1.- Oración introductoria.
2.- Lectura reposada del evangelio: Marcos 1, 14-20
Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: Decía: -El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva. Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: -Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres. Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él.
3.-Qué dice la palabra de Dios.
Meditación-Reflexión
En este evangelio nos sorprende que la llamada a los discípulos aparezca ya en el primer capítulo. Lo más lógico, como así hace Lucas, es ponerlo después de que Jesús ya ha actuado en público y es más conocido, tal vez ha hecho algún milagro…Pero San Marcos tiene prisa en poner a los discípulos ya desde el principio. Jesús y sus discípulos ya son algo inseparable. Cuando Jesús los manda a predicar, se corta la narración. Jesús no tiene nada que decir. Para Jesús, es muy importante resaltar el valor de la COMUNIDAD. Él llama y ellos le siguen. El discípulo es aquel que no deja a su Maestro ni a sol ni a sombra. El hecho de ir siempre en grupo es significativo. Vio a Simón y Andrés La acción parte de Jesús. “la mirada” se clava sobre estos hombres y en seguida Jesús “los llama”, llamada categórica, penetrante, poderosa. Cuando llama Dios no cabe ningún titubeo. El contenido de la llamada es “ir detrás de Jesús”. “Os haré”… Dejarse hacer… Discípulo es el que siempre se está haciendo. El Maestro siempre es Jesús. Los apóstoles siempre se llamarán “discípulos” es decir, siempre estarán aprendiendo. Pescadores de hombres. ¡Bonita tarea! Jesús quiere que nos realicemos plenamente como personas, que no dejemos nuestra vida a medio hacer, a medio llenar.
Palabra del Papa.
El Apóstol Andrés, con su hermano Pedro, al llamado de Jesús, no dudaron ni un instante en dejarlo todo y seguirlo: “Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron”. También aquí nos asombra el entusiasmo de los Apóstoles que, atraídos de tal manera por Cristo, se sienten capaces de emprender cualquier cosa y de atreverse, con Él, a todo. Cada uno en su corazón puede preguntarse sobre su relación personal con Jesús, y examinar lo que ya ha aceptado –o tal vez rechazado– para poder responder a su llamado a seguirlo más de cerca. El grito de los mensajeros resuena hoy más que nunca en nuestros oídos, sobre todo en tiempos difíciles; aquel grito que resuena por “toda la tierra […] y hasta los confines del orbe”. Y resuena también hoy aquí, entre nosotros y nos invita a perseverar con entusiasmo en la misión, una misión que necesita de nuevos mensajeros, más numerosos todavía, más generosos, más alegres, más santos. Todos y cada uno de nosotros estamos llamados a ser este mensajero que nuestro hermano, de cualquier etnia, religión y cultura, espera a menudo sin saberlo. En efecto, ¿cómo podrá este hermano –se pregunta san Pablo– creer en Cristo si no oye ni se le anuncia la Palabra? (Homilía de S.S. Francisco, 30 de noviembre de 2015).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio)
5.-Propósito: En este día me comprometo a hacer presente a Jesús en todo lo que haga.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Gracias por ese rato de oración. Quiero salir de ella convencido de que soy un privilegiado: me has mirado, me has llamado por mi nombre, te has comprometido a vivir siempre a mi lado y no dejarme nunca. Yo me siento feliz de estar siempre contigo, de ser siempre tu discípulo y estar así siempre aprendiendo de ti. Gracias, Señor
No hay comentarios:
Publicar un comentario