Sal que se mezcla: no se ve, pero sazona. Luz que evita las caídas en el camino , disipa oscuridades, borra sombras y muestra el contorno real de las cosas. Así está llamado a ser el discípulo de Jesús. Vive como cualquier otra persona, pero destaca el sabor intenso de cada situación; ilumina, con la luz que brota del Evangelio, cada acontecimiento, cada ruta por emprender, Señor, que, unidos profundamente a ti, seamos sal y luz para el mundo
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