1.- Oración introductoria.
Hoy, Señor, vengo a Ti con una sola intención: que me des el don del Espíritu Santo. Es el supremo bien. Si lo tengo a Él, lo tengo todo. Si no lo tengo, pronto se nota: me aburre la oración, me cuesta aceptar a ciertas personas, hago las cosas sin interés y sin ilusión, me quejo de todo, incluso yo soy una carga para mí mismo. Pero si tu Espíritu Santo me acompaña, el desierto de este mundo se convierte en jardín. Y la vida se convierte en “carga ligera” que se acepta con gusto.
2.- Lectura reposada del evangelio. Juan 3, 7-15
En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «No te asombres de que te haya dicho: Tienes que nacer de lo alto. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu». Respondió Nicodemo: «¿Cómo puede ser eso?» Jesús le respondió: «Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas cosas? En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio. Si no creen al decirles cosas de la tierra, ¿cómo van a creer si les digo cosas del cielo? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna».
3.- Qué dice el texto
Meditación-reflexión
Jesús compara al Espíritu Santo con el viento. Por definición, el viento es el aire en “movimiento”. El Espíritu Santo tiene una misión: mover nuestros corazones hacia el bien. En esta tarea no tiene descanso ni de día ni de noche. Al viento no lo ves, pero lo sientes cuando roza tu cuerpo. En la montaña, en días de bochorno, aparece como “una suave brisa que refresca y acaricia”. Y es hermoso dejarse acariciar por Dios. San Juan de la Cruz lo definirá como “el soplo de los aires amoroso”. Jesús, con cierta ironía, dice a Nicodemo: Y tú, maestro de Israel, ¿no sabes estas cosas? Nicodemo sólo sabe las cosas que se enseñan acá abajo, en las escuelas rabínicas. Ese saber es intelectual, propio para las discusiones. Pero los que tienen el Espíritu que viene de arriba, tienen un saber experimental: gustan, saborean, se deleitan con las cosas de Dios. Ese Espíritu nos lo ha entregado Jesús, el que bajó del cielo, y con Él nos trajo una experiencia inefable. Desde ahora la credibilidad no la tendrán los que “quieren subir” para ser más que los demás, sino los que “quieren bajar” para ser como los demás y vivir en una sana y gozosa fraternidad.
Palabra del Papa
No se comprende bien si no entendemos lo que Jesús nos dice en el Evangelio. Jesús dice a los judíos: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces conoceréis que soy yo». En el desierto ha sido por tanto elevado el pecado, pero es un pecado que busca la salvación, porque se cura allí. El que es elevado es el Hijo del hombre, el verdadero Salvador, Jesucristo. El cristianismo no es una doctrina filosófica, no es un programa de vida para sobrevivir, para ser educados, para hacer las paces. Estas son las consecuencias. El cristianismo es una persona, una persona elevada en la Cruz, una persona que se aniquiló a sí misma para salvarnos; se ha hecho pecado. Y así como en el desierto ha sido elevado el pecado, aquí que se ha elevado Dios, hecho hombre y hecho pecado por nosotros. Y todos nuestros pecados estaban allí. No se entiende el cristianismo sin comprender esta profunda humillación del Hijo de Dios, que se humilló a sí mismo convirtiéndose en siervo hasta la muerte y muerte de cruz, para servir. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 8 de abril de 2014, en Santa Marta).
4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra. (Silencio).
5.- Propósito: Hoy me comprometo a no poner ningún obstáculo al Espíritu Santo. Que haga en mí lo que quiera.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, te quiero agradecer el supremo don del Espíritu Santo. Está siempre al acecho: me sigue, me persigue, me acosa. Sólo quiere que le dé entrada en mi corazón. Y, cuando Él está dentro, yo soy otro. Yo nazco de nuevo. Me encanta hacer oración por la mañana y después hacer el bien a todos durante todo el día. Me encanta la Naturaleza, me encanta el encuentro con las personas; me encanta el poder quitar dolor y sufrimiento en este mundo y hacer la vida más agradable a las personas. Todo es obra del Espíritu.
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