1.- Oración introductoria.
Señor, qué bonito el tema de la oración de este día: el tema de la auténtica y verdadera libertad. Todos proclaman la libertad, también aquellos judíos que se enfrentaron contigo. Pero si no se tiene una libertad interior del corazón, podemos aparentar ser libres por fuera y, en realidad, ser esclavos por dentro. Dame, Señor, la libertad que Tú has venido a traernos a este mundo.
2.- Lectura reposada del evangelio Juan 8, 31-42
En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres». Ellos le respondieron: «Nosotros somos descendencia de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?» Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo. Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre. Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres. Ya sé que sois descendencia de Abraham; pero tratáis de matarme, porque mi Palabra no prende en vosotros. Yo hablo lo que he visto donde mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído donde vuestro padre». Ellos le respondieron: «Nuestro padre es Abraham». Jesús les dice: «Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham. Pero tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre». Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; no tenemos más padre que a Dios». Jesús les respondió: «Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que Él me ha enviado.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-Reflexión
La palabra libertad es una palabra muy manoseada, muy gastada. Hay mucha gente que se cree libre por el hecho de vivir en democracia. Este evangelio nos da pautas de una verdadera libertad. “La verdad os hará libres” Y la verdad sólo habita en las personas auténticas, personas coherentes, personas en quienes no hay desfases entre lo que creen y lo que viven; entre lo que dicen y lo que hacen. “Todo el que comete pecado se hace esclavo del pecado”. He conocido a jóvenes que han muerto víctimas de la droga. De ellos he escuchado frases como ésta: “yo soy libre y hago con mi cuerpo lo que quiero”. Y esa “libertad” les llevó a una vida desgraciada y a una muerte prematura. Muchos, como ellos, tienen la libertad de “estar encadenados”. El que bebe es esclavo del alcohol; el que fuma es esclavo del “cigarrillo” (tan diminuto y puede más que él). El mujeriego es esclavo del sexo. Si nos libera Jesús somos realmente libres. Libres para amar, libres para servir, libres para hacer lo que debemos hacer. Y esta libertad me da una inmensa alegría. Libre es el que es hijo de Dios, vive en la casa de Dios su Padre y no es esclavo de nada ni de nadie.
Palabra del Papa
“Los doctores de la ley no entendían la alegría de la promesa; no entendían la alegría de la esperanza; no entendían la alegría de la alianza. ¡No entendían! No sabían ser felices, porque habían perdido el sentido de la felicidad, que solamente viene de la fe. Nuestro padre Abraham ha sido capaz de ser feliz porque tenía fe: se ha hecho justo en la fe. Estos habían perdido la fe. ¡Eran doctores de la ley, pero sin fe! Y aún más: ¡habían perdido la ley! Porque el centro de la ley es el amor, el amor por Dios y por el prójimo. […]Esta es la vida sin fe en Dios, sin confianza en Dios, sin esperanza en Dios. Y su corazón estaba petrificado. De este modo es triste ser creyente, sin alegría, y no hay alegría cuando no hay fe, cuando no hay esperanza, cuando no hay ley, sino solamente las prescripciones, la doctrina fría. La alegría de la fe, la alegría del Evangelio es el criterio de la fe de una persona. Sin alegría esta persona no es un verdadero creyente. Abraham, vuestro padre, exultó en la esperanza de ver mi día. Lo vio y se llenó de alegría. Les exhorto a pedir al Señor la gracia de ser exultantes en la esperanza, la gracia de poder ver el día de Jesús cuando nos encontremos con Él y la gracia de la alegría. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 26 de marzo de 2015, en Santa Marta).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio)
5.-Propósito. Buscar la coherencia entre mi fe y lo que haga en este día.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Gracias, mi Dios, por haber entendido mejor el tema de la libertad. En verdad sólo cuando estoy cerca de ti me siento libre y siento ganas de gritar, saltar y respirar este aire sano y limpio de la verdadera libertad. Yo quiero organizar mi vida pensando en hacer felices a los demás. Y haciendo felices a los otros y sirviendo de corazón a mis hermanos soy yo mismo y me realizo como persona.
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