domingo, 28 de mayo de 2023

Pentecostés: 28 de mayo de 2023

 Recibid el Espíritu Santo

INTRODUCCIÓN

Cuando Jesús vivía con sus discípulos Él era su Paráclito: les apoyaba, les cuidaba, les defendía. “Cuando yo estaba con ellos yo cuidaba en tu nombre a los que tú me diste” (Jn.17,12) Cuando Cristo se ausenta, el Espíritu Santo ocupará su lugar. Puede afirmarse que lo que fue Jesús para sus discípulos inmediatos eso es el Espíritu Santo para la Iglesia (Wichenhauser) Y la tarea del Espíritu Santo es hacer de cada cristiano “otro Cristo”.

LECTURAS BÍBLICAS

1ª Lectura: Hech. 2,1-11.             2ª Lectura: 1Cor. 12,3b-7.12-13)

EVANGELIO

San Juan 20, 19-23:

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

REFLEXIÓN

Pentecostés fue originariamente una fiesta agraria. Posteriormente se convirtió en fiesta histórica donde se recordaba la promulgación de la ley en el Sinaí y anualmente se celebraba con gran concurrencia del pueblo. La efusión del E. Santo se realiza de un modo extraordinario. El ruido, el viento impetuoso, las lenguas de fuego, el hablar en distintos idiomas, son los signos externos de la realidad maravillosa que realiza por dentro. Y habrá que interpretarlos a la luz del A.T. Pentecostés indica la plenitud de los tiempos y el cumplimiento de las promesas.

1.- El soplo de Jesús sobre los apóstoles es un “soplo creador”. Con la venida de Espíritu se crea un mundo nuevo, una nueva humanidad. Después de que Cristo resucitó y envió a su Espíritu, hay una nueva manera de ser hombre, de ser mujer. En Cristo resucitado hemos aprendido que el hombre ha sido creado “creador”. Ya es posible reír y soñar.  Ya podemos hacer proyectos fantásticos, sabiendo que todos ellos no pueden ser sino un pálido reflejo de la realidad. En Cristo, el hombre puede ser aquello que estaba llamado a ser.

2.- El viento impetuoso que en el A.T. acompañaba a la tormenta y era causa de miedo, ahora es el huracán del Espíritu que pasa derribando la vieja casa de pecado heredada de nuestros primeros padres para construir la nueva casa del amor. Ese viento impetuoso ahora se convierte en “suave brisa” que refresca y acaricia. Un Dios amor, un Dios ternura, un Dios que es comunión, beso, abrazo, caricia.

3.- Las llamas de fuego sobre los apóstoles significan  que aquella teofanía de Dios a Moisés en una zarza que “ardía y no se consumía”  eran signo de un Dios que arde en llamaradas de amor. En Pentecostés esas lenguas  se posan sobre los apóstoles llamados a  incendiar el mundo con ese  fuego divino. Pues, como decía San Agustín, “El que no arde, no puede incendiar”.

4.- El entender todos aunque hablaban en distintos idiomas. Esto significa que ocurre lo contrario de Babel. Allí existía el espíritu de soberbia, al querer levantar los hombres una torre tan alta que llegara hasta el cielo.  Dios los confunde. El hombre que se deja guiar por su espíritu egoísta llega a esta conclusión: Aquí no hay quien se entienda. Y eso es muy real en nuestros días: Ni se entienden los padres con los hijos; ni los profesores con los alumnos; ni los propios esposos entre sí.  No digamos nada de los políticos. La misma Iglesia tiene mucha necesidad de “unidad”.  Ahora más que nunca, necesitamos la presencia del Espíritu para que todos hablemos el mismo lenguaje: el lenguaje del amor. Entonces y sólo entonces nos entenderemos todos.

PREGUNTAS

1.- ¿Caigo en la cuenta de la importancia del Espíritu en nosotros? ¿Me duelen las divisiones en la Iglesia? ¿Qué hago por superarlas?  

2.– Con la venida del Espíritu se crea un hombre nuevo, al estilo de Jesús. ¿Le ruego al Espíritu para poder alcanzarlo?

3.– Y yo, como cristiano, ¿qué idioma estoy usando?  ¿El de Babel o el de Pentecostés?

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