Transfiguración del Señor
“Subió al monte a orar”
1.- Oración introductoria.
Señor, el evangelista San Lucas nos presenta la transfiguración en clave de oración. Hoy quiero subir contigo a la montaña para que me enseñes a orar. Quiero que me hables de la oración desde tu misma experiencia personal. Cuando Tú rezas, todo cambia, todo se transfigura. Quiero que mi oración me lleve a la vida y que la gente descubra que yo no soy igual que antes, que alguien me ha tocado por dentro.
2.-Lectura sosegada de la Palabra de Dios. Lucas 9, 28-36
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante, y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías; los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén. Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Y sucedió que, al separarse ellos de él, dijo Pedro a Jesús: Maestro, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías, sin saber lo que decía. Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra; y al entrar en la nube, se llenaron de temor. Y vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle. Y cuando la voz hubo sonado, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión
En Lucas la Transfiguración es consecuencia de la oración. Entonces, ¿Para qué la montaña?
1.– SUBIMOS A LA MONTAÑA PARA RESPIRAR EL AIRE PURO DE DIOS. El hombre moderno, que vive en las grandes urbes, necesita la montaña para liberarse de los ruidos, el asfalto, la polución. Necesita respirar el aire puro de la montaña. Y en esta sociedad materialista el hombre también necesita respirar el aire puro de la montaña de Dios. Necesita respirar la verdad, la belleza, el amor, la paz. Subir a la montaña va siendo una necesidad existencial.
2.- SUBIMOS A LA MONTAÑA PARA CAMBIAR. Notemos que los discípulos que subieron con Jesús eran Pedro, Juan y Santiago. Pedro quería impedir que Jesús fuera a la Cruz. Santiago y Juan, al entrar en Samaría, querían que Jesús enviase fuego para arrasar esa ciudad que no lo había querido recibir (Lc.9,54). Estos apóstoles necesitan cambiar de actitud. Por eso Jesús los llevó a la montaña. El cambio que dieron los discípulos en la Montaña aparece al final cuando dice el texto paralelo de Marcos: “Y ya no vieron a nadie sino únicamente a Jesús” (Mc. 9,8). Este debe ser el resultado de todo auténtico encuentro con el Señor: No ver ya a otra persona sino a Jesús. Y ver el mundo a través de Jesús.
3.- SUBIMOS A LA MONTAÑA PARA INICIAR UN NUEVO CAMINO. La gran equivocación de los apóstoles, representados por Pedro, era el “querer permanecer allí”. ¡Qué bien se está aquí! Si Jesús les ha llevado al monte de la transfiguración, no ha sido para que se quedaran en ese monte, sino para que desde ese Monte, divisaran otro monte: el del Calvario. Jesús quiere que vivan una experiencia “gratificante” para que no se escandalizaran de la Cruz.
Palabra del Papa
“Qué bien se está aquí. Sí, qué bien se está aquí. Pero Señor, ¿por qué no dejaste a Pedro que permaneciera en esa calma? ¿Por qué lo sacaste de ese momento de contemplación? Y a mí me haces lo mismo. En medio del sosiego de mi oración, alguna dificultad irrumpe en el silencio. Cuando pienso que todo es hermoso, me anuncias la cruz. Cuando pienso que el día es claro, llega la tormenta. ¿Por qué no me dejas más tiempo en mi sueño? ¿Por qué no me dejas poner una tienda? Señor, me doy cuenta que ésa es la vida del cristiano. Levantarse, contemplar la gloria y, al mismo tiempo, cargar con la cruz de cada día. Cuando miro el sol, sólo lo puedo hacer por unos breves instantes, porque después todo se oscurece. En esta vida puedo ver la gloria, porque es a donde voy, pero tengo que seguir caminando. No será fácil, tengo que sudar. Tengo que esforzarme en los tramos más difíciles. Tengo que entrar por la puerta estrecha”. (Homilía de S.S. Francisco, 12 de agosto de 2015).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Silencio)
5..- Propósito. En este día voy a tratar de vivir en mí, muy unidos, la oración y la vida.
6.- Dios me ha hablado a través de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración
Señor, ayúdame a aceptarte como eres, sin pretender cambiarte. Haz que sepa disfrutar en el Tabor y prepararme para el monte Calvario. Que me goce con tu presencia y no me escandalice de tu ausencia. Haz que te acepte a Ti por encima de tus dones. Que sepa gritar contigo: Padre, ¿por qué me has abandonado? Y después confiar plenamente en Ti, diciendo: “Padre, en tus manos pongo mi espíritu”.
Apreciados señores: Quizás en alguna de mis intervenciones pretéritas me las he dado de "irreverente" (o algo parecido).
ResponderEliminarPor favor nótese, o, como decía Roca-Junyent: "Fíjese Usted" que, en Catalán se tradujo lo que dice Pedro a Jesús: "Bueno es estarnos aquí" por algo así como: "Qué bien estamos aquí ARRIBA... haremos tres cabañas...". No es que lo encuentre vulgar, incluso si la "intención" del redactor és ACErCArNOS a Simón-Pedro, e incluso: ni que fiuera éste: Jesuita. Lo considero yo: UN AGRABIO (intelectual).