¿Cuál es la medida de Dios? La medida de Dios es la sin-medida
1.- Introducción.
Señor, vengo con alegría, con ilusión, con verdaderas ganas de estar un rato contigo y beber el agua limpia y fresca de tu evangelio. Sin esta posibilidad de estar contigo cada día, yo no podría vivir, ni actuar, ni dar testimonio de mi fe. Aquí, en las mismas fuentes de tu amor, yo me lleno cada día. Y descubro que después me fluye el amar a los demás, el perdonar, el servir. Esa facilidad para obrar el bien es fruto del Espíritu Santo. Gracias, Señor, por tu generosidad.
2.- Lectura reposada del Evangelio. Lucas 6, 36-38
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión
En este evangelio se nos habla de “medidas”. La medida que Dios usa con nosotros ha de ser nuestra medida. ¿Y cuál es la medida de Dios? La medida de Dios es la sin-medida. Lo propio de Dios no es dar sino “rebosar”. En las bodas de Caná, las tinajas estaban “hasta rebosar” de un vino excelente. En el salmo 23 se habla de una copa “que rebosa”. En primavera la tierra se llena de miles y miles de flores, árboles, arbustos. Dios no tiene un espíritu tacaño sino derrochador. San Pablo, sintiéndose envuelto en la gracia del Señor, dirá que el Padre, al darnos a su Hijo, en Él nos dio todo. Por eso habla de “derroche” (Ef. 1,8). Lo que Dios nos pide en este texto es que seamos también nosotros generosos en el amor, en el servicio y en la misericordia con nuestros hermanos. Si hemos recibido una medida grande, rebosante, por parte de Dios, no usemos nosotros con nuestros hermanos una medida pequeña tacaña, mezquina. “La misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio para saber quiénes son realmente sus verdaderos hijos” (G.E.105).
Palabra del Papa
“En una época de emergencia educativa, en la que el relativismo pone en discusión la posibilidad misma de una educación entendida como introducción progresiva al conocimiento de la verdad, al sentido profundo de la realidad, por ello como introducción progresiva a la relación con la Verdad que es Dios, los cristianos están llamados a anunciar con vigor la posibilidad del encuentro entre el hombre de hoy y Jesucristo, en quien Dios se ha hecho tan cercano que se le puede ver y escuchar. En esta perspectiva, el sacramento de la Reconciliación, que parte de una mirada a la condición existencial propia y concreta, ayuda de modo singular a esa “apertura del corazón” que permite dirigir la mirada a Dios para que entre en la vida. La certeza de que él está cerca y en su misericordia espera al hombre, también al que está en pecado, para sanar sus enfermedades con la gracia del sacramento de la Reconciliación, es siempre una luz de esperanza para el mundo”. (Benedicto XVI, 9 de marzo de 2012).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio)
5.-Propósito. Hoy voy a ser espléndido, generoso, magnánimo en el servicio a mis hermanos.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí por medio de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, te doy gracias porque ahora comprendo un poco más la locura de tu amor. Si las personas conociéramos un poco la hondura de tu amor misericordioso y nos lo creyéramos, saltaríamos de gozo, y lloraríamos de emoción. Dame la gracia de darme sin medida a los demás, de hacer de mi vida una donación a mis hermanos sin pedirles nada a cambio. Mi mejor recompensa será la de quedar envuelto definitivamente con ese manto de tu misericordia y tu ternura.
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