Señor, ¡líbrame del demonio de la incomunicación!
1.- Introducción.
Señor, en este momento de oración quiero que me escuches, quiero dialogar contigo. No podría soportar a un Dios mudo, que no me hablara, que no se comunicara conmigo. Te necesito como el aire para respirar, no puedo vivir sin tu palabra, sin tu comunicación de cada día. Gracias, Señor, por este encuentro.
2.- Lectura reposada de la Palabra del Señor Lucas 11, 14-23
En aquel tiempo, Jesús estaba expulsando un demonio que era mudo; sucedió que, cuando salió el demonio, rompió a hablar el mudo, y las gentes se admiraron. Pero algunos de ellos dijeron: Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios. Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo. Pero Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae. Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?… porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul. Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces. Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios. Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos. El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión.
Dios es comunión, diálogo, apertura. Y nosotros estamos hechos a imagen de ese Dios. Por eso necesitamos comunicarnos con los demás. Al demonio que más debemos temer es al demonio “mudo” al que rompe nuestro diálogo, nuestra comunicación. Y este demonio existe ahora más que nunca, precisamente en la época en que las noticias las recibimos al instante, como pan caliente salido del horno. Es verdad que estamos bien informados, pero ¿estamos mejor comunicados? Todos llevamos en nuestros bolsillos un móvil que casi se nos hace imprescindible. Tenemos una comunicación “digital” de dedos, de piel, es decir, superficial, meramente tangencial. Pero nos falta esa comunicación profunda, de corazón a corazón. En la época de la información se nos ha colado el “demonio de la incomunicación”. En una reunión familiar en torno a una mesa, es posible que, durante la comida, cada uno se comunique con personas que están fuera. Y uno se pregunta; ¿Para eso nos hemos reunido? Y si esto nos pasa a nivel humano ¿qué diremos de nuestra comunicación con Dios? Es necesario que hoy Jesús nos libere de ese demonio y podamos disfrutar de una gozosa y gratificante conversación con Dios y con los hermanos.
Palabra del Papa
“Hay que saber discernir las situaciones: es decir, lo que viene de Dios y lo que viene del maligno que siempre trata de engañar, de hacernos elegir un camino equivocado. El cristiano no puede estar tranquilo con que todo va bien, debe discernir las cosas y mirar bien de dónde vienen y cuál es su raíz. En un camino de fe las tentaciones vuelven siempre, el mal espíritu no se cansa nunca. Cuando el demonio ha sido expulsado tiene paciencia, espera para volver y si lo dejas entrar se cae en una situación peor. De hecho, antes se sabía que era el demonio que atormentaba. Después, el Maligno se ha escondido, viene con sus amigos muy educados, llama a la puerta, pide permiso, entra y convive con el hombre, su vida cotidiana y, juega y juega, da las instrucciones. Con esta modalidad educada el diablo convence para hacer las cosas con relativismo, al tranquilizar la conciencia. Anestesiar la conciencia. Y esto es un gran mal. Cuando el mal espíritu consigue anestesiar la conciencia, se puede hablar de una verdadera victoria suya, se convierte en propietario de esa conciencia.” (Cf Homilía de S.S. Francisco, 9 de octubre de 2015, en Santa Marta).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio)
5.- Propósito. Hago el propósito de apagar el móvil siempre que esté hablando con una persona.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, te doy gracias porque he caído en la cuenta de lo peligroso que es el “diablo de la incomunicación”. Eso es precisamente el infierno: falta total de diálogo con Dios y con los hermanos. Yo te pido que me hagas el milagro de liberarme de ese diablo peligroso. Haz que me llene de tu diálogo, de tu conversación, y así pueda dar contenido a mis palabras.
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