El servicio del catequista dentro de la Iglesia es muy antiguo. Ya en el Nuevo Testamento encontramos que se llama maestros a los encargados de enseñar la vida cristiana a los que van a recibir el bautismo y el mismo evangelista Lucas escribe su evangelio con afán de transmitir las cosas que se han vivido en su tiempo para dar una enseñanza sólida y segura y fuerza a cuantos han recibido el Bautismo.
Desde sus orígenes, la comunidad cristiana ha ido generando nuevos ministerios para el desarrollo de su misión. Unos ayudan en la celebración de la eucaristía, otros sirven a los necesitados, otros colaboran en el anuncio del Evangelio, entre los más lejanos, como los misioneros, y entre los más cercanos.
Son los catequistas, más de 85.000 en la Iglesia en España, los que han recibido el encargo de la Iglesia de acompañar en la fe, por medio de la formación, a quienes se preparan para dar un paso más en la vivencia de esa fe. Es el Espíritu Santo el que mueve el corazón de los cristianos para servir a la Iglesia en cualquiera de sus servicios, también en el de catequista.
Catequistas son los bautizados que ejercen en la comunidad el servicio de transmitir la enseñanza de los apóstoles, de los evangelistas y de toda la Iglesia de manera organizada, en estrecha relación con las circunstancias del tiempo presente y de las circunstancias en que viven los catecúmenos. La Iglesia reconoce este servicio como una expresión concreta del carisma personal que ayuda notablemente al crecimiento de la misión evangelizadora.
La historia de la evangelización de estos dos milenios muestra la eficacia de la misión de los catequistas. Laicos, hombres y mujeres animados por una gran fe y auténticos testigos de santidad que, en algunos casos, fueron además fundadores de Iglesias y llegaron incluso a dar su vida al servicio de la catequesis, a fin de que la fe fuese un apoyo válido para la existencia de cada persona.
Algunos, además, reunieron en torno a sí a otros hermanos y hermanas que, compartiendo el mismo carisma, constituyeron órdenes religiosas dedicadas completamente al servicio de la catequesis.
También en nuestros días, muchos catequistas capaces y constantes están al frente de comunidades en diversas regiones y desempeñan una misión insustituible en la transmisión y profundización de la fe. Para continuar esa misión, el Espíritu llama a nuevos catequistas que salgan al encuentro de todos los que esperan conocer la belleza, la bondad y la verdad de la fe cristiana.
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