Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán
1.- Introducción
Señor, como hombre, debo reconocer con humildad, el papel tan importante que jugaron las mujeres en la Resurrección. Y también debemos reconocer el papel fundamental en el momento de la crucifixión. Ellas fueron las que te acompañaron en el Calvario; ellas te lloraron y envolvieron tu cuerpo muerto con el perfume de su cariño. Haz, Señor, que las mujeres ocupen en la Iglesia el lugar que tú, Jesús, les quisiste dar.
2.- Lectura sosegada del evangelio Mateo 28, 8-15
En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; con miedo y gran gozo, y corrieron a dar la noticia a sus discípulos. En esto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «¡Dios os guarde!» Y ellas, acercándose, se asieron de sus pies y le adoraron. Entonces les dice Jesús: «No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán». Mientras ellas iban, algunos de la guardia fueron a la ciudad a contar a los sumos sacerdotes todo lo que había pasado. Estos, reunidos con los ancianos, celebraron consejo y dieron una buena suma de dinero a los soldados, advirtiéndoles: «Decid: «Sus discípulos vinieron de noche y le robaron mientras nosotros dormíamos.» Y si la cosa llega a oídos del procurador, nosotros le convenceremos y os evitaremos complicaciones». Ellos tomaron el dinero y procedieron según las instrucciones recibidas. Y se corrió esa versión entre los judíos, hasta el día de hoy.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión
Es notorio el papel que las mujeres desempeñan en la Resurrección de Jesús. A ellas se les apareció en primer lugar y fueron las primeras que dieron al mundo esta gran noticia (Jn. 20,11; Mt 28,9; Mc. 16,9). Como era natural, los discípulos no les dieron crédito puesto que, por ley judía, el testimonio femenino carecía de valor. Jesús busca deliberadamente el conflicto: la mujer, considerada como un ser de segunda clase, es incorporada por Jesús a dar el mensaje más nuclear del evangelio: La Resurrección. “Mujer” fue la primera palabra que pronunció Jesús–Resucitado (Jn. 20,15). Y el primer nombre que brotó de sus labios fue también un nombre de mujer: María. Fueron unos ojos de mujer quienes recogieron la primera imagen del Cristo nuevo y fueron unas manos de mujer quienes primero tocaron la carne resucitada del nuevo Adán: “Ellas se acercaron a abrazar sus pies” (Mt. 28,9).
Palabra del Papa
“En este lunes después de Pascua, el Evangelio nos presenta el pasaje de las mujeres que, al ir al sepulcro de Jesús, lo encuentran vacío y ven a un ángel que les anuncia que Jesús ha resucitado. Y mientras ellas corren para dar la noticia a los discípulos, se encuentran con el mismo Jesús que les dice: “Id a anunciar a mis hermanos que vayan a Galilea: allí me verán”. Galilea es la “periferia” donde Jesús inició su predicación, y desde allí partirá de nuevo el Evangelio de la Resurrección, para que sea anunciado a todos, y cada uno pueda encontrarse con Él, el Resucitado, presente y operante en la historia. También hoy Él está con nosotros, aquí en la plaza…Esta es la buena noticia que estamos llamados a llevar a los otros en cualquier lugar, animados por el Espíritu Santo. La fe en la resurrección de Jesús y la esperanza que Él nos ha llevado es el don más bello que el cristiano puede y debe ofrecer a los hermanos. A todos y cada uno, por tanto, no nos cansemos de repetir: ¡Cristo ha resucitado! Repitamos las palabras, pero sobre todo con el testimonio de nuestra vida. La feliz noticia de la Resurrección debería manifestarse en nuestro rostro, en nuestros sentimientos y actitudes, en la forma en la que tratamos a los otros.” (Homilía de S.S. Francisco, 7 de abril de 2015).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Silencio)
5.- Propósito. Un intento por descubrir en cada mujer a la Virgen María.
6.-Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y yo ahora le respondo con mi oración.
Señor, quiero terminar mi oración dándote gracias por la cercanía que has tenido con las mujeres, especialmente después de Pascua. Ellas tuvieron un comportamiento exquisito contigo en los momentos de dolor y Tú quieres agradecerlo con tu presencia especial con ellas después de la Resurrección. Y te agradezco de una manera especial esa presencia envolvente con tu madre en el interior de su propio corazón. Ella no necesitó apariciones para creer. Le bastó la fe desnuda.
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