Jesús nos limpia los ojos
El evangelio de este Cuarto Domingo de Cuaresma nos muestra como Jesús da la vista –le limpia los ojos— al ciego de nacimiento. Y lo que es una portentosa obra de amor se convierte en una fuerte –e inhumana— disputa ideológica por parte de los representantes oficiales de la religión judía. Muchos de estos actos que nos narran los evangelios tienen reflejo casi exacto en nuestros tiempos… por eso, tal vez, el apóstol Pablo nos pide que estemos alegres dentro de nuestro camino hacia la Pascua…
MONICIÓN DE
ENTRADA
Sed hermanas y hermanos bienvenidos
a la Eucaristía de este Cuarto Domingo de Cuaresma. Siempre, durante
muchos siglos, se ha llamado a este domingo, el de la alegría. Pero es también
el domingo de la Luz. Cristo nos permite ver. Cura nuestra ceguera y nos
muestra la belleza del mundo que nos rodea. Jesús es luz y camino. Verdad y
vida. Y para verle hay que convertirse, hacerse humilde ante quien siendo Dios
se humilló para enseñarnos a vivir. La Cuaresma avanza y el próximo domingo –el
quinto— ya será el último. Al siguiente comienza la Semana Santa. Seguimos,
pues, subiendo la Cuaresma, camino de la Cruz y de la Resurrección. Pero
iniciemos nuestra eucaristía con la máxima alegría. Alegrémonos como nos pide
el Apóstol.
PENITENCIAL
1. El Señor nos conoce tal y como somos.
Pero no siempre, nosotros, nos esforzamos por conocerle a Él a través de su
Palabra o de la oración. Señor ten piedad.
2. El Señor comparte con nosotros toda
nuestra vida. ¿Y nosotros? ¿Por qué le olvidamos tan a menudo? ¿Por qué vivimos
como si no existiera? Cristo, ten piedad
3. El Señor
quiere que vayamos por los caminos de la luz y de la alegría. No siempre
estamos dispuestos a cambiar de forma de pensar o de actuar para vivir según el
Evangelio. Señor, ten piedad
* La primera lectura, del Libro Primero de Samuel, nos cuenta como David es ungido Rey de Israel por Samuel. Es una búsqueda minuciosa y el relato nos da muchos detalles. Es la búsqueda del bien. Luego, en el Evangelio veremos como esa minuciosidad se va a convertir en persecución.
* El salmo 22 es uno de los más bellos del salterio. El salmista confía en la fuerza y en la ternura de Dios que le invita y le agasaja como si de un alto dignatario de tratase. La Iglesia ha visto en el agua, en el pan y en el vino que se mencionan por el salmista como símbolos de los sacramentos de iniciación cristiana.
* Estamos en el domingo de la luz. San Pablo en su carta a los fieles de Éfeso, también invoca la luz de Cristo y nos pide que caminemos como hijos de la Luz.
* El Evangelio de hoy, del capítulo noveno de San Juan, nos narra con todo detalle, la persecución religiosa que sufre un ciego a quien Jesús de Nazaret ha devuelto la vista. Los fariseos quieren que el ciego que ya ve acuse a Jesús de pecador. Y el ciego se convierte en juez contra sus acusadores. Ya, como un libre de pecado y enfermedad, el hombre que ha recuperado la vista reconocerá a Jesús como Mesías, como Señor de la luz y de la libertad.
1. – Por el Papa Francisco, los obispos y
sacerdotes para que sean siempre luz que alumbre sin descanso las tinieblas de
este mundo. OREMOS
2. – Por los que dirigen las naciones para
que centren sus esfuerzos en ayudar a los más necesitados de la sociedad. OREMOS
3. – Por todos los que caminan de espaldas
a la luz para que el Señor pase por sus vidas y transforme su ceguera en una
mirada limpia. OREMOS
4. – Por los enfermos y necesitados para que encuentren en nosotros una mano
abierta a sus problemas. Y sepamos llevarles la Luz de Cristo. OREMOS
5. – Por los que preparamos con ilusión la
Pascua del Señor, para que aprovechemos este tiempo favorable y demos paso a la
luz en nuestros corazones. OREMOS
QUIERO VER, SEÑOR
Para sentirte cerca y nunca
abandonarte
QUIERO VER, SEÑOR
Porque me pierdo y camino confundido
QUIERO VER, SEÑOR
Para verte y nunca perderte
QUIERO VER, SEÑOR
Porque, sin Ti, no soy tan feliz
como creo ser
QUIERO VER, SEÑOR
Para vivir alegre y abierto a los
demás
QUIERO VER, SEÑOR
Y agradecer lo mucho que haces por
mí
QUIERO VER, SEÑOR
Y defenderte cuando algunos te
ignoren
QUIERO VER, SEÑOR
Y no tropezarme cuando surjan
dificultades
QUIERO VER, SEÑOR
Para que nadie me confunda con
falsas luces
QUIERO VER, SEÑOR
Para que nada me aleje de tu amistad
QUIERO VER, SEÑOR
Amén.
EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 9, 1. 6-9. 13-17. 34-38
En aquel tiempo, al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento. Entonces escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo:
«Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)».
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban:
«¿No es ese el que se sentaba a pedir?».
Unos decían:
«El mismo».
Otros decían:
«No es él, pero se le parece».
El respondía:
«Soy yo».
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.
Él les contestó:
«Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo».
Algunos de los fariseos comentaban:
«Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado».
Otros replicaban:
«¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?».
Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:
«Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?».
Él contestó:
«Que es un profeta».
Le replicaron:
«Has nacido completamente empecatado ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?».
Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:
«¿Crees tú en el Hijo del hombre?».
Él contestó:
«¿Y quién es, Señor, para que crea en él?»
Jesús le dijo:
«Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es».
Él dijo:
«Creo, Señor».
Y se postró ante él.
Palabra del Señor.
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