HA LLEGADO LA HORA
1.- Oración introductoria.
Señor, en este tiempo de oración no quiero pedirte nada material ni para mí ni para los míos. Mi pensamiento se centra sólo en Ti, en tus cosas, en las cosas de tu Padre. Y deseo, como Tú, la honra del Padre, la glorificación del Padre, el hacer todo en este día para agradarle, agradecerle, y tratar de conseguir que el Padre Dios pueda disfrutar un rato conmigo.
2.- Lectura reposada del texto. Juan 17, 1-11a
Meditación-reflexión.
El tiempo y la hora. Todos tenemos el tiempo, pero Jesús, además del tiempo, tiene “su hora”. Nosotros podemos disponer del tiempo y, aunque la vida es corta, todavía nos queda tiempo para cansarnos, para aburrirnos y hasta para “perder inútilmente el tiempo”. A veces nos preguntan: ¿qué haces ahí? Y contestamos: “aquí estoy matando el tiempo”. Jesús, además del tiempo, tiene “su hora”. Y ésta es muy importante en el evangelio de San Juan ya que atraviesa todo el evangelio desde el principio: “No ha llegado mi hora” (2,4 ) hasta el final: “Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo” (17,1). Para Jesús “su hora” era la hora de su muerte, resurrección y glorificación. La hora de la entrega total por amor. Esta hora ha dado sentido a todas sus horas y ha llenado de contenido su tiempo. Por eso, para Jesús no hay horas vacías, horas aburridas, horas muertas. Al morir, tomará entre sus manos el libro de su existencia y lo cerrará ante el Padre diciendo: ¡MISION CUMPLIDA! También me encantan estas palabras de Jesús al Padre: “Eran tuyos y Tú me los diste”. Jesús nos ha visto a todas las personas como “regalos del Padre para Él”. Por eso nos ha amado tanto. Nos preguntamos: ¿Y qué pasaría en el mundo si cada uno de nosotros nos viéramos como un precioso regalo de nuestro Padre-Dios?
Palabra del Papa
“¿Quién nos separará del amor de Cristo?” Con estas palabras, san Pablo nos habla de la gloria de nuestra fe en Jesús: no sólo resucitó de entre los muertos y ascendió al cielo, sino que nos ha unido a él y nos ha hecho partícipes de su vida eterna. Cristo ha vencido y su victoria es la nuestra. […] El Evangelio de hoy contiene un mensaje importante para todos nosotros. Jesús pide al Padre que nos consagre en la verdad y nos proteja del mundo. Es significativo, ante todo, que Jesús pida al Padre que nos consagre y proteja, pero no que nos aparte del mundo. Sabemos que él envía a sus discípulos para que sean fermento de santidad y verdad en el mundo: la sal de la tierra, la luz del mundo. En esto, los mártires nos muestran el camino”. (Homilía de S.S. Francisco, 16 de agosto de 2014)
4.- Qué me dice hoy a mí este texto evangélico ya meditado. (Silencio).
5.-Propósito. Hoy no desperdiciaré una hora, ni un solo minuto del día.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Gracias, Padre, porque nos has hecho hijos tuyos y tanto nos has querido que nos has convertido a cada uno de nosotros en “regalos” para tu Hijo Amado. Pero te pido también que nosotros nos convirtamos en “regalos los unos para los otros”. Haz que sepamos descubrir lo bueno y hermoso que hay en el corazón de cada uno de tus hijos. Y que sepamos no sólo aceptarlo sino también agradecerlo. ¡Gracias, Padre!
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