“Pero yo os digo”…
1.-Oración introductoria
Hoy, Señor, vengo a la oración a pedirte que no me conforme con cualquier cosa, que no me limite a hacer lo que hace todo el mundo, aunque esté mal. Me pides que supere el borreguismo y me distinga por mi afán de superación, de ser distinto, de estrenar un camino nuevo, el camino iniciado por Jesús. Jesús, te pido parecerme cada día un poquito más a ti, seguirte y poner mis pies en las huellas que Tú dejaste mientras caminaste por los caminos de Palestina.
2.- Del santo Evangelio según san Mateo 5, 20-26
Porque os digo que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil”, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la condena de la gehenna del fuego. Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo.
3.- Qué me dice el texto.
Meditación-reflexión
Nos hemos acostumbrado a una moral de mínimos. Y cuando queremos probar lo buenos que somos, decimos: “Yo ni robo ni mato” En la ley de Jesús, uno no es bueno simplemente por evitar el mal. Dios no se conforma con que dejemos de ser malos. Quiere de nosotros algo más. Uno de los elogios más bellos que se han dicho de Jesús es éste: “Pasó por la vida haciendo el bien” (Hch. 10,38). Qué bella sería mi vida si, desde que me levanto hasta que me acuesto sólo tuviera una preocupación, es más, una obsesión: “hacer el bien”. Hacer el bien a todo el que se me ponga por el camino: sea blanco o negro; sea hombre o mujer; sea cristiano o no lo sea. El sol no sale sólo para los buenos, sino también para los malos. La lluvia no cae sólo sobre los campos de los que alaban al Señor; también sobre los campos de los que le blasfeman. En el A.T. estaba prohibido presentar a Dios para el sacrificio “víctimas defectuosas” (Lev. 22,20). Allí se trataba de defectos físicos. En la Nueva Ley, no se puede ofrecer a Dios nada “si carece de amor”. La falta de amor es un defecto sustancial.
Palabra del Papa
“A los que están heridos por divisiones históricas, les resulta difícil aceptar que los exhortemos al perdón y la reconciliación, ya que interpretan que ignoramos su dolor, o que pretendemos hacerles perder la memoria y los ideales. Pero si ven el testimonio de comunidades auténticamente fraternas y reconciliadas, eso es siempre una luz que atrae. Por ello me duele tanto comprobar cómo en algunas comunidades cristianas, y aun entre personas consagradas, consentimos diversas formas de odio, divisiones, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, y hasta persecuciones que parecen una implacable caza de brujas. ¿A quién vamos a evangelizar con esos comportamientos? Pidamos al Señor que nos haga entender la ley del amor. ¡Qué bueno es tener esta ley! ¡Cuánto bien nos hace amarnos los unos a los otros en contra de todo! Sí, ¡en contra de todo! A cada uno de nosotros se dirige la exhortación paulina: “No te dejes vencer por el mal, antes bien vence al mal con el bien”. Y también: “¡No nos cansemos de hacer el bien!”. Todos tenemos simpatías y antipatías, y quizás ahora mismo estamos enojados con alguno. Al menos digamos al Señor: “Señor yo estoy enojado con éste, con aquélla. Yo te pido por él y por ella”. Rezar por aquel con el que estamos irritados es un hermoso paso en el amor, y es un acto evangelizador. ¡Hagámoslo hoy! ¡No nos dejemos robar el ideal del amor fraterno! (S.S. Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium, n. 100-101).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado.
5.- Propósito. Durante todo el día me comprometo a hacer el bien a todos que me encuentre en mi camino.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Hoy, al terminar mi oración, quiero salir convencido de que no puedo ser buen cristiano simplemente por evitar el mal. El no hacer el bien ya es un mal. Por eso me comprometo a ser un cristiano de verdad. No quiero ser cristiano de medio pelo, cristiano de apariencia, cristiano de buenas formas, sino cristiano de los pies a la cabeza. Por eso, Señor, te quiero imitar haciendo como norma de mi vida PASAR POR LA VIDA HACIENDO SIEMPRE EL BIEN,
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