Francisco nos invita a no “tenerle miedo a la diversidad”, al contrario, nos dice, “hay que alegrarse de vivir esta diversidad.” La diversidad de carismas, de tradiciones teológicas y rituales, es algo positivo. La diversidad entre los cristianos nunca debe ser causa de división. Dios ama la diversidad, es signo de la presencia del Espíritu Santo. Pues, dice el Papa, “si nos guiamos por el Espíritu Santo, la riqueza, la variedad, la diversidad nunca provocan un conflicto”.
Oremos para que el Espíritu Santo nos ayude a reconocer “el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.
"No hay que tenerle miedo a la diversidad de carismas en la Iglesia. Al contrario, hay que alegrarse de vivir esta diversidad.
Ya en las primeras comunidades cristianas, diversidad y unidad estaban muy presentes y en una tensión que debe resolverse en un plano superior.
Más aún. Para avanzar por el camino de la fe necesitamos también el diálogo ecuménico con los hermanos y hermanas de otras confesiones y comunidades cristianas.
No como algo que confunde o que molesta, sino como un regalo que Dios hace a la comunidad cristiana para que crezca como un solo cuerpo, el cuerpo de Cristo.
Pensemos, por ejemplo, en las Iglesias Orientales. Tienen unas tradiciones propias, unos ritos litúrgicos característicos, pero mantienen la unidad de la fe. La refuerzan, no la dividen.
Si nos guiamos por el Espíritu Santo, la riqueza, la variedad, la diversidad nunca provocan un conflicto.
El Espíritu nos recuerda que ante todo somos hijos amados de Dios. Todos iguales en el amor de Dios y todos diferentes.
Oremos al Espíritu Santo para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica".
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