“Lo engendrado en ella es obra del Espíritu Santo.
1.-Oración introductoria.
Señor, me impresionan estas palabras del Ángel acerca de María: “Lo engendrado en ella es obra del Espíritu Santo”. ¿Qué pasa entre María y el Espíritu? María, por ser siempre fiel al Espíritu, se ha topado con el Misterio. No ha intentado abrirlo, descubrirlo, sino que ha cargado con él y se ha fiado plenamente de Dios. Dame, Señor, la gracia de aceptar de Ti aquello que me rebasa, me trasciende y no acabo de entender. Más que entenderte, Dios mío, quiero creerte y fiarme de Ti.
2.- Lectura reposada del evangelio: Mateo 1, 18-24
La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros». Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión.
Resulta difícil aceptar la postura de José, el hombre justo, dispuesto a repudiar en secreto a María. Él no quería denunciarla porque también a la mujer “desposada” que se le sorprendía en adulterio, se le mandaba apedrear. Y había decidido “repudiarla en secreto”, es decir, darle el divorcio. ¿En qué situación hubiera quedado la Virgen? La Virgen necesitaba a José más que nunca. Unas relaciones dentro de los “desposorios” no era ningún escándalo. Hay autores que van por otro camino mucho más convincente: Cuando María da señales de embarazo, José percibe que María está tocada por el misterio de Dios. Y, ante la cercanía de Dios, todo hombre religioso tiende a huir. Y piensa: María está llena de Dios. María es demasiado para mí. ¡No la merezco! Lo mismo que hizo Pedro ante la pesca milagrosa: “Apártate de mí, no merezco estar contigo”. Y Jesús le dijo: “No tengas miedo” (Lc. 5,8-10). Es lo que el Ángel le dice a San José: “No temas tomar contigo a María”. Aquí se descubre la gran humildad de José, el hombre que quiere vivir en el anonimato, sin ningún protagonismo de nada. ¿Qué vio Dios en María para ser elegida como madre suya? “Ha mirado la pequeñez de su esclava” (Lc. 1,48). ¿Y qué ha visto Dios en San José para ser el que asuma el oficio de padre de Jesús? Su gran humildad. Notemos que José asume este oficio en calidad de “igualdad” con su esposa. Pensemos en la queja cariñosa de la madre a Jesús: “Por qué has hecho esto con nosotros? Tu padre y yo angustiados te buscábamos” (Lc. 2,48). Tu padre y yo siempre juntos: juntos caminamos, juntos te buscamos, juntos sufrimos por Ti. En este matrimonio nadie es más que nadie.
Palabra del Papa
“También san José tuvo la tentación de dejar a María, cuando descubrió que estaba embarazada; pero intervino el ángel del Señor que le reveló el diseño de Dios y su misión de padre putativo; y José, hombre justo, “tomó consigo a su esposa” y se convirtió en el padre de la familia de Nazaret. Toda familia necesita al padre. Hoy nos detenemos sobre el valor de este rol, y quisiera iniciar por algunas expresiones que se encuentran en el Libro de los Proverbios, palabras que un padre dirige al propio hijo y dice así: “Hijo mío, si tu corazón es sabio, también se alegrará mi corazón: mis entrañas se regocijarán, cuando tus labios hablen con rectitud”. No se podría expresar mejor el orgullo y la conmoción de un padre que reconoce haber transmitido al hijo lo que cuenta de verdad en la vida, o sea, un corazón sabio….Ahora, continúa el padre, cuando veo que tú tratas de ser así con tus hijos, y con todos, me conmuevo. Soy feliz de ser tu padre”. Y así, es lo que dice un padre sabio, un padre maduro”. (Audiencia S.S. Francisco, 4 de febrero de 2015).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio)
Señor, quiero que Tú me mires con la mirada con que miraste a María y a José. Para eso necesito ser humilde. Tus ojos se inclinan siempre hacia lo pequeño, lo pobre, lo sencillo, lo insignificante. Haz, Señor, que evite toda vanagloria, orgullo, soberbia. Que me sienta feliz, plenamente feliz, sencillamente porque Tú te has fijado en mí y, a pesar de mis pecados, me has amado y me sigues amando.
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