+ Miguel Ángel Tobías Matute
“Aunque camine por
cañadas oscura nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cañado me
sosiegan” (Sal 23,4)
Nos reunimos para una dolorosa despedida. Decimos adiós a
nuestro hermano Miguel Ángel. Lo hacemos en el silencio y la oración, tratando
de expresar en este momento su fe y la nuestra.
Ni la muerte nos arrebata de la mano del Señor. Tampoco esta
muerte ha arrebatado a Miguel Ángel de la mano del Señor, el Pastor de todos.
“EL SEÑOR ES MI PASTOR”
El Señor es mi pastor, nada me falta.
En verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
- Nada me faltará ni ahora que me falta la vida: mis más profundos deseos quedarán enteramente satisfechos, mis ansias de plenitud saciadas. Él es y ha sido mi guía por todos los caminos.
- Aunque camine por cañadas oscuras,nada temo, porque tú vas conmigo:tu vara y tu cayado me sosiega.
- La muerte es oscura cañada y negra noche. He de confesar que he temido y temo. Pero sé, sé con certeza, que me acompañas. Señor Jesús, tú que también descendiste a los abismos vacíos de la muerte. Noto a mi lado el roce de la cruz. Temo sí, pero sé que me acompañas y confío en ti.Preparas una mesa ante mí,enfrente de mis enemigos,me unges la cabeza con perfume,y mi copa rebosa.
- Ya lo decías por medio del profeta. “Un banquete de manjares suculentos dará el Señor en el monte Sión” (Is 25,6). Me preparas la mesa de tu Reino. Me revistes de gracia y de belleza. Me sientas a la mesa, como tantas veces en la Eucaristía. Y tú mismos pasarás a mi lado como servidor.
me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
- Miro hacia atrás, Señor Jesús, mi Pastor, y he de reconocer que tu bondad y misericordia –difíciles de comprender tantas veces- me han acompañado siempre en los días de mi vida. Déjame decir y decirte con sencillez que espero que me recibas en tu casa para disfrutar de ti, Señor, Pastor amigo, por años sin término.
Bien unidos entre nosotros, como seguidores de Jesús, en
nombre de nuestro y de Miguen ángel a quien despedimos, decimos la oración que
Jesús nos enseñó:
PADRE NUESTRO QUE ESTÁS
EN EL CIELO
Líbranos de todos los males y desgracias, Señor, líbranos de
la soledad, de la desesperanza y de la muerte, mientras aguardamos la gloriosa
venida de nuestro Salvador Jesucristo.
TUYO ES EL REINO, TUYO
EL PODER
Nuestro hermano descansa en la paz de Dios, en las manos
llagadas y luminosas de Jesús, el Señor, nuestro Pastor para siempre. Amén.
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