“Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”
1.- Oración Introductoria.
Hoy, Señor, quiero pedirte por tantas parejas que fracasan; por tantos hombres y mujeres que se quisieron mucho y, con el paso del tiempo, llegan a odiarse, incluso a matarse. Los sueños de Dios sobre el matrimonio eran bellísimos, las intenciones no podían ser mejores: ponerles en un Jardín de delicias. ¿Qué ha pasado? ¿Qué está pasando? Te pido que ayudes a tantas parejas malogradas, a tantos niños que, sin ninguna culpa, tienen que pagar muy caro los errores de sus padres.
2.- Lectura reposada del evangelio Mateo 19, 3-12
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron para ponerlo a prueba: ¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo? Él les respondió: ¿No habéis leído que el Creador en el principio los creó hombre y mujer, y dijo: «Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, ¿y serán los dos una sola carne”? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre. Ellos insistieron: ¿Y por qué mandó Moisés darle acta de repudio y divorciarse? Él le contestó: Por lo tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero al principio no era así. Ahora os digo yo que si uno se divorcia de su mujer –no hablo de prostitución- y se casa con otra, comete adulterio. Los discípulos le replicaron: Si ésa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse. Pero Él les dijo: No todos pueden con eso, sólo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el Reino de los Cielos. El que pueda con esto, que lo haga.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión.
Jesús, en este texto, quiere luchar contra distintos frentes:
- Quiere dejar bien clara la intención de Dios al comienzo de la Creación. El paraíso, el hecho de no encontrar Adán a nadie que le arrancara de su soledad, el sueño profundo por parte de Dios (como diciendo que en este asunto Adán no interviene, sino que es obra directa de Dios). El asombro y fascinación de Adán ante Eva, indica que la intención de Dios y el sueño de Dios es que los matrimonios fueran plenamente felices. A ese sueño nunca se puede renunciar.
- La ley de Moisés permitiendo el divorcio es por la “dureza de corazón”. Notemos que Jesús no recrimina nada a Moisés, sino que trata de comprenderlo al verse obligado a dar una solución ante problemas concretos que se le presentan; pero mantiene en pie la voluntad del Creador.
- En lo que Jesús no puede estar en absoluto de acuerdo es en el modo de promulgar una ley donde sólo el varón tiene derecho a divorciarse y nunca la mujer. “Si uno se casa con una mujer y… descubre en ella “algo vergonzoso” le escribe el acta de divorcio, se la entrega y la echa de casa” (Dt. 24,1). Por eso, en el lugar paralelo de Marcos 10,12 se dice: “y si ella repudia a su marido y se casa con otro comete adulterio”. Está hablando a paganos y Marcos descubre muy bien la intención de Jesús.
- Tampoco Jesús está de acuerdo en la interpretación laxista de la escuela de Hillel, donde se podía despedir a la mujer por cualquier motivo: porque se le había quemado la comida, o simplemente se había cansado de ella y ya no le gustaba. (La otra escuela de Sammai era más rigurosa). Por tanto, Jesús quiere reconducir al matrimonio a su prístina pureza, como corresponde a los “hijos del reino”, trata de comprender a los de “corazón duro”, y aprovecha la ocasión para hablar en contra de un “machismo escandaloso” y de una ley injusta en relación con la mujer.
Palabra del Papa.
“Cuando imagino un corazón, lo imagino siempre de carne, rojo, palpitante, sano, fuerte, vigoroso, y transmitiendo vida. Pero podría también imaginar cómo es la imagen que representa a los fariseos el día de hoy: un corazón de piedra. Es un corazón muerto, grisáceo, seco, inmóvil, resistente, es un corazón que pesa, que causa dolor y transforma todo en muerte… «Nosotros debemos caminar con estas dos cosas que Jesús nos enseña: la verdad y la comprensión. Y esto no se resuelve como una ecuación matemática, sino con la propia carne: es decir, yo cristiano ayudo a esa persona, a aquellos matrimonios que atraviesan una dificultad, que están heridos, en el camino de acercamiento a Dios. Permanece el hecho que la verdad es aquella, pero esta es otra verdad: todos somos pecadores, en camino. Y siempre está este trabajo por hacer: cómo ayudar, cómo acompañar, pero también cómo enseñar a aquellos que se quieren casar, cuál es la verdad sobre el matrimonio.» (Homilía de S.S. Francisco, 20 de mayo de 2016, en santa Marta).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio)
5.-Propósito. A la luz de este texto intentaré conciliar el capítulo cuarto y octavo de “Amoris laetitia” del Papa Francisco.
6.- Dios me ha hablado hoy a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, tengo dentro de mí dos sentimientos encontrados: Me encanta tu plan, tu proyecto original sobre el matrimonio. Le dotaste de los elementos necesarios para que las parejas fueran felices. Pero la historia es tozuda y cada día nos encontramos con escenas muy desagradables y que a tantas personas les hacen sufrir mucho. Ayuda, Señor, a tantas parejas en situaciones conflictivas.
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