“Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre,
ahí estoy Yo en medio de ellos” (Mt. 18,20)
Nuestra reunión de oración y alabanza debe ser Carismática desde el comienzo, es decir, abierta al poder del Espíritu, y a la manifestación de los Carismas, que deben ser habituales en ella.
Un grupo de oración Carismático no consiste simplemente en reunirse para rezar una ó dos horas a la semana: un grupo Carismático tiene que ser renovador, para conseguir que sus participantes, con la Gracia de Dios, sientan cómo sus vidas se van transformando poco a poco, para caminar y crecer en el Espíritu.
Estas reuniones son para nosotros el instrumento y el medio vital en el que nos movemos para buscar y seguir a Jesucristo, viviendo una relación profunda con El, como esencia de toda vida cristiana. Sólo los renovados por el Espíritu pueden aportar, a su vez, renovación espiritual a la Iglesia.
La meta a la que el Espíritu nos invita al grupo y a cada hermano en particular, es siempre que todo miembro se sienta aceptado, bienvenido y amado por los demás.
TE ALABARÉ Y TE GLORIFICARÉ
FE EXPECTANTE
El grupo de oración en la Renovación Carismática se caracteriza por la fe expectante, es decir, una fe que espera firmemente que Dios realizará lo que ha prometido. Con frecuencia muchos "creyentes" no esperan ver realizadas las cosas que dicen creer. Su esencia, experiencia y características ha sido definida por la Iglesia como un don del Espíritu para nuestro momento histórico, considerando un carisma de actualización de la gracia de Pentecostés.
Los Grupos de Renovación son grupos abiertos y a sus asambleas de oración pueden asistir todas las personas que lo deseen, siempre, que estén dispuestos a asumir la autoridad espiritual de los Servidores del grupo y a observar las normas que para el buen orden hayan sido establecidas.
Todo Grupo de Oración es una comunidad de hermanos en la fe, con un número variable de integrantes, y que está dirigida por un Equipo de Servidores, quienes, con la guía del Espíritu Santo, tienen la responsabilidad de escuchar al Señor y conducir la asamblea de acuerdo a Su voluntad.
Los miembros de los Grupos se reunirán semanalmente en asamblea de oración de alabanza para manifestar la gloria y el poder del Señor, para elevar cánticos espirituales, la escucha de la Palabra y la apertura a las manifestaciones de los carismas del Espíritu Santo, siguiendo en todo momento la espiritualidad propia de la RCC, que transformando sus vidas y orientándola a imagen de Jesucristo y de su Evangelio.
Sus miembros deben tender hacia una madurez que los lleve a un compromiso mayor de pertenencia entre ellos y a la definición de su apostolado (c.f. Hch 2, 42).
EL ESPIRITU SANTO Y LOS CARISMAS
Creemos que es el Espíritu el que nos congrega en la Iglesia, y que esta Iglesia universal se manifiesta aquí y ahora en este grupo de creyentes reunidos en nombre de Jesús (Mt 18,20). Es el Espíritu de Jesús el que nos va formando más y más en el Cuerpo de Cristo, y lo realiza a través de los dones espirituales o carismas. Si, pues, nos reunimos con esta convicción profunda, «en el Espíritu», no podremos menos de experimentar lo que es la acción del Espíritu formando, transformando y unificando la comunidad cristiana.
EN LA ASAMBLEA SE MANIFIESTAN LOS CARISMAS
Es precisamente a través de sus dones o carismas que el Espíritu actúa en el grupo de oración. La reunión de oración es el marco adecuado para que se manifiesten estos dones. San Pablo insiste en el valor de los dones de la palabra, como la palabra de sabiduría, palabra de conocimiento, la profecía en la asamblea cristiana (cf.: 1 Co 12-14).
Todos los dones, tanto los de la palabra como los de fe, y los de servicio a la comunidad proceden del mismo y único Espíritu. «Según nuestra manera de ver y entender», dice K. Ranaghan, «los dones del Espíritu que se manifiestan en el Cuerpo de Cristo son acciones de Jesús, el Señor resucitado entre nosotros, que actúa a través de unos miembros de su cuerpo, abiertos y dóciles a las inspiraciones del Espíritu. Son pues, extensiones de la actuación de la Palabra viva de Dios en medio de nosotros, de Jesús. (Nota: K. RANAGHAN, «As the Spirit Leads Us», p. 52, Paulíst Press, N. Y. 1971).
DOCILIDAD Y DISPONIBILIDAD
Por lo tanto en la reunión de oración es muy importante que todos y cada uno participen buscando al Señor y estando atentos al Espíritu Santo. En la asamblea donde se dé esta fe expectante en la actuación del Señor, por su Espíritu, a través de sus dones espirituales o carismas; donde haya gran docilidad y disponibilidad al Espíritu, se dará la manifestación de tales dones, en su gran diversidad, según las necesidades de la comunidad. «Cuando os reunís, cada cual puede tener un salmo, una instrucción, una revelación, un discurso en lenguas, una interpretación; pero que todo sea para edificación» (1 Co 14,26).
ELEMENTOS QUE NOS IDENTIFICAN
- Acogida
- Invocación al Espíritu Santo.
- Oración de Alabanza, Adoración y Acción de Gracias
- Oración en Lenguas.
- Profecía.
- Lectura de la Palabra-Compartir la Palabra
- Enseñanza.
- Testimonios.
- Peticiones- Padre Nuestro.
- Canto a la Virgen María
DESARROLLO DE LA ORACION
ACOGIDA: Es habitual en nuestras reuniones un cálido recibimiento, del cual se encargan normalmente unos hermanos que son los que constituyen el ministerio de acogida. En la acogida se dan los saludos, después los cantos que nos van llevando poco a poco a la oración.
INICIO DE LA ORACIÓN: La oración propiamente dicha empieza cuando el hermano que la dirige invita a los asistentes a ponerse en presencia de Dios, y se invoca la asistencia del Espíritu Santo, pues como dice la Escritura: nosotros no sabemos orar como conviene y el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad.
ALABANZA: Es la característica fundamental de la oración en los grupos de la Renovación
”La oración, es la elevación del espíritu hacia Dios", y la oración de alabanza, es decirle a Dios que es nuestro Salvador. Integra las otras formas de oración y las lleva hacia Aquel que es su fuente y su término: un solo Dios, el Padre del cual proceden todas las cosas y por el cual somos nosotros” ( CIC 2639). Por otra parte, “alabar a Dios”, su ser, sus hechos y acciones es reconocernos, implícitamente a nosotros mismos y valorarnos, porque hemos sido creados a su imagen y semejanza.
“Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor” (Ef 5, 19; Col 3, 16). Como los autores inspirados del Nuevo Testamento, las primeras comunidades cristianas releen el libro de los Salmos cantando en él el Misterio de Cristo. ( CIC 2641)
La Alabanza debe ser comunitaria: Todos unidos en la armonía, orden, sencillez que nos da el Espíritu Santo. Y debe ser espontánea y sincera, manifestando los sentimientos que Él nos inspira: Sanación Liberación. Alegría compartida que se expresa en nuestras palabras”: Gloria, Aleluya, Santo, Bendito seas, y se debe manifestar con todo nuestro ser: alzar las manos, moviendo el cuerpo, desde lo más profundo del corazón, llena de gozo y alegría.
La Alabanza puede apoyarse en la Palabra de Dios: Está al alcance de todos, es un precioso recurso, no sólo para iniciar la oración de Alabanza, sino para profundizarla, crecer en ella y meditarla como María. En la medida que dejamos penetrar la Palabra en nuestra mente y corazón, nuestro yo se transforma a la imagen de Jesús, va creando una profunda conversión que abarca toda la vida.
Las canciones varían de acuerdo con el tema de la oración. Pueden ser largas ó cortas, efusivas ó de meditación, adaptándose al momento, y deben ser guiadas por el Espíritu Santo, hasta llevarnos a la adoración, a sentirnos realmente en la presencia del Señor, y desear sólo reposar en sus brazos, contemplarlo y escucharlo.
En los momentos de alabanza, también incluimos la Acción de Gracias: Agradecemos el don de la Fe, la llegada del Reino, la Muerte y Resurrección de Jesús. Damos gracias por la salud, la enfermedad, y lo hacemos en el gozo, en la tristeza, en las tribulaciones. La acción de Gracias brota del corazón y experimenta el Amor de Dios.
SILENCIO: Como se decía en el apartado anterior la alabanza nos lleva al silencio, a estar en presencia del Señor con reverencia y recogimiento, a contemplarlo a escucharlo.... No podemos nunca confundir la alegría de la alabanza con el jaleo, la auténtica alabanza nos ha de llevar siempre a la escucha del Señor. Nosotros le hablamos y cantamos, pero lo verdaderamente importante es que vayamos a oír su voz.
LA PALABRA DEL SEÑOR: La oímos fundamentalmente de dos maneras: al proclamar una lectura de la Sagrada Escritura y también cuando hay una profecía.
LA LECTURA DE LA PALABRA: Hay grupos que piden en fe la palabra al Señor, si la oración es hablar con el Señor, seguro que Él tiene algo que decirnos hoy para el grupo. Es un don que da el Señor a algunas personas el elegir la palabra apropiada. Puede llevarse una lectura preparada, que hayan discernido los servidores que es buena para el grupo ese día, o también una de la cual se sacará la enseñanza... Lo importante es no marchar a casa sin haber oído la palabra de Dios. Después de oír e interiorizar la palabra lo normal es que respondamos al Señor. La oración basada en la Palabra es una plegaria que el Señor siempre escucha.
PROFECÍA: En esta actitud llega el mensaje de Dios a la Asamblea: Es el don de Profecía. El Señor desde dentro te invita a decir algo y tú no debes acallar esa fuerza. Para reflexionar, a menudo llegan otras que complementan la primera. Se recomienda escribirlas para ser discernidas en la reunión de Servidores. La Profecía, como los demás Carismas, debe siempre ser usada con orden. El desorden confunde, desalienta, escandaliza., da una falsa imagen de la RR.CC. Como dijo San Pablo en su carta a los Corintios, el desorden no construye, sino que destruye.
Se puede guardar silencio después de la Profecía ( así como después de escuchar la Palabra de Dios y después de la enseñanza), para interiorizarla, discernirla y asumirla ).
ENSEÑANZA: La Enseñanza debe ser breve (10 a 20 minutos). No es un discurso ni un debate de ideas .El que la realiza necesita tener el Carisma de la Enseñanza, una Fe Viva y Formación Doctrinal religiosa. La persona que vaya a Impartir la Enseñanza debe prepararse en oración, documentarse, leer, y no confiar en que Dios lo hará todo (eso es iluminismo). Dar la enseñanza con docilidad a la acción del Espíritu Santo. Hacer lo que nos dice San Pablo; “examinadlo todo y quedaos con lo mejor”. ( 1Tes.5, 19-21)
TESTIMONIOS: Relatamos alguna experiencia vital o algún favor recibido, buscando siempre la Gloria de Dios. Un auténtico Testimonio debe referirse a lo que el Señor ha hecho en nuestra vida, para estimular la fe de los hermanos y edificar a la comunidad. Un buen Testimonio debe tener las siguientes características: Ser real, breve y cristocéntrico, para así exhortar a los demás a que alaben y glorifiquen al Señor.
Es conveniente que el testimonio sea escuchado previamente por un servidor u otra persona madura en la fe, para que lo pueda discernir con la debida anticipación.
AVISOS: Los avisos deberán ser cortos, claros y concretos. ¿Qué avisos deben darse en el grupo? Cualquier actividad que se programe para el propio grupo, comunicaciones a nivel diocesano, regional, nacional y las actividades como: retiros, asambleas etc., que son de interés y crecimiento para los miembros del grupo.
PETICIONES Y PADRENUESTRO: “Al Señor le agrada que le pidamos, que reconozcamos su Bondad” (Jn. 16, 23-24)
Las peticiones se harán cuando estemos todos cogidos de la mano, formando un corro. Deberán ser concretas, no excesivamente largas, y que no sean repetición de otras. Al final se puede decir: “y te pedimos por todo lo que cada uno llevamos en el corazón”. Debemos pedir con fe y en nombre de Jesús, pues fue El quien nos dijo: “Pedid y se os dará, buscad y hallaréis”.(Lc. 11,9).
Después de rezar al unísono el Padre Nuestro, el Avemaría y el Gloria, nos deseamos mutuamente la Paz, pues para que el Señor nos escuche debemos estar reconciliados con Dios, con nosotros mismos, y con los hermanos.
DESPEDIDA: Los Servidores despiden amablemente a los hermanos. Se puede entonar un canto final a MARIA.
ALGUNAS RECOMENDACIONES PRÁCTICAS
Vivir el grupo con sencillez, como los primeros cristianos que se reunían como nos cuentan los Hechos de los Apóstoles (Hch. 2.42-47).
¿Y si existen personas que tienen dificultad para orar y participar en nuestras reuniones? SIMON TUGWELL O.P. inglés, teólogo, da el siguiente consejo: Ora como puedes y no como no puedes. Con otras palabras: no hay que buscar el imitar a los demás, ni orar, ni cantar en voz alta solamente porque los demás lo hacen. Tenemos que ser nosotros mismos.
Nos puede ayudar el cerrar los ojos sin fijar la atención en los demás: si entran o salen, si ponen tal o cual cara. Que nos sintamos libres, con la libertad de los hijos de Dios
Es convertirnos en niños, no tener vergüenza, ni respetos humanos. Dejarnos llevar por él. Poner la mirada sólo en el Espíritu que nos lleva a Dios: Y Él hará su trabajo: nos inspirará las palabras, los movimientos…
En nuestras intervenciones tener en cuenta el sentido de la oportunidad. Para esto hay que saber escuchar. Por ejemplo si estamos en la alabanza, no introduzcas peticiones o testimonios que rompen el ritmo de la oración.
No es preciso preparar la oración, sino estar preparados para rezar. No se da la improvisación. No se sigue un plan preestablecido. Sin embargo hay un hilo conductor que enlaza desde el principio hasta el final: cantos, alabanzas, acción de gracias, intervenciones, lecturas… según una cierta temática, que al terminar podamos responder a la pregunta ¿Por dónde fue hoy la oración?
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