1.- Oración introductoria
Señor, en el evangelio de hoy me quieres dar una gran lección: el valor de lo pequeño. Con sólo “cinco panes y dos peces” alimentaste a cinco mil hombres. ¡Qué cosas tan bonitas haces con lo pequeño! Elegiste a una muchacha sencilla y pobre para que fuera tu Madre. Y con un poco de pan y un poco de vino hiciste el milagro permanente de la Eucaristía. Tal vez yo sólo puedo ofrecerte “lo poco que tengo, lo poco que valgo, lo poco que soy”. ¿Qué harás, Señor, “con estos pocos”?
2.- Lectura reposada de la Palabra de Dios. Marcos 6, 34-44
Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas. Era ya una hora muy avanzada cuando se le acercaron sus discípulos y le dijeron: «El lugar está deshabitado y ya es hora avanzada. Despídelos para que vayan a las aldeas y pueblos del contorno a comprarse de comer». Él les contestó: «Dadles vosotros de comer». Ellos le dicen: «¿Vamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?» Él les dice: «¿Cuántos panes tenéis? Id a ver». Después de haberse cerciorado, le dicen: «Cinco, y dos peces». Entonces les mandó que se acomodaran todos por grupos sobre la verde hierba. Y se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los fueran sirviendo. También repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron. Y recogieron las sobras, doce canastos llenos y también lo de los peces. Los que comieron los panes fueron cinco mil hombres.
3.- Qué dice el texto del evangelio.
Meditación-reflexión
De nuevo, la palabra “compasión”. De nuevo, sus entrañas se conmueven, le dan un vuelco. ¿Por qué? La gente que te había seguido entusiasmada, “no tenía qué comer! Y me pregunto: ante tantos niños que cada día se mueren de hambre, ¿Se conmueven mis entrañas? A veces, decimos: hay que meterse en la piel del otro. Pero si nos quedamos en la piel, sólo tendremos con nuestros hermanos un encuentro epidérmico, tangencial, superficial. Jesús nos dice: Hay que meterse “dentro de la piel del otro”. Hay que atravesar la piel y meterse dentro, por donde corre un flujo vital: la sangre, esa que viene del corazón y atraviesa todo el organismo. En este milagro de la multiplicación de los panes, ¡Qué distinta la postura de los discípulos y la de Jesús! Dicen los discípulos: “Despídelos”. Que vayan a comprarse ellos. Ante la presencia de los pobres, ¿cómo actuamos nosotros? Ve a Cáritas, a la Cruz Roja… La cuestión es quitarnos cuando antes el problema. ¿Qué dice Jesús? ¡Dadles vosotros de comer! Insisten: Sólo tenemos cinco panes y dos peces. Serían necesarios “doscientos denarios de pan”. Es nuestra respuesta habitual: Este problema deben resolverlos los ricos, los políticos, los banqueros… ¿Qué dice Jesús? Traedme lo que tenéis, aunque sea poco. Y vamos a compartirlo. Lo demás me lo dejáis a mí. Y todavía hay un detalle: “sobraron doce canastos”. ¿Hemos pensado en lo que se podría hacer con lo que a nosotros nos sobra?
Palabra del Papa
Jesús está en la orilla del lago Galilea, y está rodeado por “una gran multitud” atraída por “los signos que realizaba sobre los enfermos”. En Él actúa la potencia misericordiosa de Dios, que sana de todo mal de cuerpo y del espíritu. Pero Jesús no es solo sanador, es también maestro: de hecho sube al monte y se siente, en la típica actitud de maestro cuando enseña: sube sobre esa “cátedra” natural creada por su Padre celeste. Es este punto, Jesús, que sabe bien lo que va a hacer, pone a prueba a sus discípulos. ¿Qué hacer para dar de comer a toda esta gente? Felipe, uno de los Doce, hizo un cálculo rápido: organizando una colecta, se podrán recoger como máximo doscientos denarios para comprar pan, y aun así no bastaría para alimentar a cinco mil personas. Los discípulos razonan en términos de “mercado”, pero Jesús, a la lógica de comprar la sustituye con la del dar. Las dos lógicas, la del comprar y la del dar. Y así, Andrés, otro de los apóstoles, hermano de Simón Pedro, presenta a un joven que pone a disposición todo lo que tiene: cinco panes y dos peces; pero seguro -dice Andrés- no son nada para esa multitud. Pero Jesús esperaba precisamente esto. Ordena a los discípulos que hagan sentarse a la gente, después tomó esos panes y esos peces, dio gracias al Padre y los distribuyó. (Angelus de S.S. Francisco, 26 de julio de 2015).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Silencio)
5.- Propósito: Si hoy me encuentro con un pobre que pide limosna, le doy un euro y después le digo que me cuente su vida. Le escucho, le dedico parte de mi tiempo
6.- Dios me ha hablado hoy a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Te agradezco, Señor, el haber entendido, un poco más, el milagro del compartir. No se trata de tener mucho o poco. Se trata de poner a disposición de los demás lo que tenemos. Se trata de poner a disposición de los que no tienen, aquello que nosotros no necesitamos. No podemos gastar en cosas superfluas lo que nos sobra, sabiendo que otros hermanos nuestros no tienen lo necesario. Señor, hazme entender bien este evangelio.
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