1.- Oración introductoria.
Hoy, Señor, podría ser mi día, un día dedicado a los sacerdotes; pero no puedo disfrutarlo porque veo la enorme diferencia que hay entre tu sacerdocio y el mío. Tú viviste para darte, para entregarte, para servir a los que más lo necesitaban. Yo no acabo de entregarme del todo, me cuesta soltar amarras y desprenderme de las cosas. Por eso, quiero comenzar esta oración pidiéndote perdón por mi falta de entrega, por mi comodidad, por mi incongruencia. ¡Ayúdame a cambiar!
2.- Lectura reposada del Evangelio. Jn 17, 1-2.9. 14-26
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo:
«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le has dado.
Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».
3.- Qué dice el texto
Explicación-reflexión
Hay unas grandes diferencias entre el Sacerdocio de la Antigua Alianza y el Nuevo.
1) En el sacerdocio antiguo todo se hacía por “separación”. Se elegía a una Tribu, la de Leví. De ella a una familia: la de Aarón; y de ella se “separaba” a una persona para ejercer el culto a Dios. En el N.T. Jesús todo lo hace por “cercanía”. Está con el pueblo, no le dejan tiempo ni para comer, le estrujan antes de entrar en una casa y llega hasta “tocar” los enfermos. Él llega a decir:”Misericordia quiero y no sacrificios” (Mt. 9,13).
2). El sacerdocio antiguo es “cultual” está dedicado al culto y a la ofrenda de sacrificios de animales. El de Cristo es “existencial”. A Jesús no se le ve llevando corderitos al Templo. “Él es el cordero” que ofrecerá su propia vida en la Cruz. Por eso San Pablo dirá a los cristianos de Roma:” Os exhorto, hermanos…a que os ofrezcais vosotros mismos como un sacrificio vivo, santo, agradable a Dios. Tal debería ser vuestro culto espiritual” (Ro. 12,1).
3) En el sacerdicio antiguo se distinguía muy bien “la ofrenda y el oferente”. En el sacerdocio de Jesús los dos se identifican. No cabe en el sacerdocio de Jesús el ofrecer sin ofrecerse; el dar, sin darse; el vivir sin morir a uno mismo.
Palabra del Papa.
El Papa destacó la riqueza de ejercer el ministerio de Cristo Sacerdote, «no buscando sus propios intereses, sino la gloria de Jesucristo, procurando mantener siempre vivo el don de la alegría perenne y la verdadera caridad». «Al ejercer, en la parte que les corresponde, la función de Cristo, Cabeza y Pastor, permaneciendo unidos al Obispo y bajo su dirección; esfuércense por reunir a los fieles en una sola familia, de forma que en la unidad del Espíritu Santo, por Cristo, puedan conducirlos al Padre. Tengan siempre presente el ejemplo del buen Pastor, que no vino para que le sirvieran, sino para servir, y para buscar y salvar lo que estaba perdido». (Papa Francisco).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto que acabi de meditar. (Silencio)
5.- Propósito. Vivir en este día lo que he celebrado en el Altar.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, al acabar esta meditación, me pregunto: Yo, ¿de qué sacerdocio soy? ¿Del Antiguo Testamento que, por el hecho de ser sacerdote tenía unos grandes privilegios, o del Sacerdocio de Jesús que “dió la vida” por amor a sus ovejas? Sé darme, entregarme, gastarme en favor de los demás? ¿O me gusta vivir bien y aprovecharme de ser sacerdote? ¿Sirvo a las ovejas o me sirvo de ellas? Ayúdame a ser sacerdote según tu corazón.
ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO POR UCRANIA
Tú que nos enseñaste que a la diabólica insensatez de la violencia se responde con las armas de Dios, con la oración y el ayuno, ten piedad de nosotros, aleja la guerra y demás violencias malignas y permítenos llegar a soluciones aceptables y duraderas a esta crisis, basadas no en las armas, sino en un diálogo profundo.
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