Elección de los apóstoles.
“Instituyó Doce, para que estuvieran con Él”
1.-Introducción.
Hoy te pido, Señor, en este rato de oración, que me hagas ver la grandeza de la elección. Me has elegido porque me amabas. Y me has elegido para que enseñe a amar a los demás. Me has elegido para crear entre los hombres y mujeres de este mundo una familia, la familia de los hijos de Dios. Bonita tarea. Preciosa misión.
2.- Lectura reposada del Evangelio. Marcos 3, 13-19
Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él. Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó.
Antes de llamar a sus discípulos Jesús subió al monte. ¿Qué hacía Jesús en el monte? ¿Respirar aire puro? ¿Mirar la belleza de los campos en primavera? Todo eso es posible, pero la clave nos la da el evangelista Lucas cuando nos dice que el monte era el lugar privilegiado de Jesús para orar. Jesús se pasó la noche orando. La elección de los apóstoles era un asunto muy importante y Jesús se pasa la noche dialogando con el Padre, barajando los nombres que iba a elegir al día siguiente. Esto que Jesús hizo con los primeros apóstoles lo hace Jesús siempre con aquellos que va a elegir. Y nos debe dar devoción el pensar que, antes de elegirme a mí, Jesús ha orado por mí al Padre.
“Los llamó para que estuvieran con Él”. Antes de enviarlos a predicar deben prepararse. ¿Dónde? ¿En las escuelas de Jerusalén? No. En la escuela de Jesús. Lo que han aprendido estando con Él, escuchando sus palabras, imitando su estilo de vida, eso va a ser el objeto de su predicación. Les llamó para que le siguieran. El seguimiento de Jesús forma parte esencial de su llamada.
Palabra del Papa
“Jesús está en medio de la gente, la acoge, le habla, la cura, le muestra la misericordia de Dios; en medio de ella elige a los Doce Apóstoles para estar con Él y sumirse como Él en las situaciones concretas del mundo. Y la gente le sigue, le escucha, porque Jesús habla y actúa de modo nuevo, con la autoridad de quien es auténtico y coherente, de quien habla y actúa con verdad, de quien da la esperanza que viene de Dios, de quien es revelación del Rostro de un Dios que es amor. Y la gente, con alegría, alaba a Dios.
Esta tarde nosotros debemos preguntarnos: ¿cómo sigo a Jesús? Jesús habla en silencio en el Misterio de la Eucaristía y cada vez nos recuerda que seguirlo quiere decir salir de nosotros mismos y hacer de nuestra vida no una posesión nuestra, sino un don de Él y a los otros” (Homilía de S.S. Francisco, 30 de mayo de 2013).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto que acabo de meditar
(Momentos de silencio)
5.- Propósito. Dar gracias a Dios por haberme llamado.
Señor, quiero darte gracias por haberme llamado, por haberme tenido presente en ese diálogo que has mantenido con Dios, tu Padre. Realmente yo he sido una persona muy importante para ti. Y quiero que me perdones mi falta de entrega y entusiasmo en esta hermosa tarea que me has encomendado. Lamento el no haber estado a la altura de mi vocación. Siento mucho el haberte defraudado. Ayúdame a compensar, desde ahora, el tiempo perdido. Quiero responder con una entrega generosa a tanta delicadeza, tanto afán, tanto cariño y tanto mimo.
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