DOMINGO VII DEL TIEMPO ORDINARIO
A este trozo del evangelio de hoy se le ha denominado “evangelio de la extravagancia”. ¿Quién puede perdonar al enemigo? ¿Quién puede poner la otra mejilla? Jesús no tomó esto al pie de la letra. De hecho, cuando le pegan, él mismo dice: ¿Por qué me pegas? (Jn.18,23). Jesús, con esta manera de hablar quiere desconcertar, provocar, para cambiar nuestra manera de pensar tan distinta a la suya. “Si te piden el manto, da también la túnica”. Y esto significa: “si te piden la ropa exterior, da también la interior”. !Y me quedo desnudo!. Así, desnudo de prejuicios, de pensamientos humanos, de tradiciones pasadas, hay que abordar el evangelio. Al evangelio, acércate con tus preguntas, con tus preguntas existenciales, pero nunca con tus respuestas. La respuestas hay que dejárselas sólo a Jesús.
EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 6, 27 - 38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.
Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida que midiereis se os medirá a vosotros».
Palabra del Señor
COMENTARIO-REFLEXIÓN
No debemos olvidar que este texto del Evagelio de Lucas es continuación del Sermón de la “llanura” donde Jesús ha hablado de las Bienaventuranzas. Y nos preguntamos: ¿Cómo se puede ser feliz “perdonando a los enemigos”; “bendiciendo a los que nos maldicen”; “haciendo el bien a los que nos odian”; “Y si nos pegan en una mejilla, poniendo la otra?
1.– Las heridas del corazón sólo pueden ser curadas con amor. Todos hemos sufrido “heridas morales” que nos han hecho sufrir: el odio, la calumnia, la envidia, la violencia, la humillación. Estas heridas han dejado huellas tan profundas que nosotros no podemos curar. No tenemos un amor tan grande que pueda olvidar. Pero Dios sí. El salmo 103 nos habla del amor perdonador de Dios y pone estas frases: “perdona todas tus culpas” y “cura todas tus enfermedades”. Nuestras culpas, por numerosas que sean, son como gotas de agua que caen en el mar infinito de su amor misericordioso. Nuestras enfermedades, en este contexto, son las secuelas del pecado, las huellas que han marcado nuestra carne y han dejado unas profundas cicatrices. De todas esas enfermedades nos libra el Señor. Dirá muy bien San Agustín: “Para un médico tan poderoso no hay enfermedad que se le resista”. Ahora bien si nosotros, no con nuestro pequeño amor, sino con el amor grande que Dios nos da, somos capaces de curar esas heridas humanamente incurables, somos conscientes del gran milagro que se ha obrado en nuestro corazón, y entonces saltamos de gozo, y lo celebramos con gran júbilo.
2.– El que ama sin esperar nada a cambio, está capacitado para entender el verdadero amor. Ya los griegos solían hablar de dos tipos de amores: el “erótico” que es un amor interesado. Y el “ágape” que es amor desinteresado. Normalmente nosotros amamos con amor interesado: Amo porque me aman; amo porque así me amarán a mí; doy para poder recibir; o amo porque me caen bien las personas o por las cualidades que tienen. Los que nos movemos en este tipo de amores, nunca podremos disfrutar del verdadero amor. Jesús, en su evangelio, nos hace una propuesta:” cuando hagas una comida o una cena, invita a los que no pueden pagarte”. (Lc. 14,13). Así descubrirán el gozo de dar a fondo perdido, de servir a cambio de nada, Experimentarás que “hay mayor alegría en el dar que en el recibir”. (Hechos 20,25). “El auténtico amor no exige paga; le basta con existir para estar pagado”. El que tiene este amor tiene un verdadero tesoro. Y ese tesoro es Dios, “el mejor pagador”. Decía Santa Teresita: “Amar es darse sin medida/ pues el amor salario no reclama/ Yo te doy, sin contar, toda mi vida/, pues no sabe de cuentas el que ama”.
3.– Sólo los limpios de corazón, pueden ver la grandeza y hermosura de Dios. El evangelio de hoy termina hablando de una medida “ generosa, colmada, remecida, rebosante”. Esa es la medida que debemos usar para dar la talla en la vida, para realizarnos plenamente como personas, para disfrutar de todo lo que Dios nos ha dado. En el evangelio se habla de “tinajas que rebosan” ( Jn. 2,8); de perfume que se derrama ( Lc. 7,38): de “doce cestos de panes sobrantes” (Jn.6,13); “de barcas que se hunden por la cantidad de peces” (Lc.5,6). Todo ese derroche, esa sin medida, no es sino un signo del derroche de amor que Dios ha tenido con nosotros. Los tacaños, los mediocres, los que le dan a Dios “lo justito”, nunca podrán conocer a Dios. En cambio los limpios de corazón, los que no tienen apegos a las cosas materiales, los que le han dado a Dios no sólo el corazón sino “todo el corazón” esos son los que conocen a Dios. Dice San Francisco de Sales: “No es el amor como el oro, que el que más vale es el que más pesa, sino como la llama, que la más pura, es la que más dista de la materia”. Dejemos que la “llama de amor viva” purifique nuestro corazón.
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PREGUNTAS.
1ª Estoy convencido de que yo no puedo amar como me pide el evangelio. Pero ¿Estoy dispuesto a dejarme amar por Dios para poder cumplirlo? ¿Qué medios voy a poner?
2ª ¿Tengo alguna experiencia de amar por el gozo de amar, por el gozo de hacer feliz a la persona que amo? En caso positivo, ¿Cómo me he sentido?
3ª ¿Qué medida estoy usando para el amor? pequeña, mezquina.…. ¿o generosa, rebosante, colmada?….La que use con los demás la usarán conmigo.
ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN
Señor Jesús, que me conozca a mí
y que te conozca a Ti,
Que no desee otra cosa sino a Ti.
Que me odie a mí y te ame a Ti.
Y que todo lo haga siempre por Ti.
Que me humille y que te exalte a Ti.
Que no piense nada más que en Ti.
Que me mortifique, para vivir en Ti.
Y que acepte todo como venido de Ti.
Que renuncie a lo mío y te siga sólo a Ti.
Que siempre escoja seguirte a Ti.
Que huya de mí y me refugie en Ti.
Y que merezca ser protegido por Ti.
Que me tema a mí y tema ofenderte a Ti.
Que sea contado entre los elegidos por Ti.
Que desconfíe de mí
y ponga toda
mi confianza en Ti.
Y que obedezca a otros por amor a Ti.
Que a nada dé importancia sino tan sólo a Ti.
Que quiera ser pobre por amor a Ti.
Mírame, para que sólo te ame a Ti.
Llámame, para que sólo te busque a Ti.
Y concédeme la gracia
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