INTRODUCCIÓN
En este día conmemoramos: La fiesta de Santa María, madre de Dios, el tema de la paz y el estreno del Año Nuevo. María, al estar limpia de todo pecado, vive en un eterno Paraíso. María es el verdadero paraíso de Dios. La única que puede estrenar un calendario siempre nuevo y sin posibilidad de mancharlo. La única que puede darnos una “paz paradisiaca”. La única que puede decir: Este Niño que llevo en mis brazos, a quien acuno con infinita ternura, es Dios. ¡Adoradlo!…
LECTURAS
1ª Lectura: Num. 6,22-27. 2ª Lectura: Gal. 4,4-7
EVANGELIO
Lc.2,16-21
Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
REFLEXIÓN
1.- El tema de la paz (Primera lectura). Aquí, en el libro de Números, se nos habla de una de las más bellas bendiciones del A.T. “El Señor te bendiga, ilumine su rostro sobre ti, se fije en ti y te conceda la paz”. María recoge en esta bendición, todas las bendiciones importantes del A.T. Las de los patriarcas, profetas, reyes… Y las mujeres más relevantes como Sara, Rebeca, Judit, Ester, tienen sentido profético. Son importantes porque ellas remitían a María, la madre de Jesús. María, al estar llena de Dios, puede transmitir y empapar este nuestro mundo de bendiciones, especialmente de la paz… No olvidemos que María, al no tener pecado original, nunca ha sido expulsada del paraíso. Es más, Ella es un “verdadero paraíso”. Paraíso siempre recién estrenado y nunca manchado. Ella es personalmente la que encarna el verdadero sueño de Dios sobre la humanidad. En ella encontramos el verdadero proyecto de Dios sobre el mundo. Ella es lo que todos estábamos llamados a ser. Y como no tuvo pecado, puede pasear por el paraíso con Dios “a la brisa de la tarde”. La paz que nos da María es nada menos que la “paz paradisíaca” donde “el lobo habitará con el cordero y pastarán juntos el becerro y el león” (Is. 11,6s). La bestialidad del hombre debe desaparecer e implantarse en el mundo la auténtica convivencia humana.
2.– La plenitud del tiempo (Segunda lectura). Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, en la plenitud del tiempo. Un tema muy aparente para pensar hoy. Con Jesús comienza el verdadero tiempo. No el tiempo cronológico sino el tiempo en plenitud, el tiempo con sentido. Con la venida de Cristo se nos da la oportunidad de dejar el tiempo viejo, el del egoísmo, de las envidias, rivalidades, injusticias…y estrenar un nuevo tiempo, un Año Nuevo. A todos los que iniciamos algo nuevo nos gusta entrar “con buen pie”. Y también “con buena mano”. Y María es para nosotros hoy, al comienzo del Nuevo Año, una “mano cercana, cariñosa, maternal”. Y también con Ella podemos entrar en al año con “buen pie” Podemos pisar en las huellas que María nos dejó. Nos enseña a no ser superficiales, vulgares, mediocres. Ella nos abre la puerta al asombro, a la sorpresa, a la admiración. Ella es “La llena de gracia”. Y, desde su plenitud, nos llama a una vida plena, rebosante de alegría y de felicidad. María es la única criatura que jamás ha defraudado a Dios. La única que puede decir realmente a Dios con la esposa de los Cantares: “Entra, Amor mío, en tu jardín y come de sus frutos exquisitos”. Y estos frutos exquisitos nos los ofrece también a nosotros, que somos sus hijos.
3.– Evangelio. María “guardaba todo esto en su corazón”. ¿Qué es esto que guardaba María? El misterio de Dios hecho hombre en sus entrañas. Hace unos años tuve la suerte de visitar Éfeso. En una de las Basílicas, actualmente en ruinas, tuvo lugar el tercer Concilio Ecuménico en el 431. Allí se proclamó a María, Madre de Dios. Las crónicas nos dicen que, mientras los padres conciliares deliberaban dentro del Templo, el pueblo estaba fuera “rezando”. Al conocer la definición… sacaron a hombros a los padres conciliares y con antorchas encendidas iniciaron una procesión llena de aclamaciones a ¡Santa María, Madre de Dios! El Concilio, de ninguna manera, quiso decirnos que María fuera la “engendradora de Dios” en el sentido de que sin ella Dios no hubiera existido. Esto sería una gran herejía. Pero sucede que si el hijo de una pobre mujer llega a ser ministro, Presidente, o Papa, esa mujer es la madre del ministro, del presidente o del Papa. Como María dio a luz a Jesús -que era Dios- se le llama la madre de Dios. Y esa misma madre nos la entregó Jesús a todos nosotros en la Cruz para que también fuese madre nuestra. Por eso cada uno de nosotros puede decir con admiración y gozo: ¡LA MADRE DE DIOS ES MI MADRE!
PREGUNTAS
1.- ¿Sé que no puedo vivir en paz sin contar con Dios? ¿Me preocupa el estar yo en paz para poder dar paz a los demás?
2.- ¿Caigo en la cuenta de la cantidad de tiempo que he perdido en este año pasado? ¿Cómo lo voy a recuperar en este Año Nuevo?
3.- ¿Suelo dar gracias a Jesús por el regalo que nos hizo al darnos por madre a su propia madre?
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