PARROQUIA SAN PÍO X
DÍA 4 DE FEBRERO, DE 5 A 6 DE LA TARDE
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EL PRIMER ANUNCIO
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1ª SESIÓN: RECONOCER
ORAMOS Y ESCUCHAMOS LA
PALABRA DE DIOS
Monición: Bienvenidos a este encuentro de oración, escucha de la Palabra de Dios y discernimiento sobre el Primer Anuncio del Evangelio. Hoy nos centraremos en reconocer con los ojos y la mirada de Dios, a las personas, las cosas y las situaciones que vivimos, para discernir cómo estamos anunciando a Jesucristo.
Para
madurar y hacer crecer la dimensión misionera de nuestra vida cristiana, hemos
de reconocer si somos en verdad discípulos misioneros, si tenemos la necesidad
de anunciar “lo que hemos visto y oído” y de contagiar la alegría del Evangelio
a tantas personas que buscan saciar la sed de su corazón. Comenzamos haciendo
silencio interior y orando juntos a nuestro Padre.
Rezamos todos:
Aquí estamos, Padre, reunidos en tu nombre.
Queremos escuchar tu Palabra que es Jesús,
camino, verdad y vida.
Permítenos escuchar la llamada que Él hizo
y continúa haciendo: Sígueme.
Una palabra inagotable, que hemos escuchado tantas
veces.
Indícanos el modo de ir en pos de Jesús,
de imitarle, de acoger sus sentimientos, su estilo
de vida.
Concédenos el don del Espíritu,
que permita que la llamada de Jesús resuene en
nosotros,
para que así comprendamos y vivamos nuestra
vocación:
ser santos, ser discípulos misioneros de Cristo.
Unidos a la Virgen María,
que conservaba la Palabra en su corazón y, con
ella,
a todos los testigos de la fe que con su ejemplo
nos han precedido.
Amén.
Monición: Vamos a escuchar un fragmento de la parábola de
la semilla, que, una vez sembrada se transforma progresivamente. Primero surge
un tallo, después una espiga y, por fin, un fruto abundante. Este dinamismo
progresivo e ininterrumpido da
esperanza. Dios regala frutos abundantes, aunque primero necesitemos constatar que
tenemos tallos débiles; de esos tallos, sin saber cómo, sin que dependa de
nosotros, obtenemos espigas esbeltas y, ya más tarde, el esperado fruto. Escuchemos
atentamente la Palabra de Dios.
Lectura del Evangelio de Marcos:
“El reino de Dios se parece
a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de
mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va
produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano.
Cuando el grano está a punto, se mete la
hoz, porque ha llegado la siega” (Mc. 4, 26-29). Palabra
de Dios.
(Breve
silencio para la reflexión personal).
Oración comunitaria:
(Recitada a
dos coros)
Dios y Padre nuestro,
que atiendes las
necesidades de todos tus hijos
y les concedes siempre lo
que conviene.
Te damos gracias por tu
amor que fomenta el nuestro.
Que nuestra meta sea hacer
tu voluntad en todo.
ayúdanos a crecer en
santidad,
y produce en nosotros una
verdadera conversión pastoral misionera.
Que tengamos un corazón
compasivo como el tuyo,
para construir un mundo
más fraterno.
Enséñanos a acercarnos con
sencillez y humildad
a los más pequeños y
necesitados,
a trabajar por la justicia
y la dignidad
de todos los seres humanos.
Espíritu Santo,
y crezcamos, junto con
nuestros pastores y la vida consagrada,
Orienta nuestros pasos,
para avanzar en la
construcción de una Iglesia
en la que los laicos nos
sintamos corresponsables
y protagonistas de la
misión evangelizadora.
Te pedimos que nos
acompañes en esta labor tan importante
para la misión de la
Iglesia en el mundo de hoy.
Que nunca nos falte la
alegría y la esperanza,
cuya fuente está en tu
Hijo, Jesucristo nuestro Señor. AMÉN.
(Oración Congreso Nacional de Laicos 2020)
1.
REFLEXIONAMOS Y DISCERNIMOS:
“EL PRIMER ANUNCIO: RECONOCER” (Paso 1º)
En este primer encuentro proponemos llevar a
cabo un análisis de nuestra realidad
pastoral y comunitaria en torno al Primer Anuncio.
¿Qué es
el Primer Anuncio?: manifestación explícita de la fe a quienes no conocen a
Cristo.
La evangelización es la razón de ser de la
Iglesia. No puede haber auténtica evangelización sin la proclamación explícita
de que Jesús es el Señor y sin que exista un primado de la proclamación de
Jesucristo en cualquier actividad de evangelización (EG, n. 110). La esencia de
la misma está en anunciar «Dios te ama» (ChV, n. 112), «Cristo te salva» (ChV,
n. 118) y «Él vive» (ChV, n. 124), experimentando la acción del Espíritu Santo,
que es quien «mantiene viva esa experiencia de salvación» (ChV, n. 130).
Como señala el Papa Francisco, «Cuando a este primer anuncio se le llama
«primero», eso no significa que está al comienzo y después se olvida o se
reemplaza por otros contenidos que lo superan. Es el primero en un sentido
cualitativo, porque es el anuncio principal, ese que siempre hay que volver a
escuchar de diversas maneras y ese que siempre hay que volver a anunciar de una
forma o de otra a lo largo de la catequesis, en todas sus etapas y momentos» (EG,
164).
Con el itinerario Primer Anuncio buscamos reafirmar la idea de que, en el contexto de
la secularización y pluralismo, caracterizado por el desconocimiento y la
indiferencia hacia la persona de Jesús, la propuesta cristiana sigue siendo hoy
imprescindible para la liberación de las personas y para la humanización de la
sociedad. Constituye un tesoro no reservado exclusivamente para las personas
creyentes; por el contrario, lejos de reservarlo para nosotros mismos, nuestra
misión es compartirlo desde la experiencia de nuestro testimonio personal y
comunitario con Cristo. Asimismo, pretendemos ayudar a redescubrir la necesidad
de hacernos presentes, a nivel personal y comunitario, en los espacios públicos
y en la vida de las personas para escucharlas, acompañarlas en sus anhelos y
necesidades y anunciar el Kerigma con lenguajes adecuados a aquellos con los
que se dialoga.
Recuperar en la Iglesia la centralidad del Primer Anuncio:
La Iglesia existe para evangelizar y, con esta
tarea, responde al mandato último de Jesús: “Id
al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16, 15).
Precisamente por ello, recuperar en el momento actual la centralidad del Primer
Anuncio en nuestras acciones pastorales, como núcleo y fin de las mismas, no ha
de verse como una exigencia de la necesidad de frenar la reducción del número
de cristianos en nuestro país ni como otra nueva operación de marketing, sino
que hemos de ser capaces de descubrir la motivación teológica de la
evangelización: Jesús, nuestro Señor, nos lo pide.
“La renovación eclesial
pasa por la centralidad del kerigma”, lo cual nos obliga a replantear nuestras estructuras
y acciones pastorales, para valorar si están o no al servicio del Primer
Anuncio. Es más, nos debe involucrar a todos, puesto que anunciar a Jesucristo
no está reservado a quienes tienen un carisma específico o a grupos concretos,
sino que es misión de todos y cada uno de nosotros, compromiso recibido por el
Bautismo.
Con este contexto presente, entendemos por Primer Anuncio la
proclamación explícita del kerigma: “Jesucristo te ama, dio su vida para
salvarte y ahora está vivo a tu lado cada día para iluminarte, para
fortalecerte, para liberarte” (Papa Francisco, EG, 164), con la finalidad
de generar un primer encuentro con Cristo y regenerar la vida en Él y con Él.
En definitiva, «La centralidad del kerigma demanda ciertas características del anuncio
que hoy son necesarias en todas partes: que exprese el amor salvífico de Dios
previo a la obligación moral y religiosa, que no imponga la verdad y que apele
a la libertad, que posea unas notas de alegría, estímulo, vitalidad, y una
integralidad armoniosa que no reduzca la predicación a unas pocas doctrinas, a
veces más filosóficas que evangélicas. Esto exige al evangelizador ciertas
actitudes que ayudan a acoger mejor el anuncio: cercanía, apertura al diálogo,
paciencia, acogida cordial que no condena» (EG, 165).
PREGUNTAS PARA EL
DISCERNIMIENTO COMUNITARIO:
1.
¿Está mi vida orientada
a anunciar a Jesucristo?
2.
¿En qué medida nuestras comunidades y nuestras
estructuras están impregnadas de la cultura del primer anuncio? ¿Cómo
anunciamos a Jesucristo en nuestras parroquias, asociaciones y movimientos?
3.
¿Cómo acompañamos y nos sentimos acompañados en nuestra
responsabilidad de anunciar el kerigma? ¿Cómo nos formamos para asumir esta
tarea? ¿Cómo integramos el primer anuncio desde
nuestra presencia en la vida pública?
1.
ORACIÓN COMUNITARIA (Oración del Papa Francisco)
Todos: ayúdanos a
decir nuestro «sí», ante la urgencia
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