En el Año de la Oración 2024, estamos llamados a acercarnos al Jubileo del 2025, acompañados, de modo especial, por las enseñanzas del Santo Padre en relación con la oración. El Papa Francisco, a través de sus reflexiones - sobre todo en el ciclo de «Catequesis sobre la oración», realizado entre el 6 de mayo del 2020 y el 26 de junio de 2021 – recuerda, en diversas ocasiones, que la oración es un diálogo íntimo con el Creador, un diálogo que parte del corazón humano para alcanzar el «Corazón» de Dios y su misericordia capaz de transformar nuestra vida, ampliando, con su sencillez, la riqueza del magisterio de la Iglesia.
La oración debería ser para el cristiano «el respiro de la vida» (Audiencia general, 9 de junio de 2021) espiritual, capaz de no interrumpirse nunca «ni siquiera cuando dormimos» – como afirma el Papa –, y sin la cual faltaría el acto vital que nos pone en relación con el Padre. Vivida de este modo, la vida de oración no se presenta como una alternativa al trabajo o a los otros compromisos que estamos llamados a desarrollar durante el día, sino más bien como aquello que acompaña cada acción de la vida, «también en los momentos en donde no es explícita». Ella es capaz de alimentar aquella lámpara que ilumina el rostro de Cristo presente en los hermanos, precisamente como enseña el Catecismo cuando afirma que la oración es «la relación viviente de los hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo» (CEC 2565). En este diálogo, el fiel no sólo habla a Dios, sino que aprende también a escucharlo, encontrando las respuestas y la dirección a la luz de su presencia silenciosa. La oración se convierte así, en el puente entre el cielo y la tierra, un lugar de encuentro donde el corazón del hombre y el corazón de Dios se encuentran en un diálogo de amor incesante.
El Papa Francisco nos motiva a encontrar momentos de oración en todas las circunstancias que afrontamos, ya sea en las alegrías como en los desafíos de la vida: en la oración, dice el Papa, descubrimos cuanto somos amados por Dios, y este descubrimiento nos da la esperanza y la fuerza para vivir la jornada, de tal modo que los problemas por afrontar no sean obstáculos para nuestra felicidad, sino llamados de Dios, ocasiones para nuestro encuentro con Él. (Cf. Ángelus, 9 de enero de 2022).
El Santo Padre evidencia que, en la oración, la misericordia divina se manifiesta en modo profundo y personal, porque en ella descubrimos que cada necesidad humana es, en lo profundo, una llamada continua a la misericordia del Padre: sólo con la oración humilde, se puede obtener, de hecho, la misericordia. Es necesario un corazón puro para que la oración sea vital y muestre a Dios lo que necesitamos, precisamente como lo hizo el publicano en el Templo. «¡La oración no es una varita mágica!» – dice el Papa –, no es una fórmula rígida que, si se repite correctamente, te da, como en un comercio, el producto solicitado; «en la oración, es Dios quien nos debe convertir, no somos nosotros quien debe convertir a Dios» (Audiencia general, 26 de mayo de 2021), lo que se debe ofrecer es la vida misma, incluso ¡nuestra miseria! Sólo así podremos experimentar «la compasión de Dios, que como un Padre viene al encuentro de sus hijos lleno de amor misericordioso» (Audiencia general, 25 de mayo de 2016).
El Papa, desde los primeros meses de su pontificado, ha descrito cómo la oración es el lugar en el cual los cristianos se reconocen parte de la «única familia de Dios» (Audiencia general, 25 de septiembre de 2013), porque con ella se refuerzan los lazos de fraternidad que nos unen con el mismo Padre. Palabras que hacen eco del Catecismo, que enseña que es en la oración litúrgica donde la Iglesia se reconoce como un Cuerpo único que se dirige a su Señor (CEC 2641-2643) – «Donde hay oración, hay comunión; y donde hay comunión, hay oración».
Retomando las palabras de San Pío de Pietrelcina, el Papa nos exhorta a hacer de nuestra oración como la llave capaz de abrir el corazón de Dios, un corazón que «no está blindado»: - afirma el Papa Francisco -: «tú puedes abrirlo con una llave común, con la oración. Porque [Dios] tiene un corazón de amor, un corazón de Padre. ¡[La oración] es la más grande fuerza de la Iglesia!» (Discurso para el Jubileo de los grupos de oración del Padre Pio, 6 de febrero de 2016).
Con estas palabras en el corazón, motivamos a todos los fieles a emprender el camino hacia los dones del Jubileo, descubriendo la misericordia, la fuerza y el amor de Dios, y a concretizar la invitación del Papa, transformando este año 2024 en «una grande “sinfonía” de oración, […] para recuperar el deseo de estar en la presencia del Señor, escucharlo y adorarlo», haciendo así de la oración el «camino maestro hacia la santidad, que conduce a vivir la contemplación incluso en medio de la acción» (Carta a S.E. Mons. Rino Fisichella para el Jubileo 2025, 11 de febrero de 2022).
• Retomemos las 38 «Catequesis sobre la oración» que el Papa Francisco realizó de mayo 2020 a junio 2021 y dejémonos guiar por sus enseñanzas:
«La oración es la primera fuerza de la esperanza. Tú rezas y la esperanza crece, avanza. Yo diría que la oración abre la puerta a la esperanza. La esperanza está ahí, pero con mi oración le abro la puerta» (Audiencia general, 20 de mayo de 2020)
«La oración de Jesús es el lugar donde se percibe que todo viene de Dios y Él vuelve. A veces nosotros los seres humanos nos creemos dueños de todo, o al contrario perdemos toda estima por nosotros mismos, vamos de un lado para otro. La oración nos ayuda a encontrar la dimensión adecuada, en la relación con Dios, nuestro Padre, y con toda la creación» (Audiencia general, 4 de noviembre de 2020)
«A través de la oración sucede como una nueva encarnación del Verbo. Y somos nosotros los “tabernáculos” donde las palabras de Dios quieren ser acogidas y custodiadas, para poder visitar el mundo. [...] A través de la oración, la Palabra de Dios viene a vivir en nosotros y nosotros vivimos en ella. La Palabra inspira buenos propósitos y sostiene la acción; nos da fuerza, nos da serenidad, y también cuando nos pone en crisis nos da paz» (Audiencia general, 27 de enero de 2021)
«Todo en la Iglesia nace en la oración, y todo crece gracias a la oración. Cuando el Enemigo, el Maligno, quiere combatir la Iglesia, lo hace primero tratando de secar sus fuentes, impidiéndole rezar. [...] La oración es la que abre la puerta al Espíritu Santo, que es quien inspira para ir adelante. Los cambios en la Iglesia sin oración no son cambios de Iglesia, son cambios de grupo». (Audiencia general, 14 de abril de 2021)
«Jesús no sólo quiere que recemos como Él reza, sino que nos asegura que, aunque nuestros tentativos de oración sean completamente vanos e ineficaces, siempre podemos contar con su oración. Debemos ser conscientes: Jesús reza por mí». (Audiencia general, 2 de junio de 2021)
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