“El grano brota y crece, sin que él sepa cómo”
1.-Oración introductoria.
Señor, dame la gracia de la humildad. Soy muy poca cosa. Algo así como una pequeña semilla. No quiero presumir ni de un gran árbol, ni de un pequeño arbusto. Soy una semilla pequeña, insignificante, pero con un gran poder interno que no es mío, que Tú mismo me has dado. Dame hoy la gracia de aceptarme como soy: pequeño como una semilla. Pero con muchas posibilidades si te dejo a ti el lugar que te corresponde.
2.- Lectura reposada del evangelio. Marcos 4, 26-34
También decía: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega». Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra». Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.
3.- Qué dice el texto bíblico.
Meditación-reflexión.
El reino de Dios irrumpe. Nos trasciende y nos desborda. Esa trascendencia creadora de Dios es primordial para entender el evangelio. Ciertamente la semilla necesita buena tierra, pero hay alguien invisible que la cuida. “El grano brota y crece sin que él sepa cómo”. Ciertamente hay algo misterioso y que únicamente podremos descubrir con una mirada “contemplativa”. Una mujer que ha quedado embarazada, ¿qué sabe de biología, de ciencias naturales? Y, sin dejar su trabajo ordinario, ella no es consciente de ese maravilloso taller que lleva dentro. Se está construyendo la maravilla del ojo, del oído, del corazón, del cerebro… de la persona. Y todo “sin saber cómo”. Decía Jesús: ¡Mirad cómo crecen los lirios en la primavera! No crecen porque esté ahí el agricultor “tirando de ellos”. Crecen con toda su belleza, con la caricia del aire, con la caricia del sol, con la caricia del agua, con la caricia de Dios. Hay que dejarse trabajar por Dios. El agricultor, después de haber depositado la semilla, se ha ido tranquilo a descansar. Y está seguro que, al tiempo de la siega, habrá cosecha. Y cuando Dios mete sus manos divinas y amorosas, aunque sea en la tierra y el barro, sabe hacer cosas primorosas. Me pregunto: ¿Quién soy yo? Un bello poema de Dios.
Palabra del Papa
El evangelio de hoy está formado por dos parábolas muy breves: la de la semilla que germina y crece por sí, y la del grano de mostaza…Podemos tener confianza, porque la palabra de Dios es palabra creadora, destinada a volverse ‘el grano lleno en la espiga’. Esta parábola si es acogida, trae seguramente sus frutos, porque Dios mismo la hace germinar y madurar a través de caminos que no siempre podemos verificar y de una manera que no conocemos. Y de una manera que no sabemos.
Todo esto nos hace entender que es siempre Dios quien hace crecer su Reino. Por esto rezamos tanto, ‘Qué venga tu Reino’. Es él quien lo hace crecer, el hombre es su humilde colaborador, que contempla y se alegra de la acción creadora divina y espera con paciencia los frutos. La palabra de Dios hace crecer, da vida. Y aquí quiero recordarles la importancia de tener el Evangelio, la Biblia al alcance de mano. El Evangelio pequeño en la cartera, en el bolsillo, debe nutrirnos cada día con esta palabra viva de Dios. Leer cada día un párrafo del Evangelio o un párrafo de la Biblia. Por favor no se olviden nunca de esto, porque esta es la fuerza que hace germinar en nosotros la vida del Reino de Dios. (Homilía de S.S. Francisco, 14 de junio de 2015).
4.- Qué me dice esta palabra hoy a mí. (Guardo silencio).
5.- Propósito. Saldré hoy al campo y miraré la Naturaleza con mirada contemplativa.
Señor, hoy quiero agradecerte tu presencia oculta y escondida, pero eficaz y misteriosa en la Naturaleza. Que sepa admirarte y decirte con el salmista: Señor, Dios nuestro, ¡Qué admirable eres en toda la tierra! Que sepa también descubrirte vivo y presente en mi corazón. Que mi oído interno sepa escuchar el latido de tu corazón cerca del mío.
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