LA GRACIA DE LA COMPASIÓN
1. Inicio
Animador:
-Estamos reunidos en comunidad orante para prepararnos espiritualmente
para recibir la gracia divina de la Indulgencia Jubilar para cada uno de nosotros y/o por
un ser querido difunto.
Como bautizados, abiertos a la creadora, redentora y santificadora gracia divina, que nos
acoge bajo su misericordiosa, seamos receptivos al gran don del año Jubilar, pidiendo el
perdón de todas nuestras culpas y de las secuelas que deja el pecado. Abrámonos a la
Indulgencia Jubilar.
- En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
- R./ Amén
- Cerremos nuestros ojos, hagamos silencio interior, dejémonos amar por el Padre de las
misericordias, por Jesús, nuestro redentor y por el Santo Espíritu, dulce huésped del alma.
(Silencio oracional).
- Dejémonos ahora iluminar por la Palabra de Dios.
2. “Habla, Señor, que tu siervo escucha”:
La Palabra de Dios.
Evangelio según san Lucas: 10,25-32
En aquel tiempo, se presentó ante Jesús un doctor de la Ley para ponerlo a prueba y
le preguntó: "Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?" Jesús le dijo:
"¿Qué es lo que está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?" El doctor de la Ley
contestó: "Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas
tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo". Jesús le dijo: "Has
contestado bien; si haces eso, vivirás".
El doctor de la Ley, para justificarse, le preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?"
Jesús le dijo: "Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en
manos de unos ladrones, los cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto.
Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo vio y pasó de largo.
De igual modo, un levita que pasó por ahí, lo vio y siguió adelante. Pero un
samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció de él, se le acercó, ungió sus
heridas con aceite y vino y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al dueño del
mesón y le dijo: «Cuida de él y lo que gastes de más, te lo pagaré a mi regreso».
¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del hombre que fue asaltado
por los ladrones?'' El doctor de la ley le respondió: “El que tuvo compasión de él”.
Entonces Jesús le dijo: "Anda y haz tú lo mismo".
Palabra del Señor
R./ Gloria a Ti, Señor Jesús.
3. Para meditar
El doctor de la Ley mosaica hace una pregunta ineludible: “Maestro, ¿qué he de hacer
para tener en herencia vida eterna?” También nosotros debemos hacernos esta pregunta
sin falta. El “negocio” más importante que tenemos es nuestra salvación. Venimos de
Dios, estamos en Dios y vamos a Dios. Nunca debemos perder de vista esta cosmovisión
cristiana: por Quién somos creados y para qué hemos sido creados.
Tampoco debemos perder de vista que hemos sido liberados del pecado, del mal y de la
muerte por la sangre derramada de Cristo, y santificados por el Espíritu Santo.
Si deseamos, como anhelo mayor, el pasar toda la eternidad en la sublime Gloria de Dios,
¿cómo no vamos a vivir ya en justicia y santidad, en amistad continua con Dios?
Dios es nuestro buen samaritano, nos auxilia y levanta, cuando somos asaltados por el
mal y el pecado, y quedamos solos y abandonados. Espera de nosotros que seamos
también buenos samaritanos de nuestros hermanos desvalidos y alejados de Dios.
El año Jubilar es una acción de infinita gracia de Dios Samaritano, que nos levanta de
nuestro pecado, nos unge con el consuelo de su Santo Espíritu y nos restaura plenamente
en la posada, en la Iglesia, el Cuerpo mismo de su Hijo Redentor.
Gracias a la Comunión de los santos, también nosotros podemos ser buenos samaritanos
espirituales de nuestros seres queridos difuntos, aprovechando la Gracia Jubilar para orar
por su plena purificación, bajo la misericordia divina.
Unos puntos para la meditación personal:
1. En las caídas y miserias de mi vida, ¿acudo a Dios, mi buen samaritano?
2. ¿Tengo con todas las personas un espíritu de buen samaritano?
3. ¿Practico la caridad samaritana de orar asiduamente por los vivos y difuntos?
4. Para practicar
Hacer en casa, con detenimiento, un buen examen de conciencia para preparar la
confesión sacramental, y con plena reconciliación obtener la Indulgencia Plenaria para
nuestra purificación y la de nuestro ser querido difunto, por la misericordia de Dios.
- Oremos con la oración del Jubileo:
Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino. Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio, que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria. La gracia del Jubileo reavive en nosotros, peregrinos de esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y la paz de nuestro Redentor. A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos. Amén.
Animador:
- Como hijos de Dios, nuestro buen samaritano, y hermanos entre nosotros, oremos con confianza filial: Padre Nuestro… (…) y pidamos la intercesión de nuestra Madre: Dios te salve, María… Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. R./ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Animador: (Bendición final) Que el Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R./ Amén
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