¿Podrá un ciego guiar a otro ciego?
1.-Oración introductoria.
Señor, en la oración de esta mañana, me obligas a preguntarme: ¿Por qué sólo te fijas en lo malo de tus hermanos y no te fijas en lo malo que hay dentro de ti? Para escandalizarte de la Iglesia no es necesario ir al Vaticano. Mira dentro de ti mismo, baja al sótano de tu corazón y descubrirás que el escándalo está dentro de ti. Gracias, Señor, porque nos enseñas a ser realistas, ser auténticos y a desterrar el fariseísmo.
2.- Lectura reposada del evangelio. Lucas 6, 39-42
En aquel tiempo ponía Jesús a sus discípulos esta parábola: «¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo por encima del maestro. Todo el que esté bien formado, será como su maestro. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: «Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo”, ¿no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano.
3.- Qué dice el texto
Meditación-Reflexión
Es muy corriente que nos fijemos sólo en lo malo, en lo negativo de nuestros hermanos. Es verdad que, al mirarnos en profundidad, siempre encontramos “charcos” que nos salpican. ¿Por qué no cambiamos nuestra mirada? Porque en cada persona, además de charcos, hay fuentes, bosques, prados, bonitos jardines que, por no haberse fijado nadie en ellos, están sin descubrir. No estamos acostumbrados a los “sondeos en positivo”. No nos atrevemos a decir a las personas los valores y cualidades que tienen. No se trata de hacerlos soberbios, sino que reconozcan lo maravilloso que Dios ha sido con ellos. Si en una comunidad, yo hago el propósito de instalarme en lo bueno y positivo del hermano que tengo a mi lado, yo viviré feliz en ese “jardín interior” y no quedaré afectado por la basura que, a lo largo del camino, se va acumulando en algún rincón de la huerta. El beneficio que me reporta el respirar de las plantas y flores, me llevará instantáneamente a tratar de eliminar, también con mi servicio generoso, los deshechos de una mala convivencia. Bella y bonita la mirada del Papa San Pablo VI sobre el mundo:” Que lo sepa el mundo: La Iglesia lo mira con profunda comprensión, con sincera admiración y con sincero propósito, no de condenarlo sino de servirlo; no de despreciarlo, sino de valorizarlo; no de condenarlo, sino de confortarlo y de salvarlo”.
Palabra autorizada del Papa
“Quien juzga se equivoca, simplemente porque toma un lugar que no es suyo. Pero no solo se equivoca, también se confunde. Está tan obsesionado con lo que quiere juzgar, de esa persona -¡tan tan obsesionado!- que esa idea no le deja dormir. … Y no se da cuenta de la viga que él tiene. Es un fantasioso. Y quien juzga se convierte en un derrotado, termina mal, porque la misma medida será usada para juzgarle a él. El juez que se equivoca de sitio porque toma el lugar de Dios termina en una derrota. ¿Y cuál es la derrota? La de ser juzgado con la medida con la que él juzga. El único que juzga es Dios y a los que Dios da la potestad de hacerlo. Jesús, delante del Padre, ¡nunca acusa! Al contrario: ¡defiende! Es el primer Paráclito. Después nos envía el segundo, que es el Espíritu Santo. Él es defensor: está delante del Padre para defendernos de las acusaciones. ¿Y quién es el acusador? En la Biblia se llama «acusador» al demonio, satanás. Jesús nos juzgará, sí; al final de los tiempos, pero mientras tanto intercede, defiende”. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 23 de junio de 2014, en Santa Marta).
4.- Qué me dice este texto hoy a mí. Guardo silencio.
5.-Propósito. Hoy no juzgo a nadie. Necesito todo el tiempo para descubrir la viga que tengo en mis ojos.
Señor, hoy me invitas a realizar una bonita tarea: “mirar lo bueno, lo bello, lo grande que hay en el corazón de cada persona”. Es la mejor manera de constatar el derroche de dones, que has derramado en la creación, obra de tus dedos. En vez de dedicarme a constatar “vigas de maldad”, ¿Por qué no dedicarme a observar las briznas de ternura y de cariño que has puesto en el corazón de cada uno? Dame, Señor, la mirada del corazón.
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