DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
16 DE JUNIO DE 2019
16 DE JUNIO DE 2019
De santo Evangelio según san Juan 16, 12-15
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros.
Oración introductoria
Señor, creo que estás presente aquí y ahora, dispuesto a derramar tu luz en mi oración. Tengo la confianza en que me darás la gracia que necesito para crecer en el amor y poder así dar el testimonio que puede acercar a otros a querer experimentar también tu presencia. Gracias por tu amor, por tu inmensa generosidad, te ofrezco mi vida y todo mi esfuerzo.
Petición
Espíritu Santo, aumenta mi fe para que ninguna distracción me aparte del gozo de poder experimentar tu cercanía y tu amor.
Meditación del Papa
En el dolor, en el peligro, en la amargura de la incomprensión y de la ofensa, las palabras del Salmo abren nuestro corazón a la certeza consoladora de la fe. Dios está siempre cerca -también en las dificultades, en los problemas, en las tinieblas de la vida- escucha, responde y salva a su modo. Pero es necesario saber reconocer su presencia y aceptar sus caminos, como David huyendo humillado de su hijo Absalón, como el justo perseguido del Libro de la Sabiduría, como el Señor Jesús en el Gólgota. Y cuando, a los ojos de los impíos, Dios parece no intervenir y el Hijo muere, entonces es cuando se manifiesta a todos los creyentes la verdadera gloria y el cumplimiento definitivo de la salvación. Que el Señor no dé fe, nos ayude en nuestra debilidad y nos haga capaces de creer y de rezar en toda angustia, en las noches dolorosas de la duda y en los largos días de dolor, abandonándonos con confianza a Él, que es nuestro "escudo" y nuestra "gloria". Benedicto XVI, 7 de septiembre de 2011.
Reflexión
Mucho tengo todavía que deciros...
Cristo tiene todavía muchas cosas por decirte. Él quiere hablarte al oído, al corazón. Quiere verte a los ojos y, con sólo su mirada, decirte que te ama. Él es el Maestro, el Señor. Y sus palabras son palabras de vida eterna, alimento para nuestras almas.
Pero quizá tampoco ahora estemos preparados para digerir lo que Cristo nos quiere decir. Quizá aún vemos demasiado con los ojos de la carne y pensamos demasiado como los hombres y no como Dios. Quizá todavía vivimos apegados a las cosas de la tierra y no hemos aprendido aún a poner nuestros ojos y nuestro corazón en los bienes del cielo. Debemos por tanto aprender a abrir nuestras almas a la luz nueva de Cristo. Una luz que ilumina nuestras vidas y la historia del mundo haciéndonos descubrir la mano amorosa y providente de Dios. Aprenderemos a ver todo desde Dios, con los ojos de Dios. Entonces seremos los golosos de Dios. Llegaremos así a saborear, degustar, paladear el plan magistral y la maravillosa acción de Dios en la historia de la salvación.
Es cuestión de ser dóciles al Espíritu Santo, al Espíritu de la verdad. Él nos llevará hasta la verdad plena. Nos anunciará lo que ha de venir. Nos enseñará a leer los signos de los tiempos, a ver la mano de Dios en todos los acontecimientos de nuestra vida ordinaria, a amar los caminos misteriosos y fascinantes por los cuales conduce al hombre y a la creación entera a la instauración total en Cristo.
Propósito
Hacer una oración de agradecimiento a Dios por el don de mi fe, preferentemente ante el Santísimo.
Diálogo con Cristo
Jesús, no dejes que la pereza o el desaliento dominen mi determinación de vivir siempre en tu presencia. Dame tu gracia y el amor que me mueva a hacer rendir todos los dones con los que has colmado mi vida.
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