sábado, 10 de agosto de 2024

Moniciones para el Décimo Noveno Domingo del Tiempo Ordinario– Ciclo B

 


MONICIÓN DE ENTRADA

Bienvenidos todos al banquete de Jesús, a la fiesta de los hijos de Dios, a la asamblea de los que se alimentan de Jesucristo.

Jesucristo se nos presenta no sólo como maestro sino como alimento. Demos gracias y alabanzas a Dios Padre que nos abre los ojos del corazón para reconocerle en las cosas sencillas como el pan.

Invoquemos al Espíritu Santo que nos ha sellado con su luz y su amor.

Hagamos Iglesia, hagamos fiesta, porque el Señor está en medio de su pueblo.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA

Primera lectura: 1 Reyes 19, 4-8

El profeta Elías se siente tan cansado y desanimado que desea morir.

Tú yo también nos hemos sentido alguna vez así. Pero si invocamos al Señor él nos ayuda con su palabra y con su pan para poder hacer el camino de la vida.

Como Elías caminemos a la montaña de Dios.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA

Segunda lectura: Efesios 4, 30-5,2


San Pablo nos exhorta a vivir como hermanos en la comunidad siguiendo el camino del amor. El Espíritu Santo, nuestro sello y guía, nos inspira las alabanzas.

Seamos fieles al Espíritu. Él es el dulce huésped de nuestras almas.


MONICIÓN AL EVANGELIO

Tercera lectura: Juan 6, 41-51

Los judíos murmuran porque no comprenden el mensaje de Jesús.

Algunos entre nosotros murmuran y no aceptan la palabra de Jesús: “Yo soy el pan de vida”.

Hoy vamos a escuchar juntos al Señor. Estamos llamados a entender y creer en Jesús, no porque sí, sino porque el Padre nos va a ayudar a descubrir la presencia de Jesús en la Eucaristía.

Oración de los fieles

1. Oremos por la Iglesia, extendida por todo el mundo, para que con alegría lleve el amor de Cristo a los que se alimentan con el pan de vida.

2. Oremos por nosotros que celebramos con gozo esta eucaristía para que sea una llamada a compartir nuestras vidas con los hermanos.

3. Oremos por los gobernantes de las naciones para que pongan pan y justicia en las mesas de todos los hombres.

4. Oremos por los enfermos de la parroquia, por los que sufren la guerra y el hambre, la cárcel y la soledad para que el Señor les alimente y robustezca y nosotros les ayudemos.

5. Oremos por los difuntos de la parroquia y  para que el Señor los siente a su mesa en el Reino celestial.



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