Se dice que <<Al árbol hay que enderezarlo desde pequeño>>
Efectivamente, desde pequeños hemos de cuidar nuestra vida y vigilar nuestro corazón. Las cosa buenas que hacemos, los deseos buenos que tenemos, las acciones buenas que pensamos, todos tienen su fuente en el corazón. Por eso, si queremos obrar bien, hemos de cuidar que las actitudes que salen de nuestro corazón sean puras y buenas.
El libro del Eclesiástico nos habla de la calidad del hombre, que está en el fondo de su corazón y aparece en su palabra. Dios que está en lo más íntimo. conoce todo el hombre (Eclesiástico 27,5-8)
Alabemos al Señor porque su amor no tiene fin.
El hombre se va transformando poco a poco, esforzándose cada día, purificando su intención y haciendo buenas sus actitudes. Porque la perfección ha de conseguirse desde dentro. Pero contamos con el Señor, que nos ayuda y nos dará la victoria (1Corintios 15,54-58).
Si el corazón es bueno, es como el tesoro del que salén cosas de mucho valor. Si es malo, es como un saco roto, del que no se saca nada. 8Lc 6,39-45).
1. Dios conoce el corazón del hombre
¿ Qué ocurriría si un día el trigo podrido dijera : <<Me voy a a pintar para ser vendido como bueno>>? ¿ Qué pasaría si los vasos rotos de una alfarería, dijeran.<< Nos vamos a pintar un poco para pasar por vasos de primera calidad>>? ¿Qué pasaría con el árbol salvaje de dijera. << Me voy a vestir de hojas para aparecer como un árbol frutal>? No por eso dejarían de ser trigo podrido, vasos rotos y árbol salvaje.
Así ocurre en el corazón del hombre. Uno puede decir.: << Yo voy a despistar, voy a engañar, voy a esconder mis actos>>. Pero Dios conoce el corazón profundamente. Y a él no podemos engañarle. No vale aparecer como bueno si no lo soy, ni como generoso si soy un egoista. Tengo que trabajar para que mi corazón sea bueno, generoso y fraterno.
2. Jesús cambia nuestro corazón
El corazón suele ser como una esponja. A la esponja, si se la tiene siempre en agua, es suave y está siempre llena y fresca. Si se la olvida en su rincón, se seca y ya no sirve para limpir, sino que se hace dura e hiriente
Así le pasa también al corazón. Cuando lo empleamos para amar, servir, ayudar, compadecernos, perdonar... el corazón es bueno, está limpio y es sincero. Cuando no se le emplea más que para <<el yo>> egoista, entonces el corazón se seca, se hace duro, se inutiliza.
La Biblia dice. <<Dios os quitará el corazón de piedra y os pondrá en su lugar un corazón de carne>>.
Esto lo hace en nosotros Jesucristo. Muerto y resucitado. él nos alcanza del Padre un corazón de hijos, capaz de amar.
Pero nosotros hemos de esforzarnos para trabajar cada día, de modo que nuestro corazón sea como el de Cristo, lleno de mansedumbre y humilde.
Que el Señor, cuya eucaristía celebramos , Nos transforme en él. Y que al comulgar su Cuerpo y su sangre, nos asimile, de modo que nuestro corazón se transforme como un corazón como el suyo.
Me ha gustado mucho la propuesta
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