Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.
I
LECTURAS
1ª lectura: 1ª Cron. 15,3-4.15-16,1-2. 2ª lectura: Hech. 1,12-14.
EVANGELIO
Mientras él hablaba estas cosas, aconteció que una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo: «Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron». Pero él dijo: «Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen» (Lc. 11,27-28)
REFLEXIÓN
El evangelio nos habla de esa mujer de pueblo que, entusiasmada de las palabras y de la persona de Jesús, se fija en su madre para decirle: ¡Bendita la madre que te parió! Jesús le dice: Dichosa porque ha escuchado en su corazón la palabra de Dios. Y desde ese momento María es la mujer que nos enseña a rezar: no con los labios, con el ruido, con las palabras sino con el corazón. Y rezar con el corazón es expresar delante de Dios lo que uno lleva dentro. No hace falta ni ir a una Iglesia. En tu propio corazón hay “una capilla sagrada” donde está Dios. La Virgen no vino una vez y se marchó… Se quedó en el corazón de cada uno de nosotros. No importa en qué situación nos encontremos. No importa que nos hayamos ido lejos… Un hijo se puede ir de su madre, pero una madre nunca se va del hijo. Cuando no tengas ganas de rezar hay que acudir a ella. Cuando ya llevas mucho tiempo sin ir a la Misa, hay que acudir a Ella. Cuando te hayan dicho que eso de la religión es un cuento hay que acudir a Ella, preguntarle a Ella, estar con ella. Una madre nunca miente, nunca engaña…
La segunda lectura nos ha presentado a María reunida con los Apóstoles, esperando la venida del Espíritu Santo. No está allí para mandar. Está para cohesionar el grupo, para mantenerlo unido. Después se dispersarán por el mundo.
Hoy más que nunca necesitamos de María para mantener unida a España. Sin pretender ser alarmista, lo menos que se puede decir es que España se deteriora:
Cuando se queman banderas españolas.
Cuando uno se avergüenza de llamarse español.
Cuando unas autonomías engordan a base de que otras queden enflaquecidas.
Unidad en la diversidad sería la ley de oro. Vivimos lo nuestro con toda intensidad, pero sabiendo que España somos todos. Y el ser un aragonés forofo no quita nada para ser un forofo español. Todos nosotros queremos a nuestra autonomía: sus vinos, sus cereales, sus frutas…pero no nos quita nada para sentirnos españoles. El que yo ame a mi madre no quiere decir que no deba amar a la madre de mi madre.
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