GRUPO DE LA HOSPITALIDAD NTRA. SRA. DE LOURDES DE LA RIOJA
PASTORAL DE LA SALUD
DÍA 11 DE CADA MES EN LA CAPELLANIA DEL HOSPITAL SAN PEDRO DE LOGROÑO ( 18.00 h.)
Sesión 1
Discípulos misioneros: Tú compromiso es necesario.
1. Oración y Palabra de Vida
Nos preparamos con un momento de silencio, para acoger al Señor en nuestra vida. Dejemos que el Espíritu Santo nos llene de su presencia, nos abra el corazón a la Palabra de Dios y nos lleve al encuentro de Jesucristo. Que sea Él quien nos haga comprender cuál es el camino que hemos de seguir en la Misión. Así se lo pedimos unidos en esta invocación
Ven a mí, Espíritu Santo,
Espíritu de Sabiduría:
dame mirada y oído interior
para que no me apegue a las cosas materiales,
sino que busque siempre las realidades del Espíritu.
Ven a mí, Espíritu Santo,
Espíritu de amor:
haz que mi corazón
siempre sea capaz de más caridad.
Agua de vida eterna,
concédeme la gracia de llegar
a contemplar el rostro del Padre
en la vida y en la alegría sin fin.
Amén.
(Oración de san Agustín)
* Proclamación de la Palabra de Dios:
El programa práctico de las bienaventuranzas, camino de santidad, ilumina y santifica la vida del discípulo misionero. Volvamos a escuchar a Jesús, con todo el amor y el respeto que merece el Maestro. Permitámosle que nos golpee con sus palabras, que nos desafíe, que nos interpele a un cambio real de vida. Sin Él, la santidad no existiría.
Del Evangelio según san Mateo (5,3-12):
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y, tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
Palabra de Dios.
Momento de silencio para la reflexión personal.
* Oración comunitaria:
Tú nos ofreces en la Bienaventuranzas el camino de la vida nueva, tu Reino de justicia, de amor y de paz.
Sabemos que somos pobres, que nos conformamos muchas veces con una vida superficial y mediocre, pero tu presencia despierta en nosotros el deseo de seguirte.
Realiza el milagro de hacernos semejantes a Ti, de que no nos cansemos nunca de seguir tus pasos.
Que descubramos que la felicidad está unida a la misericordia, pues esta es el corazón palpitante del Evangelio.
Nos sabemos amados y perdonados; haz que nuestro corazón sea capaz de ver las necesidades de nuestros hermanos y haz que nuestras manos acojan y acompañen.
Que no seamos víctimas de la indiferencia, del egoísmo; que sigamos el camino de tu amor. Amén.
2. Tema para la reflexión.
“La pastoral de la santidad: Las bienaventuranzas”
Jesús explicó con toda sencillez qué es ser santos cuando nos dejó las bienaventuranzas, que definen la identidad del cristiano de todos los tiempos (cf. Mt 5,3-12; Lc 6,20-23). Si hoy nos preguntamos qué tenemos que hacer para ser santos, la respuesta es sencilla: vivir lo que Jesús nos dice en el Sermón de las Bienaventuranzas.
La palabra “bienaventurado” pasa a ser sinónimo de “santo”. Solo la persona que es fiel al Evangelio y vive entregada al proyecto de Dios para su vida alcanza la verdadera felicidad (GE 64).
Vamos a interiorizar de forma personal lo que nos dicen cada una de las Bienaventuranzas, haciendo una lectura serena y profunda del resumen que el Papa Francisco hace de cada una de ellas en el capítulo tercero de la exhortación “Alegraos y Regocijaos”:
* Ser pobre en el corazón, pobre de espíritu y de vida sencilla, esto es santidad.
* Reaccionar con humilde mansedumbre, con serenidad, esto es santidad.
* Saber llorar con los demás, esto es santidad.
* Buscar la justicia con hambre y con sed, recordando que vivir según la voluntad de Dios se manifiesta en la justicia con los indefensos, esto es santidad.
* Mirar y actuar con misericordia, buscando siempre perdonar y comprender, esto es santidad.
* Mantener el corazón limpio de todo lo que mancha el amor, saber amar y ser capaz de ver a Dios en la vida, esto es santidad.
* Sembrar la paz a nuestro alrededor, con creatividad, sensibilidad y capacidad de ir contracorriente, esto es santidad.
* Aceptar cada día el camino del Evangelio aunque nos traiga problemas, esto es santidad.
Para llegar a ser verdaderos discípulos misioneros, tenemos que confrontar nuestra vida a la luz de las Bienaventuranzas, sabiendo que es el camino más recto hacia la santidad y la forma más eficaz de realizar la Misión a la que todos estamos llamados.
Tú estás llamado a la santidad, a ser santo. Tú parroquia o comunidad quiere caminar a tu lado para ayudarte a conseguirlo. No podemos conformarnos con un planteamiento teórico que no se traduzca en decisiones pastorales prácticas, que nos ayuden a renovarnos bajo el signo de las Bienaventuranzas y a convertirnos en los discípulos misioneros que nuestra diócesis necesita.
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En la exhortación apostólica «Gaudete et Exsultate», el Papa Francisco reflexiona sobre el llamado a la santidad en el mundo actual. A continuación, 10 frases inspiradoras:
1. Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra. (p. 14)
2. Ojalá puedas reconocer cuál es esa palabra, ese mensaje de Jesús que Dios quiere decir al mundo con tu vida. Déjate transformar, déjate renovar por el Espíritu, para que eso sea posible, y así tu preciosa misión no se malogrará. (p. 24)
3. No tengas miedo de la santidad. No te quitará fuerzas, vida o alegría. Todo lo contrario, porque llegarás a ser lo que el Padre pensó cuando te creó y serás fiel a tu propio ser. Depender de Él nos libera de las esclavitudes y nos lleva a reconocer nuestra propia dignidad. (p. 32)
4. Quien de verdad quiera dar gloria a Dios con su vida está llamado a obsesionarse, desgastarse y cansarse intentando vivir las obras de misericordia (p. 107)
5. Será difícil que nos ocupemos y dediquemos energías a dar una mano a los que están mal si no cultivamos una cierta austeridad (...) En medio de esta vorágine actual, el Evangelio vuelve a resonar para ofrecernos una vida diferente, más sana y más feliz.(p.108)
6. No podemos plantearnos un ideal de santidad que ignore la injusticia de este mundo, donde unos festejan, gastan alegremente y reducen su vida a las novedades del consumo, al mismo tiempo que otros solo miran desde afuera mientras su vida pasa y se acaba miserablemente. (p. 23)
7. Jesús explicó con toda sencillez qué es ser santos, y lo hizo cuando nos dejó las bienaventuranzas (cf. Mt 5,3-12; Lc 6,20-23). Son como el carnet de identidad del cristiano. (..) En ellas se dibuja el rostro del Maestro, que estamos llamados a transparentar en lo cotidiano de nuestras vidas. (p. 63)
8. Cuando el corazón ama a Dios y al prójimo (cf. Mt 22,36-40), cuando esa es su intención verdadera y no palabras vacías, entonces ese corazón es puro y puede ver a Dios. Mantener el corazón limpio de todo lo que mancha el amor, esto es santidad. (p. 86)
9. No creo en la santidad sin oración, aunque no se trate necesariamente de largos momentos o de sentimientos intensos. (p. 147)
10. Se trata de ser artesanos de la paz, porque construir la paz es un arte que requiere serenidad, creatividad, sensibilidad y destreza. Sembrar paz a nuestro alrededor, esto es santidad. (p. 89)
3. Reflexionamos y compartimos
1. A la luz de las Bienaventuranzas, ¿cuál es el testimonio que tenemos que dar los cristianos para ser testigos felices y creíbles del Evangelio? Comparte experiencias de vida de cómo lo haces.
2. Para ser verdadero discípulo misionero, ¿a qué conversión te llama el Señor en tu vida personal, familiar, social, laboral…?
3. ¿Qué medios o acciones concretas encuentras en tu comunidad y que te están ayudando a descubrir plenamente tu bautismo y a ser consecuente con él? ¿Qué pedirías a tu párroco y a los demás miembros de tu comunidad para poder conseguirlo?
4. El 17 de Noviembre el Obispo hizo el envío de los discípulos misioneros. Muchos de los presentes en aquella celebración eucarística respondieron afirmativamente y asumieron el ser enviados. Ahora te toca a ti: ¿estás dispuesto/a a arriesgar, a dar el paso, a ser discípulo misionero? ¿Estás dispuesto/a a entregar tu tiempo y a comprometerte?
4. Oración por la Misión
Te damos gracias, Padre,
por amarnos tan entrañablemente.
Gracias, Señor Jesús, por redimirnos,
por enviarnos a anunciarte,
por hacernos testigos de tu amor sin fronteras,
de tu predilección por los más pobres.
Conviértenos a ti, sé nuestro aliento.
Queremos transformarnos, ser Iglesia en salida,
creyentes en estado de misión permanente.
Danos vigor, audacia, para llegar a todos,
para acoger, cuidar y acompañar a todos:
a los que te celebran cada día,
a los que se alejaron de tu casa,
a los que todavía no conocen cómo eres.
Espíritu de Dios, sé tú la llama
que arda en nuestra palabra, en nuestras obras,
en nuestro corazón, sin consumirse.
Virgen de Valvanera, Patrona y Madre nuestra;
que nuestra fe, como la tuya, sea
fidelidad de roble, fecundidad de fuente,
colmena de esperanza y caridad. Amén.
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