¡Alabado sea Jesucristo!
En el primer domingo de cuaresma, la Iglesia nos invita a fiarnos de Dios, viviendo la fe y la confianza en su palabra. Él está con nosotros, nos acompaña en nuestro camino. Nada hemos de temer. Como el pueblo de Israel, también nosotros somos salvados por el Señor y caminamos por el desierto de la vida hacia la tierra prometida, que llega hasta el cielo.
Sin embargo, desde niños , a lo largo de la vida, los cristianos somos asaltados por la tentación. Con ella Dios quiere probar nuestra fidelidad. Nos encontramos con dificultades y desánimos, con pruebas y obstáculos. Pero Jesús nos sale al encuentro y camina delante de nosotros como el atleta que ha recorrido ya antes el camino dificultoso y ha salido vencedor.
Si creemos en Jesucristo, no quedaremos defraudados. Así nos lo dice San Pablo, que venció muchas pruebas con la ayuda del Señor. Si le invocamos, él nos escuchará. Si le pedimos ayuda, él nos salvará.
Nuestra vida está llena de caminos, que llevan a muchas partes. Hay un camino hacia la casa, hacia la escuela, hacia el parque, hacia el cine... Caminos, carreteras, rutas de diferentes tipos, atraviesan las ciudades, los pueblos y las naciones. Todos los caminos llevan a alguna parte. Pero hay que recorrerlos. Y eso supone esfuerzos.
Estamos en cuaresma. Y cuaresma es también un camino, que lleva a los cristianos hacia la pascua del Señor: su muerte y su resurrección. Poco a poco iremos aprendiendo cómo caminar, cómo vivir en cristiano, en la cuaresma.
Jesucristo iluminará nuestro camino y nos dará fuerzas para poner también nosotros de nuestra parte el esfuerzo que el Señor nos pide.
En la Biblia hay constancia de que el pueblo de Dios se encontró con el Señor, en los momentos cruciales de su historia. Y nosotros hemos de aprender la lección de vivir fiándonos de Dios (Deuterenomio 26,4-10)
Bendigamos al Señor toda la vida. Invoquemos su nombre, y él nos ayudará.
San Pablo nos dice: Jesús es el Señor. Y nosotros hemos de fiarnos de él (Romanos 10,8-13).
Jesús, hombre verdadero, tuvo tentaciones y pruebas. Salió vencedor, y es el modelo de todos los que le siguen.
Hay una historia que para nosotros tiene que ser muy importante. Es la historia de un pueblo que antes de llegar a tener tierra propia anduvo cuarenta años vagando por el desierto. Este pueblo venía de Egipto, donde Dios lo había salvado. Y caminaba hacia una tierra que se le había prometido. Esta tierra se llamaba Israel.
Cuarenta años por el desierto son muchos años. En el desierto, ese lugar arenoso, lleno de dificultades para caminar, para vivir, para comer... Israel sufrió muchas pruebas o tentaciones, a las que sucumbió bastantes veces. Pero, al mismo tiempo, hizo en el desierto una experiencia religiosa excepcional, que le permitió volver a encontrar de verdad a Dios y ser iluminado por su palabra.
1. Las tentaciones de Israel
Todas las tentaciones y pruebas de Israel en el desierto se pudieron reducir a tres fundamentales. Las mismas que hoy nos presenta el evangelio, como tentaciones de Jesús en el desierto.
- La tentación de los alimentos
-La tentación de las señales que se piden a Dios
- La tentación de los dioses del mundo
¿Qué quiere decir esto?
1. En su caminar por el desierto el pueblo sintió muchas veces hambre, fatiga. Dios le ayudó y quiso saber si le importaba más servirlo que servir a las comodidades.
2. Israel en medio del desierto, se volvió a veces incrédulo, no creía en la palabra de Dios. Y pidió señales y prodigios para creer.
3. Otra tentación que tuvo el pueblo de Dios fue la tentación de abandonar a Dios y adorar a otros dioses de la tierra.
2. Jesús, tentado y vencedor
Hoy nos presenta el evangelio las mismas tentaciones que tuvo Israel. Pero el que sufre estas tentaciones es Jesús, un hijo de Israel.
¿Cuál es la respuesta de Jesús?
Jesús ha dicho <<sí>> a Dios. Y no ha sucumbido ni a la tentación de los alimentos, ni a la de las señales, ni a la de adorar a dioses falsos.
Y ha respondido así a las tentaciones:
- A la de los alimentos:<<No solo de pan vive el hombre>>.
- A la de las señales.<<No tentarás al Señor tu Dios>>.
- A la de adorare a dioses falsos:<<Al Señor tu Dios adorarás y a él solo darás culto>>.
3. Los cristianos y la cuaresma
Nosotros nos preparamos con tiempo para celebrar los grandes misterios de Jesús. la muerte y la resurrección, que nos salvaron.
Los cristianos tenemos que tomar el camino que nos lleva a Dios. Y ese camino es Jesús. El nos ha dicho: <<Yo soy el camino, la verdad y la vida>> (Jn4,6)
Vivir la cuaresma es seguir por el camino que es Jesús. y seguir este camino nos exige un reajuste continuo. Tenemos que poner otra vez todas las piezas en su lugar. Debemos volver a cambiar por dentro.
Pero en ese caminar, teniendo que dejar el capricho, el egoísmo, la envidia y tantas otras cosas, nos encontramos que también en nuestra vida hay un desierto. y en nuetro desierto nos aguarda la tentación.
- La tentación de preocuparnos demasiado de las cosas materiales. pasarlo bien, con mucha comodidad, egoístamente, despreciando a los otros, viviendo como si sólo existiéramos nosotros en este mundo.
- La tentación de no fiarnos del todo de Dios, de no acordarnos de rezar a Dios, de querer ser buenos sin estar unidos a él, de querer que las cosas nos salgan bien sin poner ningún esfuerzo.
- La tentación de adorar a otros dioses. Esto quiere decir: olvidarnos de que debemos amar a Dios nuestro Padre con todo nuestro corazón y con todas las fuerzas y dedicarnos a adorar las cosas de este mundo: el dinero, las modas... Y mil cosas más.
Al comenzar la cuaresma, camino que nos lleva a la pascua de Jesús, vamos a poner nuestro empeño en:
-Ver lo que podemos hacer y cambiar en nuestra vida para prepararnos a vivir la muerte y resurrección de Jesús.
- Pedir fuerza a Dios nuestro Padre para que ante las pruebas y tentaciones nuestras sepamos decir siempre <<sí>> como Jesús. La cuaresma es tiempo de oración, ayuno y caridad.
El Serñor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario