25 de febrero de 2018
Misa Familiar
. MONICIÓN DE ENTRADA
Bienvenidos, en este 2º domingo de la Cuaresma, a seguir los pasos de Jesús.
¡Qué importante es que le escuchemos! ¡Qué importante que pongamos nuestros ojos en El!
La Iglesia, la Eucaristía de cada domingo, la Palabra de Dios, la catequesis y otras tantas cosas, son como montañas desde las cuales contemplamos la Gloria de Dios: “tú eres mi hijo amado, escúchame”.
Demos gracias a Dios por estar aquí. Y, sobre todo, porque en Jesús encontramos un modelo para alcanzar la meta de nuestra alegría y vida cristiana.
2. PENITENCIAL
2.1. Tú nos invitas a separarnos un poco del mundo para encontrar la fuerza que viene de Dios. Señor, ten piedad
2.2. Tú, Jesús, nos enseñas que –lo que en la vida merece la pena- hay que conquistarlo con esfuerzo y sacrificio. Cristo, ten piedad
2.3. Tú, Señor, nos ayudas a comprometernos por los demás. A no quedarnos en la fe cómoda y sin referencia a la caridad o a la justicia. Señor, ten piedad
3. MONICIÓN A LAS LECTURAS
Las lecturas que vamos a escuchar en este día nos ponen como ejemplo la fe de Abraham y el amor de Dios que se manifiesta en la persona de Jesucristo. Un amor y una fe que, ante las adversidades, nos vendrán bien para hacerles frente. Además, el Evangelio, Jesús en su Transfiguración nos hace pensar en la definitiva Resurrección que nos espera gracias a su muerte. Escuchemos con atención estas lecturas.
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PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DEL GÉNESIS 22, 1-2. 9-13. 15-18
En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán.
Le dijo:
«¡Abrahán!»
Él respondió:
«Aquí estoy».
Dios le dijo:
«Toma a tu hijo único, al que amas, a Isaac, y vete a la tierra de Moria y ofrécemelo allí en holocausto en uno de los montes que yo te indicaré»
Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña.
Entonces Abrahán alargó la mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.
Pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo:
«¡Abrahán, Abrahán!»
Él contestó:
«Aquí estoy».
El ángel le ordenó:
«No alargues la mano contra el muchacho ni le hagas nada. Ahora he comprobado que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, a tu único hijo».
Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
El ángel del Señor llamó a Abrahán por segunda vez desde el cielo:
-«Juro por mí mismo, oráculo del Señor: por haber hecho esto, por no haberle reservado tu hijo, tu hijo único, te colmaré de bendiciones y multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de sus enemigos. Todas las naciones de la tierra se bendecirán con tu descendencia, porque has escuchado mi voz».
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Salmo 115, 10 y 15. 16-17. 18-19
R. CAMINARÉ EN PRESENCIA DEL SEÑOR EN EL PAÍS DE LOS VIVOS
Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles. R.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el nombre del Señor. R.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén. R.
SEGUNDA LECTURA
LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS 8, 31b-34
Hermanos:
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?
El que no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios, el que justifica ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, que murió, más todavía, resucitó y está a la derecha de Dios, y que además intercede por nosotros?
Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN Lc 9,35
En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre: «Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo».
EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 9, 2-10
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
No sabía qué decir, pues estaban asustados.
Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube:
«Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo».
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban del monte, les ordenó que contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado, y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor
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4. ORACIÓN DE LOS FIELES
4.1. Por la Iglesia. Para que nos haga descubrir lo mucho que Dios nos ama. Para que nos abra sus puertas y podamos siempre gozar en el silencio de la paz del Señor. Roguemos al Señor.
4.2. Por todas las personas rotas. Por todos los hombres y mujeres cuya vida está DESCONFIGURADA, es decir, sin orden. Para que la fe sea su fortaleza. Roguemos al Señor.
4.3. Por los que tienen miedo al dolor. Por aquellos que sólo piensan en vivir y en disfrutar. Para que busquen en el Señor la respuesta a sus vidas. Roguemos al Señor.
4.4. Por nuestras parroquias y comunidades. Para que pensemos que, la misa de los domingos, es un monte Tabor en el que Dios nos habla y nos fortalece. Roguemos al Señor.
4.5. Para que con la Palabra de Dios y sus Sacramentos nos dejemos transformar y mejorar en palabras y en obras. Roguemos al Señor.
5. OFRENDAS
5.1. Con este corazón lleno de preocupaciones (dolor, hambre, violencia, robos, droga, crisis) queremos ofrecerle al Señor nuestra oración. Que el TRANSFIGURE todo eso en frutos de felicidad y de futuro.
5.2. Con esta CRUZ DE MADERA queremos simbolizar la lucha y el combate que, todos los cristianos, hemos de llevar a cabo para que un día podamos alcanzar junto con Jesús la Resurrección.
5.3. Con el pan y el vino traemos hasta el altar nuestro deseo de no perdernos ni un solo domingo la Palabra de Dios que nos salva y nos sana. Háblanos, Señor, y que nunca nos cansemos de celebrar tu presencia
6. ORACIÓN FINAL
SUBIRÉ A TU MONTE, SEÑOR
Y escucharé tu nombre: JESÚS
Y veré lo que Tú me enseñas: EL CIELO
Y comprobaré lo que Dios quiere: MI CORAZÓN
Y seguiré tus caminos: LOS CAMINOS DE LA FE
Y pregonaré tu Reino: TU AMOR
Y llevaré tu fama: TU RESURRECCIÓN
Y pediré perdón: POR MIS PECADOS
Y me asombraré de tu rostro: TU LUZ Y TU VERDAD
Y veré la gloria de Dios: EL CIELO ABIERTO
Subiré a tu monte, Señor,
pero si no lo encuentro, Jesús,
te pido que me orientes
para no perderme
seducido por los engaños de la vida.
Amén.
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