Ellos salieron a predicar por todas partes
San Marcos
1. Introducción.
Señor, quiero hacer este rato de oración contando contigo. Parece que tienes prisa de lanzar a los discípulos a predicar, a llevar el evangelio a todas las gentes. A veces yo no tengo esa prisa. Soy lento, pongo excusas, sólo veo dificultades a la hora de salir a evangelizar. Necesito orar para lanzarme a la misión con alegría, con el deseo de que otros también se provechen de lo que yo estoy viviendo. Pero algo tengo claro: No puedo ser apóstol sin ser testigo.
2. Del santo Evangelio según san Marcos 16, 15-20
En aquel tiempo se apareció Jesús y les dijo: Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien. Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.
Meditación-reflexión
Me llaman la atención estas palabras que siempre deben ir juntas: “Se apareció Jesús y les dijo: Id”. Sin encuentro con el Señor no puede haber misión. Sólo el que ha hecho experiencia de encuentro con el Resucitado está capacitado para ser apóstol. No hay que ir por ir, sino ir a llevar a los hombres y mujeres del mundo un mensaje de ilusión, de esperanza, de vida. Hay mucha gente que se lo pasa muy mal: está triste, no tiene horizontes, no tiene nada claro su futuro. Y nosotros debemos dar testimonio de nuestra fe en Cristo Resucitado. No se nos pide dar clases sino aportar experiencias. La gente necesita vernos alegres, con la sonrisa en los labios, con la paz en la mirada, con la ternura en el corazón. A los primeros cristianos les dieron el título de “hombres inéditos”. Con la Resurrección de Cristo se ha hecho una nueva edición de hombre. Y de todo eso nosotros debemos ser testigos. Nuestra fe debe ser contagiosa.
Palabra del Papa
“Al celebrar la canonización de un gran misionero del Evangelio, san José Vaz, al igual que muchos misioneros en la historia de la Iglesia, él respondió al mandato del Señor resucitado de hacer discípulos en todas las naciones… San José Vaz nos da un ejemplo de celo misionero. A pesar de que llego a Ceilán para ayudar y apoyar a la comunidad católica, en su caridad evangélica llego a todos. Dejando atrás su hogar, su familia, la comodidad de su entorno familiar, respondió a la llamada a salir, a hablar de Cristo dondequiera que fuera. San José Vaz sabía cómo presentar la verdad y la belleza del Evangelio en un contexto multi-religioso, con respeto, dedicación, perseverancia y humildad. Éste es también hoy el camino para los que siguen a Jesús. Estamos llamados a salir con el mismo celo, el mismo ardor, de san José Vaz, pero también con su sensibilidad, su respeto por los demás, su deseo de compartir con ellos esa palabra de gracia, que tiene el poder de edificarles. Estamos llamados a ser discípulos misioneros”. (Homilía de S.S. Francisco, 14 de enero de 2015).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Silencio).
5.- Propósito: No hablar de Dios sin antes haber estado con Él.
6.- Dios me ha hablado hoy aquí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Gracias, Señor, por este momento de oración donde he descubierto lo grande y hermoso que es para mí el poder dedicar mi tiempo para predicar tu evangelio. Y la gran noticia que yo puedo dar es la que el mundo más necesita: que Cristo ha resucitado y así nos ha demostrado que Él llevaba razón; que una vida dada totalmente a los demás tiene pleno sentido. Y también que los violentos, los estafadores, los que se pasan la vida criticando a los demás, nunca tendrán razón, ni podrán ser felices.
ORACIÓN POR LA PAZ.
«Señor Jesús, Príncipe de la Paz, mira a tus hijos que elevan su grito hacia ti: Ayúdanos a construir la paz. Consuela, oh Dios misericordioso, los corazones afligidos de tantos hijos tuyos, seca las lágrimas de los que están en la prueba, haz que la dulce caricia de tu Madre María caliente los rostros tristes de tantos niños que están lejos del abrazo de sus seres queridos. Tú que eres el Creador del mundo, salva a esta tierra de la destrucción de la muerte generalizada, haz que callen las armas y que resuene la dulce brisa de la paz. Señor Dios de la esperanza, ten piedad de esta humanidad sorda y ayúdala a encontrar el valor de perdonar». (Parolín, Secretario del Estado Vaticano).
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