“El Padre Celestial no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños«.
1.- Introducción
Espíritu Santo, dame tu luz en este momento de oración. Con la confianza de un niño ante su papá, a quien considera muy cercano, te pido docilidad para escuchar tu palabra y seguirla como una dócil oveja sigue a su pastor. Jesús, concédeme el don de buscar -con la sencillez y la nobleza de un niño- el amor, el cariño y la ternura de un Dios que ya está llegando en Navidad.
2.- Lectura reposada del evangelio. Mateo 18, 12-14
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde, ¿acaso no deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella, que por las noventa y nueve que no se le perdieron. De igual modo, el Padre Celestial no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños«.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión
En este capítulo 18 de Mateo, llamado capítulo eclesial, el evangelista nos propone las condiciones necesarias para toda comunidad cristiana. Y Jesús nos dice que lo primero para entrar en el reino de los cielos es hacerse niño. ¿Qué cualidades observamos en los niños?
- Mientras es niño vive en una gozosa dependencia del papá. Ser cristiano es disfrutar de tener a un Dios que es mi Abbá, mi papá.
- El niño no tiene pasado. Y, por lo tanto, no tiene prejuicios: todos son sus tatos, sus familiares. Recibe todo lo que le dan: un caramelo, un juguete, y también sabe recibir un beso de un desconocido. El niño se deja querer.
- El niño va descubriendo todo y se deja sorprender. Y ser cristiano es dejarse sorprender por Dios. Un Dios maravilloso que nos levanta para darnos su beso en la mejilla.
- El niño tiene un futuro por delante, desea hacer un año más, vive impulsado por una ley, la ley del crecimiento. En nuestra vida espiritual nunca hay que decir: ¡basta! La muerte nos tiene que sorprender ¡vivos!
Palabra autorizada del Papa
“Hay una relación entre Dios y nosotros pequeños: Dios, el grande y nosotros pequeños. Dios, cuando debe elegir a las personas, también a su pueblo, siempre elige a los pequeños. Dios elige a su pueblo porque es el más pequeño, tiene menos poder que los otros pueblos. Hay un diálogo entre Dios y la pequeña raza humana. También la Virgen María dijo: «El Señor ha mirado la humillación de su sierva». El Señor ve el corazón. El Señor elige según sus criterios y elige a los débiles y los humildes, para confundir a los poderosos de la tierra. Y siempre habrá un diálogo entre nuestra pequeñez y la grandeza del Señor”. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 21 de enero de 2014, en Santa Marta).
4.- Qué me dice ahora a mí esta palabra que acabo de meditar. (Guardo silencio).
5.-Propósito Seré delicado con el Señor y evitaré todo aquello que no le gusta a Dios.
6.- Dios me ha hablado hoy a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Gracias, Señor, porque te has revelado a los pequeños. Ya sabes que yo no puedo presumir de grandezas; tampoco las necesito. Sí puedo presumir de ser un niño que necesita de su Papá. Mi orgullo es el tener un Padre tan bueno, tan maravilloso, tan comprensivo y misericordioso. De eso me gloriaré y de nada más.
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