti.

2.- Lectura reposada del evangelio: Lucas 9, 46-50

En aquel tiempo se suscitó una discusión entre ellos sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor». Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros».

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

El ansia de ser el mayor entre los otros, de dominarlos, de disponer de ellos, responde a una inclinación muy fuerte, muy arraigada en el corazón del hombre, también en el de los discípulos. A veces, el ansia de dominar se tiene escondida o se disimula tras una máscara. Los dominadores de los pueblos se hacen llamar «bienhechores» .Por eso hay que estar muy alerta para no dejarse dominar por este mal que puede arruinar a las personas. Hay que desenmascararlo a tiempo. Cuando ha habido un movimiento sísmico y pasan los técnicos para comprobar el estado de las viviendas que han permanecido en pie, lo que les interesa es saber cómo ha quedado dañada la “estructura del edificio”. Si ha hado fuertemente afectada, no cabe remodelación, hay que tirarlo del todo. Según el evangelio, cuando un discípulo suyo, -sea sacerdote, obispo, o Papa- está tocado de este mal y quiere ser “el más grande” para así dominar a los demás, debe desaparecer, porque constituye un grave peligro para todo el edificio de la Iglesia. Y ¿por qué Jesús ha sido tan exigente en este punto? Jesús, el más grande, que fue entregado en manos de los hombres a fin de que dispusieran de él, trastorna todas las normas. Los pequeños vienen a ser los mayores, los humildes se convierten en señores, los dominadores se hacen esclavos. Esta revolución de los corazones tiene lugar en nombre de aquel que, siendo Hijo de Dios, inició aquí en la tierra una escalada de “descenso”. Y no puede tolerar que, entre los suyos, se de una “escalada de ascenso”.

Palabra del Papa.

“Jesús enseña a los apóstoles a ser como niños. Los discípulos peleaban sobre quién era el más grande entre ellos: había una disputa interna… el carrerismo. Estos que son los primeros obispos, tuvieron esta tentación. ‘Eh, yo quiero ser más grande que tú…’. No era un buen ejemplo que los primeros obispos hagan esto, pero era la realidad. Y Jesús les enseñaba la verdadera actitud, la de los niños. La docilidad, la necesidad de consejo, la necesidad de ayuda, porque el niño es precisamente el signo de la necesidad de ayuda, de docilidad para ir adelante… Este es el camino. No quién es más grande. Los que están más cerca de la actitud de un niño están más cerca de la contemplación del Padre”. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 2 de octubre de 2014, en Santa Marta).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Guardo silencio)

5.-Propósito. En este día voy a poner mi mirada en lo pobre, lo pequeño, lo humilde y sencillo que me ocurra en este día.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Gracias, Señor por las enseñanzas de este día. Nunca me había parado a pensar en lo peligroso que es el “virus” de la autocomplacencia, del querer ser más, del querer dominar a los demás. He comprendido muy bien que el verdadero camino para ir al Padre eres Tú; y que el verdadero camino para ir a Ti es “un niño”, un niño que se siente seguro no en sí mismo sino en su papá. El niño sabe que tiene unos pies muy frágiles y se puede caer; pero también sabe que su padre tiene unos brazos muy fuertes que le pueden sostener.

ANIVERSARIO SACERDOTAL

 35º ANIVERSARIO. ORDENACIÓN SACERDOTAL
RAFAEL GIL VICUÑA
30-09-1989


¿Cómo orar con «The Chosen»? (LOS ELEGIDOS)

  EN OCTUBRE EN LA PARROQUIA SAN PÍO  X

Los martes (1º y 3ª de cada mes) a las 17:00



         ¿Cómo orar con «The Chosen»? (LOS ELEGIDOS)


¿De qué va la serie «The Chosen»?

THE CHOSEN es una serie que, por primera vez, cuenta la historia de Jesús de Nazaret en formato serie de varias temporadas (8 como objetivo, de las cuales se han emitido ya 3 temporadas). Está financiada mediante crowdfunding y está dirigida y producida por Dallas Jenkins (@dallas.jenkins). Esta serie cuenta con especial detalle y en un contexto histórico muy trabajado, el ministerio público de Jesús de Nazaret, y, sobre todo, presenta a muchas de las personas que lo conocieron. («The Chosen» = Los elegidos).

La serie no solo ofrece una nueva perspectiva visual a muchos de los pasajes bíblicos que ya conocemos, sino que los dota de una profundidad extra y en algunos casos, con ciertos detalles teológicos, que nos puede permitir sacarla mucho jugo también desde el punto de vista de nuestras oraciones y reflexiones. 

¿Cómo orar con «The Chosen»?

Aprovechando el enfoque de esta serie, no solo vale la pena verla sino también vale la pena rezarla. Como para nosotros «The Chosen» se ha convertido en una referencia recurrente, os queremos ofrecer una selección de reflexiones/catequesis católicas en base a las diferentes escenas/personajes de la serie. Esperamos sinceramente que ver cómo «los elegidos» son tocados y encontrados por Jesús, nos resulte útiles para acercarnos más y más a Él en nuestra vida.

Todas las reflexiones comparten una estructura común:

  • Introducción: para resumir el capítulo de referencia e identificar en qué versículos de la Biblia se basa. 
  • Reflexión: para profundizar en algunos de los elementos y/o escenas más significativos de dicho capítulo y aterrizarlos en tu vida.
  • Oración: Para poner en manos de Dios el fruto de tu oración.

Orando con «The Chosen» Temporada 1:

La primera temporada introduce a los primeros seguidores de Jesús y cómo son sus encuentros. Empieza con los primeros milagros de Jesús cerca de Cafarnaúm y la temporada acaba con el encuentro con la Samaritana en el pozo de Jacob.

Jesús sana a María Magdalena. (Temporada 1- Capítulo 1)

Resumen del capítulo: En este primer capítulo se presenta la sanación de María Magdalena por Jesús, que estaba poseída por varios demonios. La acción comienza cuando María era pequeña y su padre le enseña rezar con este pasaje del profeta Isaías “Así dice el Señor que te creó y que te formó: No temas, porque yo te he redimido, te he llamado por tu nombre. Tú, eres mío” (Is 43,1) y termina, en la escena más icónica de este capítulo, con esta misma frase, en boca de Jesús, para liberarla de los demonios llamándola por su verdadero nombre: María. 

Referencias bíblicas: María Magdalena aparece en los cuatro evangelios durante la pasión y muerte de Jesús y, especialmente en los pasajes de la resurrección del Señor. Es más, en el evangelio de San Juan (Jn 20, 1-18) su protagonismo es incluso mayor que en el resto de evangelios y es ella la primera persona que se encuentra con Jesús Resucitado. A pesar de este protagonismo, en ninguno de los evangelios aparece la narración de su sanación, aunque tanto Marcos (Mc 16,9) como Lucas (Lc 8,2) constatan que había sido liberada de varios demonios por Jesús cuando hablan de ella.

Reflexión: Tras ver el capítulo y detenernos en la contemplación de la imagen icónica que lo representa que encabeza este texto, nos centraremos en tres elementos de este episodio que nos pueden ayudar a vivir nuestra fe católica:

  • María intenta agarrarse, como último recurso, a la oración de protección que le enseñó su padre. Este gesto nos recuerda la importancia fundamental para la humanidad de la iglesia doméstica, construida en el núcleo familiar, y que nos enseña a rezar y a confiar en el poder de la oración. Así pues, si miras a tu núcleo familiar como hijo/a ¿Quién fue/fueron tus maestros domésticos en tu niñez? ¿Les has dado alguna vez las gracias por ello? Por otro lado, si lo miras como padre/madre ¿Cómo estás construyendo este núcleo familiar? ¿Qué estás enseñando a rezar a tus hijos?
  • Jesús va a buscar a María hasta el lugar más oscuro de Cafarnaúm, que es donde ha llegado siguiendo a una paloma cuando pretendía suicidarse. Primero la coge de la mano, pero ella le rechaza y es sólo cuando la llama por su nombre verdadero cuando María cae rendida. Creo que esta manera de acercarse Jesús a María Magdalena nos demuestra, primero, que Dios nos busca e insiste a pesar de nuestro posible rechazo inicial y segundo, que es un encuentro tan personalizado y preparado para nosotros que no hay dos iguales. En este sentido, ¿serías capaz de recordar “esa” primera vez donde Jesús te invitó/te tocó? ¿sabrías verbalizar lo que hizo tan especial ese primer encuentro?
  • Jesús da un gran abrazo de Padre a una María Magdalena completamente superada por el poder de Jesús (aunque en este punto, aún no sabe ni su nombre). Este abrazo final de Jesús, absolutamente liberador es un gesto habitual en muchos de los milagros que se muestran en la serie. Este abrazo nos recuerda al que recibimos por parte de la iglesia al ser bautizados como Hijos de Dios o también como el que recibimos directamente del Padre al ser perdonado de nuestros pecados en el sacramento del perdón y que, de alguna manera, nos hace volver a empezar de cero en sintonía con el Señor como le pasa a María en este capítulo. Creo que una de las consecuencias de la pandemia ha sido que huimos de los abrazos al saludarnos a pesar de que su efecto positivo, para nuestro cuerpo y nuestra alma, esta incluso demostrado científicamente. Si le hace bien al cuerpo un buen achuchón de un padre o una madre, un amigo o una amiga o de tu mujer o tu marido, ¿Cómo no le va a hacer efecto a tu alma un buen abrazo de Dios? En este sentido… ¿Hay algún abrazo «humano» que recuerdes con especial cariño? ¿Has experimentado alguna vez esa sensación de abrazo de Dios?¿En qué contexto te ha ocurrido?¿Te gustaría repetirlo?

Conclusión-Oración: Creo que no puede haber mejor manera de acabar esta reflexión que retocando ligeramente las palabras del profeta Isaías que María aprendió de niña y hacerlas nuestras delante del Señor diciendo “No temo Señor, porque TU me has redimido, me has llamado por mi nombre. Yo, quiero ser tuyo, Señor. “


domingo, 29 de septiembre de 2024

Presentación del Proyecto de Primer Anuncio “Cuatro40”

 


El próximo jueves 3 de octubre, a las 19h. en las Oficinas de la Curia Diocesana, tendrá lugar la presentación del Proyecto “Cuatro40” sobre Primer Anuncio, organizado por la Vicaría de Pastoral y la delegación de Apostolado Seglar.

A todos los laicos (miembros de consejos parroquiales, catequistas, educadores, familias, voluntarios...), a la vida consagrada y a los sacerdotes, hacemos llegar esta CONVOCATORIA e INVITACIÓN para que conozcáis -de primera mano- QUÉ ES el «PROYECTO Cuatro40». Una propuesta integral de Primer Anuncio que articula la experiencia de un primer encuentro con Jesucristo y abre la puerta para un proceso personal de fe acompañado y vivido en la comunidad parroquial, enmarcada en el proyecto de Acción Católica General. Una propuesta llena de esperanza para renovar nuestras comunidades parroquiales desde el Anuncio, los Procesos y la Comunidad.

¡Os esperamos!

sábado, 28 de septiembre de 2024

Domingo 26, tiempo ordinario: 29 de septiembre de 2024



El que no está contra nosotros está a favor nuestro



INTRODUCCIÓN

A pesar de que Jesús les acaba de decir que el que quiera ser de los suyos tiene que cargar con la cruz, a pesar de que les ha dicho que el que quiera ser primero sea el último y el servidor, los apóstoles siguen sin entender. Una vez más Jesús tiene que corregir su afán de superioridad. Siguen empeñados en ser ellos los que controlen el naciente movimiento en torno a Jesús. Con el pretexto de celo, buscan afianzar privilegios. Seguramente se trata de problemas planteados en la comunidad donde se escribe el evangelio (Fray Marcos).

TEXTOS BÍBLICOS

1ª lectura: Num. 11,25-29. 2ª lectura: Sant. 5,1-6.

EVANGELIO

San Marcos 9, 38-43. 45.47-48:

En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de nuestro grupo.» Jesús replicó: «No se lo prohibáis, porque nadie que haga un milagro en mi nombre puede luego hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros está a favor nuestro. Os aseguro que el que os dé a beber un vaso de agua porque sois del Mesías no quedará sin recompensa. Al que sea ocasión de pecado para uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran del cuello una piedra de molino y lo echaran al mar. Y si tu mano es ocasión de pecado para ti, córtatela. Más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al fuego eterno que no se extingue. Y si tu pie es ocasión de pecado para ti, córtatelo. Más te vale entrar cojo en la vida, que ser arrojado con los dos pies al fuego eterno. Y si tu ojo es ocasión de pecado para ti, sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que ser arrojado con los dos ojos al fuego eterno, donde el gusano que roe no muere y el fuego no se extingue.»

REFLEXIÓN

1.– Primera lectura: Dios no quiere que el poder se concentre en una sola persona (Num. 11,25-29). En este bello texto hay una queja de Moisés a Dios: “Este pueblo es demasiado pesado para mí. No puedo cargar yo solo con él”. Y Yahvé le da la solución:” Reúneme setenta ancianos de Israel. Tomaré parte del espíritu que hay en ti y lo pondré en ellos para que lleven contigo la carga del pueblo”. Y, en cuanto se posó sobre ellos el espíritu se pusieron a profetizar. Notemos que el que tiene el poder es Moisés, el gran legislador de Israel, aquel “que hablaba con Dios cara a cara, como un amigo habla con su amigo” (Ex. 33,11). Es voluntad de Dios que no sólo los malos legisladores, ni los mediocres, sino también los buenos, los elegidos directamente por Dios, repartan responsabilidades. El Papa debe compartir responsabilidades con los Obispos; éstos con los sacerdotes y éstos con sus fieles. La Iglesia de Jesús debe ser “circular” y no “piramidal”. Una imagen bonita de Iglesia es una mesa redonda donde Jesús está en medio como el Importante y los demás alrededor, participando de su pan y de su vino. El Papa Francisco habla de la descentralización de la Iglesia, de una Iglesia “Sinodal” que “juntos, hacen el mismo camino”.

2.– Segunda lectura: Dios no quiere que las riquezas se acumulen en unas solas manos. El apóstol Santiago lanza terribles amenazas a los que se han enriquecido con el sudor de los obreros. “El jornal defraudado a los obreros está clamando contra vosotros”. Nos viene a decir que “las aguas estancadas se corrompen” y los “vestidos que no se comparten con los que están desnudos, se apolillan”. El plan de Dios es que los bienes de este mundo lleguen a todos. Es un escándalo que una persona, por el hecho de haber nacido en el primer mundo tenga de todo y otra, por haber nacido en el tercero, no tenga de nada. Lo que importa al nacer es acertar con el lugar. El hecho de nacer, de ser persona, de estar hecho a imagen y semejanza de Dios, no sirve para nada. La vida así concebida es una lotería y, como toda lotería, son pocos los agraciados. El problema del hambre y de las necesidades más elementales, se fácilmente se podría solucionar “con lo que a nosotros nos sobra”. Por eso, después de la multiplicación de los panes y de haberse saciado todos Jesús, les dice: «recoged lo que ha sobrado y que nada se pierda”. (Juan 6,12).

3.– Evangelio: A Jesús no le gusta que algún grupo religioso se arrogue el monopolio de la fe. En la primera lectura, además de lo dicho, hay algo muy importante: Dos del grupo de los setenta no estaba con los demás cuando Moisés repartió el espíritu. Eran Eldad y Medad. A pesar de todo, también ellos profetizaron. Y Josué, hijo de Nun, pidió a Moisés que se lo prohibiera. Las palabras de Moisés son impresionantes: ¡Ojalá que todo el pueblo profetizara! Encajan perfectamente con la actitud de Jesús. Desde el momento que Jesús nos ha enseñado a rezar diciendo PADRE NUESTRO, ¿Se puede decir de alguien que ése no es los nuestros? Los nuestros son todos los que son del Padre Dios “que hace salir el sol sobre buenos y malos” (Mt. 5,45). No se trata simplemente de tolerar lo malo que hay en los otros. Se trata de apreciar todo lo que hay en los demás de bueno. «La esencia del fanatismo reside en el deseo de obligar a los demás a cambiar. En esa tendencia tan común de mejorar al vecino, de enmendar a la esposa, de hacer ingeniero al niño o de enderezar al hermano en vez de dejarles ser (Escritor israelí Amos Oz. Los fanáticos, los fundamentalistas, suelen ser agresivos. Daba en el clavo también el físico Andréi Sajarov cuando decía que «la intolerancia es la angustia de no tener razón».

PREGUNTAS

1.- ¿Me creo una persona imprescindible? Cuando llega el momento de mi jubilación, ¿Sé dar paso a otro? ¿Lo hago con gusto o con resignación?

2.- ¿Estoy convencido de que el verbo compartir es esencial al cristianismo? ¿O me gustan más los verbos: retener, atesorar, acumular?

3.- ¿Estoy abierto a las personas que no piensan como yo? ¿Me gusta complementarme con la verdad del otro?

Diez peticiones del Papa para el Jubileo de 2025

 


Junto con su invitación a la esperanza en la bula de convocatoria del Jubileo Ordinario de 2025, el papa Francisco hace una serie de peticiones, que serían «signos de esperanza tangibles» para el mundo de hoy.

La paz

«Que el primer signo de esperanza se traduzca en paz para el mundo, el cual vuelve a encontrarse sumergido en la tragedia de la guerra. La humanidad, desmemoriada de los dramas del pasado, está sometida a una prueba nueva y difícil cuando ve a muchas poblaciones oprimidas por la brutalidad de la violencia. ¿Qué más les queda a estos pueblos que no hayan sufrido ya? ¿Cómo es posible que su grito desesperado de auxilio no impulse a los responsables de las Naciones a querer poner fin a los numerosos conflictos regionales, conscientes de las consecuencias que puedan derivarse a nivel mundial? ¿Es demasiado soñar que las armas callen y dejen de causar destrucción y muerte? Dejemos que el Jubileo nos recuerde que los que «trabajan por la paz» podrán ser «llamados hijos de Dios» (Mt 5,9). La exigencia de paz nos interpela a todos y urge que se lleven a cabo proyectos concretos. Que no falte el compromiso de la diplomacia por construir con valentía y creatividad espacios de negociación orientados a una paz duradera».

Aumento de la natalidad

«A causa de los ritmos frenéticos de la vida, de los temores ante el futuro, de la falta de garantías laborales y tutelas sociales adecuadas, de modelos sociales cuya agenda está dictada por la búsqueda de beneficios más que por el cuidado de las relaciones, se asiste en varios países a una preocupante disminución de la natalidad. Por el contrario, en otros contextos, «culpar al aumento de la población y no al consumismo extremo y selectivo de algunos es un modo de no enfrentar los problemas. Es urgente que, además del compromiso legislativo de los estados, haya un apoyo convencido por parte de las comunidades creyentes y de la comunidad civil tanto en su conjunto como en cada uno de sus miembros, porque el deseo de los jóvenes de engendrar nuevos hijos e hijas, como fruto de la fecundidad de su amor, da una perspectiva de futuro a toda sociedad y es un motivo de esperanza: porque depende de la esperanza y produce esperanza».   

Presos

«En el Año jubilar estamos llamados a ser signos tangibles de esperanza para tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones de penuria. Pienso en los presos que, privados de la libertad, experimentan cada día —además de la dureza de la reclusión— el vacío afectivo, las restricciones impuestas y, en bastantes casos, la falta de respeto. Propongo a los gobiernos del mundo que en el Año del Jubileo se asuman iniciativas que devuelvan la esperanza; formas de amnistía o de condonación de la pena orientadas a ayudar a las personas para que recuperen la confianza en sí mismas y en la sociedad; itinerarios de reinserción en la comunidad a los que corresponda un compromiso concreto en la observancia de las leyes».  

Enfermos

«Que se ofrezcan signos de esperanza a los enfermos que están en sus casas o en los hospitales. Que sus sufrimientos puedan ser aliviados con la cercanía de las personas que los visitan y el afecto que reciben. Las obras de misericordia son igualmente obras de esperanza, que despiertan en los corazones sentimientos de gratitud. Que esa gratitud llegue también a todos los agentes sanitarios que, en condiciones no pocas veces difíciles, ejercitan su misión con cuidado solícito hacia las personas enfermas y más frágiles.

Que no falte una atención inclusiva hacia cuantos hallándose en condiciones de vida particularmente difíciles experimentan la propia debilidad, especialmente a los afectados por patologías o discapacidades que limitan notablemente la autonomía personal. Cuidar de ellos es un himno a la dignidad humana, un canto de esperanza que requiere acciones concertadas por toda la sociedad».

Jóvenes

«También necesitan signos de esperanza aquellos que en sí mismos la representan: los jóvenes. Ellos, lamentablemente, con frecuencia ven que sus sueños se derrumban. No podemos decepcionarlos; en su entusiasmo se fundamenta el porvenir. Es hermoso verlos liberar energías, por ejemplo cuando se entregan con tesón y se comprometen voluntariamente en las situaciones de catástrofe o de inestabilidad social. Sin embargo, resulta triste ver jóvenes sin esperanza. Por otra parte, cuando el futuro se vuelve incierto e impermeable a los sueños; cuando los estudios no ofrecen oportunidades y la falta de trabajo o de una ocupación suficientemente estable amenazan con destruir los deseos, entonceses inevitable que el presente se viva en la melancolía y el aburrimiento. La ilusión de las drogas, el riesgo de caer en la delincuencia y la búsqueda de lo efímero crean en ellos, más que en otros, confusión y oscurecen la belleza y el sentido de la vida, abatiéndolos en abismos oscuros e induciéndolos a cometer gestos autodestructivos. Por eso, que el Jubileo sea en la Iglesia una ocasión para estimularlos. Ocupémonos con ardor renovado de los jóvenes, los estudiantes, los novios, las nuevas generaciones. ¡Que haya cercanía a los jóvenes, que son la alegría y la esperanza de la Iglesia y del mundo!».

Migrantes

«No pueden faltar signos de esperanza hacia los migrantes, que abandonan su tierra en busca de una vida mejor para ellos y sus familias. Que sus esperanzas no se vean frustradas por prejuicios y cerrazones; que la acogida, que abre los brazos a cada uno en razón de su dignidad, vaya acompañada por la responsabilidad, para que a nadie se le niegue el derecho a construir un futuro mejor. Que a los numerosos exiliados, desplazados y refugiados, a quienes los conflictivos sucesos internacionales obligan a huir para evitar guerras, violencia y discriminaciones, se les garantice la seguridad, el acceso al trabajo y a la instrucción, instrumentos necesarios para su inserción en el nuevo contexto social

Que la comunidad cristiana esté siempre dispuesta a defender el derecho de los más débiles. Que generosamente abra de par en par sus acogedoras puertas, para que a nadie le falte nunca la esperanza de una vida mejor. Que resuene en nuestros corazones la Palabra del Señor que, en la parábola del juicio final, dijo: «estaba de paso, y me alojaron», porque «cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,35.40)».

Ancianos

«Signos de esperanza merecen los ancianos, que a menudo experimentan soledad y sentimientos de abandono. Valorar el tesoro que son, sus experiencias de vida, la sabiduría que tienen y el aporte que son capaces de ofrecer, es un compromiso para la comunidad cristiana y para la sociedad civil, llamadas a trabajar juntas por la alianza entre las generaciones.

Dirijo un recuerdo particular a los abuelos y a las abuelas, que representan la transmisión de la fe y la sabiduría de la vida a las generaciones más jóvenes. Que sean sostenidos por la gratitud de los hijos y el amor de los nietos, que encuentran en ellos arraigo, comprensión y aliento».

Pobres

«Imploro, de manera apremiante, esperanza para los millares de pobres, que carecen con frecuencia de lo necesario para vivir. Frente a la sucesión de oleadas de pobreza siempre nuevas, existe el riesgo de acostumbrarse y resignarse. Pero no podemos apartar la mirada de situaciones tan dramáticas, que hoy se constatan en todas partes y no sólo en determinadas zonas del mundo. Encontramos cada día personas pobres o empobrecidas que a veces pueden ser nuestros vecinos. A menudo no tienen una vivienda, ni la comida suficiente para cada jornada. Sufren la exclusión y la indiferencia de muchos. Es escandaloso que, en un mundo dotado de enormes recursos, destinados en gran parte a los armamentos, los pobres sean «la mayor parte […], miles de millones de personas. Hoy están presentes en los debates políticos y económicos internacionales, pero frecuentemente parece que sus problemas se plantean como un apéndice, como una cuestión que se añade casi por obligación o de manera periférica, si es que no se los considera un mero daño colateral. De hecho, a la hora de la actuación concreta, quedan frecuentemente en el último lugar». No lo olvidemos: los pobres, casi siempre, son víctimas, no culpables».

Fondo mundial contra el hambre

«Renuevo el llamamiento a fin de que con el dinero que se usa en armas y otros gastos militares, constituyamos un Fondo mundial, para acabar de una vez con el hambre y para el desarrollo de los países más pobres, de tal modo que sus habitantes no acudan a soluciones violentas o engañosas ni necesiten abandonar sus países para buscar una vida más digna»

Condonación de deuda

«Hay otra invitación apremiante que deseo dirigir en vista del Año jubilar; va dirigida a las naciones más ricas, para que reconozcan la gravedad de tantas decisiones tomadas y determinen condonar las deudas de los países que nunca podrán saldarlas».