“Una gran muchedumbre, al oír lo que hacía, acudió a él”.
1.- Oración introductoria.
Señor, dame la gracia de seguirte con el entusiasmo y fervor de aquellas multitudes que tan cerca querían estar de ti, que prácticamente “te estrujaban”. Haz que te siga de cerca, pero no por curiosidad, no por interés, sino por necesidad. Tengo necesidad de ti. Sin Ti me siento solo y perdido, sin norte, sin horizonte, sin perspectiva, sin esperanza. Señor, si Tú me dejas, ¿adónde iré?
2.- Lectura sosegada del evangelio. Marcos 3, 7-12
Jesús se retiró con sus discípulos hacia el mar, y le siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y Sidón, una gran muchedumbre, al oír lo que hacía, acudió a él. Entonces, a causa de la multitud, dijo a sus discípulos que le prepararan una pequeña barca, para que no le aplastaran. Pues curó a muchos, de suerte que cuantos padecían dolencias se le echaban encima para tocarle. Y los espíritus inmundos, al verle, se arrojaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero él les mandaba enérgicamente que no le descubrieran.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-Reflexión.
En este sumario de Marcos llama la atención cómo la fama de Jesús desborda Galilea, incluso el mismo territorio de Palestina. Le llegan personas de Tiro y de Sidón. No cabe duda de que Jesús fascinaba a la gente. Jesús interesaba. Interesaban sus palabras, llenas de bondad y de esperanza; interesaban sus gestos, llenos de cercanía y de ternura; interesaban sus “silencios” llenos de misterio. Se ha hablado mucho del llamado “secreto mesiánico” en este evangelista. Hace cosas portentosas, como la vuelta a la vida de una joven que acaba de morir y dice que guarden silencio. Eso no se puede ocultar. Pero Jesús no quiere que se queden en el milagro, aunque sea portentoso. El gran milagro lo guarda para el final, después de su muerte. Es en la Resurrección donde se revelará del todo, se manifestará como Hijo de Dios, y nos llevará a todos a la vida auténtica y definitiva. El que se embarca con Jesús, sabe que Jesús lo lleva a la “otra orilla”. Por eso, mientras estamos en este mundo, Jesús nos sorprende, pero la sorpresa última, la definitiva, nos la reserva para la otra vida.
Palabra del Papa.
La multitud que acude a Jesús desde cualquier región. Encuentra en el Señor una esperanza, porque su forma de actuar, de enseñar, toca su corazón, llega al corazón, porque tiene la fuerza de la Palabra de Dios… ¡Jesús salva! Estas sanaciones, estas palabras que llegan al corazón son el signo y el inicio de una salvación. El recorrido de la salvación de muchos que comienzan a ir a escuchar a Jesús o a pedir una sanación y después vuelven a Él y sienten la salvación. ¿Pero lo más importante de Jesús es que sane? No, no es lo más importante. ¿Qué nos enseña? No es lo más importante. ¡Que salva! Él es el Salvador y nosotros somos salvados por Él. Y esto es más importante. Y ésta es la fuerza de nuestra fe. (Papa Francisco, homilía en Santa Marta)
4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra ya meditada. (Silencio)
5.- Propósito: Hoy daré gracias a Diospor ser cristiano y porque en Jesús yo encuentro la respuesta a los grandes interrogantes de la vida.
6.- Hoy Dios me ha hablado a través de su Palabra, Ahora yo le respondo con mi oración
Cristo, Tú has sido, eres y serás siempre la respuesta definitiva a los más profundos anhelos y aspiraciones que llevo dentro. Haz que yo conozca el misterio de mi persona para poder valorar a los demás. Haz que viva una vida de profundidad; que no me sacie con cualquier cosa, que sea un eterno inconformista, es decir, que no ajuste mi vida a los valores de este mundo.
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