5. Rescatemos algunos tesoros de las Sagradas Escrituras, donde varias veces se habla de los jóvenes y de cómo el Señor sale a su encuentro.
ANTIGUO TESTAMENTO
6. En una época en que los jóvenes contaban poco, algunos textos muestran que Dios mira con otros ojos. Por ejemplo, vemos que José era el más pequeño de la familia (cf. Gn 37,2-3). Sin embargo, Dios le comunicaba cosas grandes en sueños y superó a todos sus hermanos en importantes tareas cuando tenía diecisiete años (cf. Gn 37-47).
7. En Gedeón, reconocemos la sinceridad de los jóvenes, que no acostumbran a edulcorar la realidad. Cuando se le dijo que el Señor estaba con él, respondió: « Si Yahvé está con nosotros, ¿por qué nos ocurre todo esto? » (Jc 6,13). Pero Dios no se molestó por ese reproche y redobló la apuesta por él: « Ve con esa fuerza que tienes y salvarás a Israel » (Jc 6,14).
8. Samuel era un jovencito inseguro, pero el Señor se comunicaba con él. Gracias al consejo de un adulto, abrió su corazón para escuchar el llamado de Dios: « Habla Señor, que tu siervo escucha » (1 S 3,9-10). Por eso fue un gran profeta que intervino en momentos importantes de su patria. El rey Saúl también era un joven cuando el Señor lo llamó a cumplir su misión (cf. 1 S 9,2).
9. El rey David fue elegido siendo un muchacho. Cuando el profeta Samuel estaba buscando al futuro rey de Israel, un hombre le presentó como candidatos a sus hijos mayores y más experimentados. Pero el profeta dijo que el elegido era el jovencito David, que cuidaba las ovejas (cf. 1 16,6-13), porque « el hombre mira las apariencias, pero Dios mira el corazón » (v. 7). La gloria de la juventud está en el corazón más que en la fuerza física o en la impresión que uno provoca en los demás.
10. Salomón, cuando tuvo que suceder a su padre, se sintió perdido y dijo a Dios:
« Soy un joven muchacho y no sé por dónde empezar y terminar » (1 R 3,7). Sin embargo, la audacia de la juventud lo movió a pedir a Dios la sabiduría y se entregó a su misión. Algo semejante le ocurrió al profeta Jeremías, llamado a despertar a su pueblo siendo muy joven. En su temor dijo: « ¡Ay Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven » (Jr 1,6). Pero el Señor le pidió que no dijera eso (cf. Jr 1,7), y agregó: «de ellos, porque yo estoy contigo para librarte (Jr 1,8). La entrega del profeta Jeremías a su misión muestra lo que es posible si se unen la frescura de la juventud y la fuerza de Dios.
« Soy un joven muchacho y no sé por dónde empezar y terminar » (1 R 3,7). Sin embargo, la audacia de la juventud lo movió a pedir a Dios la sabiduría y se entregó a su misión. Algo semejante le ocurrió al profeta Jeremías, llamado a despertar a su pueblo siendo muy joven. En su temor dijo: « ¡Ay Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven » (Jr 1,6). Pero el Señor le pidió que no dijera eso (cf. Jr 1,7), y agregó: «de ellos, porque yo estoy contigo para librarte (Jr 1,8). La entrega del profeta Jeremías a su misión muestra lo que es posible si se unen la frescura de la juventud y la fuerza de Dios.
11. Una muchachita judía, que estaba al servicio del militar extranjero Naamán, intervino con fe para ayudarlo a curarse de su enfermedad (cf.2 R 5,2-6). La joven Rut fue un ejemplo de generosidad al quedarse con su suegra caída en desgracia (cf. Rt 1,1-18), y también mostró su audacia para salir adelante en la vida (cf. Rt 4,1-17).
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