domingo, 31 de enero de 2021

EL MANANTIAL DE LA VIDA.LUNES DE LA 4ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 




Texto del Evangelio (Mc 5,1-20): En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos. Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo que moraba en los sepulcros y a quien nadie podía ya tenerle atado ni siquiera con cadenas, pues muchas veces le habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarle. Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, corrió y se postró ante Él y gritó con gran voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes». Es que Él le había dicho: «Espíritu inmundo, sal de este hombre». Y le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?». Le contesta: «Mi nombre es Legión, porque somos muchos». Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región.

Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte; y le suplicaron: «Envíanos a los puercos para que entremos en ellos». Y se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara -unos dos mil- se arrojó al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar. Los porqueros huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas; y salió la gente a ver qué era lo que había ocurrido. Llegan donde Jesús y ven al endemoniado, al que había tenido la Legión, sentado, vestido y en su sano juicio, y se llenaron de temor. Los que lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos. Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término.

Y al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía estar con Él. Pero no se lo concedió, sino que le dijo: «Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti». Él se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados.

«Espíritu inmundo, sal de este hombre»

Hoy encontramos un fragmento del Evangelio que puede provocar la sonrisa a más de uno. Imaginarse unos dos mil puercos precipitándose monte abajo, no deja de ser una imagen un poco cómica. Pero la verdad es que a aquellos porqueros no les hizo ninguna gracia, se enfadaron mucho y le pidieron a Jesús que se marchara de su territorio
La actitud de los porqueros, aunque humanamente podría parecer lógica, no deja de ser francamente recriminable: preferirían haber salvado sus cerdos antes que la curación del endemoniado. Es decir, antes los bienes materiales, que nos proporcionan dinero y bienestar, que la vida en dignidad de un hombre que no es de los “nuestros”. Porque el que estaba poseído por un espíritu maligno sólo era una persona que «siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras» (Mc 5,5).


Nosotros tenemos muchas veces este peligro de aferrarnos a aquello que es nuestro, y desesperarnos cuando perdemos aquello que sólo es material. Así, por ejemplo, el campesino se desespera cuando pierde una cosecha incluso cuando la tiene asegurada, o el jugador de bolsa hace lo mismo cuando sus acciones pierden parte de su valor. En cambio, muy pocos se desesperan viendo el hambre o la precariedad de tantos seres humanos, algunos de los cuales viven a nuestro lado.

Jesús siempre puso por delante a las personas, incluso antes que las leyes y los poderosos de su tiempo. Pero nosotros, demasiadas veces, pensamos sólo en nosotros mismos y en aquello que creemos que nos procura felicidad, aunque el egoísmo nunca trae felicidad. Como diría el obispo brasileño Helder Cámara: «El egoísmo es la fuente más infalible de infelicidad para uno mismo y para los que le rodean».
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16. Criterios para que un libro sea declarado inspirado - 📚 Lecciones Bíblicas - Padre Arturo Cornejo 

JORNADA MUNDIAL DE LA VIDA CONSAGRADA, 2 DE FEBRERO

 A propósito de la Jornada, el Papa Francisco presidirá la celebración Eucarística el 2 de febrero desde san Pedro, el Dicasterio para la Vida Consagrada ha hecho llegar una carta  a todos los consagrados y consagradas del mundo donde pide,  de forma tácita, seguir las enseñanzas de la encíclica Fratelli Tutti: «Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos» (Carta encíclica Fratelli tutti, n.8 ).

Misa de hoy ⛪ Domingo 31 de Enero de 2021

 


EL MANANTIAL DE LA VIDA. DOMINGO DE LA 4ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

 


Texto del Evangelio (Mc 1,21-28): En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él». Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen». Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.

«¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad!»

Hoy, Cristo nos dirige su enérgico grito, sin dudas y con autoridad: «Cállate y sal de él» (Mc 1,25). Lo dice a los espíritus malignos que viven en nosotros y que no nos dejan ser libres, tal y como Dios nos ha creado y deseado.
Si te has fijado, los fundadores de las órdenes religiosas, la primera norma que ponen cuando establecen la vida comunitaria, es la del silencio: en una casa donde se tenga que rezar, ha de reinar el silencio y la contemplación. Como reza el adagio: «El bien no hace ruido; el ruido no hace bien». Por esto, Cristo ordena a aquel espíritu maligno que calle, porque su obligación es rendirse ante quien es la Palabra, que «se hizo carne, y puso su morada entre nosotros» (Jn 1,14).
Pero es cierto que con la admiración que sentimos ante el Señor, se puede mezclar también un sentimiento de suficiencia, de tal manera que lleguemos a pensar tal como san Agustín decía en las propias confesiones: «Señor, hazme casto, pero todavía no». Y es que la tentación es la de dejar para más tarde la propia conversión, porque ahora no encaja con los propios planes personales.

La llamada al seguimiento radical de Jesucristo, es para el aquí y ahora, para hacer posible su Reino, que se abre paso con dificultad entre nosotros. Él conoce nuestra tibieza, sabe que no nos gastamos decididamente en la opción por el Evangelio, sino que queremos contemporizar, ir tirando, ir viviendo, sin estridencias y sin prisa.

El mal no puede convivir con el bien. La vida santa no permite el pecado. «Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro» (Mt 6,24), dice Jesucristo. Refugiémonos en el árbol santo de la Cruz y que su sombra se proyecte sobre nuestra vida, y dejemos que sea Él quien nos conforte, nos haga entender el porqué de nuestra existencia y nos conceda una vida digna de Hijos de Dios.
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15. Canon en la Biblia - 📚 Lecciones Bíblicas - Padre Arturo Cornejo 

sábado, 30 de enero de 2021

IMAGEN DEL DÍA

 

Quejarnos porque hay problemas en la sociedad no conduce a nada. Lamentarnos porque los que están llamados a dirigir los asuntos públicos no actúan como deberían, no mejora el funcionamiento de las instituciones. Los cristianos tenemos la obligación de trabajar por mejorar las estructuras sociales para que funcionen en beneficio de todos, especialmente de los más necesitados. Debemos comprometernos personalmente en la construcción de un mundo mejor. Sobran criticones y faltan personas decididas a cambiar lo que está mal.

viernes, 29 de enero de 2021

EL MANANTIAL DE LA VIDA. SÁBADO, 3ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 


Texto del Evangelio (Mc 4,35-41): Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Pasemos a la otra orilla». Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con Él. En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».

Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: «¡Calla, enmudece!» El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?». Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: «Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?».

«¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?»

Hoy, el Señor riñe a los discípulos por su falta de fe: «¿Cómo no tenéis fe?» (Mc 4,40). Jesucristo ya había dado suficientes muestras de ser el Enviado y todavía no creen. No se dan cuenta de que, teniendo con ellos al mismo Señor, nada han de temer. Jesús hace un paralelismo claro entre “fe” y “valentía”.
En otro lugar del Evangelio, ante una situación en la que los Apóstoles dudan, se dice que todavía no podían creer porque no habían recibido el Espíritu Santo. Mucha paciencia le será necesaria al Señor para continuar enseñando a los primeros aquello que ellos mismos nos mostrarán después, y de lo que serán firmes y valientes testigos.
Estaría muy bien que nosotros también nos sintiéramos “reñidos”. ¡Con más motivo aun!: hemos recibido el Espíritu Santo que nos hace capaces de entender cómo realmente el Señor está con nosotros en el camino de la vida, si de verdad buscamos hacer siempre la voluntad del Padre. Objetivamente, no tenemos ningún motivo para la cobardía. Él es el único Señor del Universo, porque «hasta el viento y el mar le obedecen» (Mc 4,41), como afirman admirados los discípulos.



Entonces, ¿qué es lo que me da miedo? ¿Son motivos tan graves como para poner en entredicho el poder infinitamente grande como es el del Amor que el Señor nos tiene? Ésta es la pregunta que nuestros hermanos mártires supieron responder, no ya con palabras, sino con su propia vida. Como tantos hermanos nuestros que, con la gracia de Dios, cada día hacen de cada contradicción un paso más en el crecimiento de la fe y de la esperanza. Nosotros, ¿por qué no? ¿Es que no sentimos dentro de nosotros el deseo de amar al Señor con todo el pensamiento, con todas las fuerzas, con toda el alma?

Uno de los grandes ejemplos de valentía y de fe, lo tenemos en María, Auxilio de los cristianos, Reina de los confesores. Al pie de la Cruz supo mantener en pie la luz de la fe... ¡que se hizo resplandeciente en el día de la Resurrección!
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14.  La Vulgata y la versión de los 70’s - 📚 Lecciones Bíblicas - Padre Arturo Cornejo 

jueves, 28 de enero de 2021

EL MANANTIAL DE LA VIDA.VIERNES DE LA 3ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 



Texto del Evangelio (Mc 4,26-34): En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega».

Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra». Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.

«El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano (...y) la tierra da el fruto por sí misma»

Hoy Jesús habla a la gente de una experiencia muy cercana a sus vidas: «Un hombre echa el grano en la tierra (...); el grano brota y crece (...). La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga» (Mc 4,26-28). Con estas palabras se refiere al Reino de Dios, que consiste en «la santidad y la gracia, la Verdad y la Vida, la justicia, el amor y la paz» (Prefacio de la Solemnidad de Cristo Rey), que Jesucristo nos ha venido a traer. Este Reino ha de ser una realidad, en primer lugar, dentro de cada uno de nosotros; después en nuestro mundo.



En el alma de cada cristiano, Jesús ha sembrado —por el Bautismo— la gracia, la santidad, la Verdad... Hemos de hacer crecer esta semilla para que fructifique en multitud de buenas obras: de servicio y caridad, de amabilidad y generosidad, de sacrificio para cumplir bien nuestro deber de cada instante y para hacer felices a los que nos rodean, de oración constante, de perdón y comprensión, de esfuerzo por conseguir crecer en virtudes, de alegría...

Así, este Reino de Dios —que comienza dentro de cada uno— se extenderá a nuestra familia, a nuestro pueblo, a nuestra sociedad, a nuestro mundo. Porque quien vive así, «¿qué hace sino preparar el camino del Señor (...), a fin de que penetre en él la fuerza de la gracia, que le ilumine la luz de la verdad, que haga rectos los caminos que conducen a Dios?» (San Gregorio Magno).

La semilla comienza pequeña, como «un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas» (Mc 4,31-32). Pero la fuerza de Dios se difunde y crece con un vigor sorprendente. Como en los primeros tiempos del cristianismo, Jesús nos pide hoy que difundamos su Reino por todo el mundo.
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13. ¿Qué son los códices en la Biblia? - 📚 Lecciones Bíblicas - Padre Arturo Cornejo 

IMAGEN DEL DÍA

 

Es frecuente que nos consideremos diferentes a los otros. Incluso superiores, por formación, creencias, gustos, etc. Hasta por posición social. Se nos olvida que todos somos iguales, aunque unos tengan unos dones diferentes. Todos, en resumen, somos hijos del mismo Padre Dios, que nos manda que vivamos en armonía, pues en su casa no quiere más distinciones que el deseo de cada uno por ser el primero en el servicio. De esta manera sí lograremos convivir como la auténtica familia de los creyentes que solamente buscan el bien común.

Actividad de La BItácora XXI sobre la Eutanasia y cuidados paliativos. El Umbral de Salida

 

miércoles, 27 de enero de 2021

EL MANANTIAL DE LA VIDA.JUEVES DE LA 3ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 

Texto del Evangelio (Mc 4,21-25): En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero? Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto. Quien tenga oídos para oír, que oiga».
Les decía también: «Atended a lo que escucháis. Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará».   
                    
«¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho?»
Hoy, Jesús nos explica el secreto del Reino. Incluso utiliza una cierta ironía para mostrarnos que la “energía” interna que tiene la Palabra de Dios —la propia de Él—, la fuerza expansiva que debe extenderse por todo el mundo, es como una luz, y que esta luz no puede ponerse «debajo del celemín o debajo del lecho» (Mc 4,21).

¿Acaso podemos imaginarnos la estupidez humana que sería colocar la vela encendida debajo de la cama? ¡Cristianos con la luz apagada o con la luz encendida con la prohibición de iluminar! Esto sucede cuando no ponemos al servicio de la fe la plenitud de nuestros conocimientos y de nuestro amor. ¡Cuán antinatural resulta el repliegue egoísta sobre nosotros mismos, reduciendo nuestra vida al marco de nuestros intereses personales! ¡Vivir bajo la cama! Ridícula y trágicamente inmóviles: “ausentes” del espíritu.
El Evangelio —todo lo contrario— es un santo arrebato de Amor apasionado que quiere comunicarse, que necesita “decirse”, que lleva en sí una exigencia de crecimiento personal, de madurez interior, y de servicio a los otros. «Si dices: ¡Basta!, estás muerto», dice san Agustín. 

«‘Quien tenga oídos para oír, que oiga’. Les decía también: ‘Atended a lo que escucháis’» (Mc 4,23-24). Pero, ¿qué quiere decir escuchar?; ¿qué hemos de escuchar? Es la gran pregunta que nos hemos de hacer. Es el acto de sinceridad hacia Dios que nos exige saber realmente qué queremos hacer. Y para saberlo hay que escuchar: es necesario estar atento a las insinuaciones de Dios. Hay que introducirse en el diálogo con Él. Y la conversación pone fin a las “matemáticas de la medida”: «Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará» (Mc 4,24-25). Los intereses acumulados de Dios nuestro Señor son imprevisibles y extraordinarios. Ésta es una manera de excitar nuestra generosidad.

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12. ¿En qué lengua se escribió la Biblia? - 📚 Lecciones Bíblicas - Padre Arturo Cornejo

Moniciones- IV Domingo del Tiempo Ordinario (31 de enero)

                     

Monición de entrada 

Se suele decir que las palabras se las lleva el viento, mientras que el testimonio arrastra. Este refrán no vale para el comportamiento de Jesús, porque sus palabras están llenas de autoridad, Así lo reconoce repetidamente la gente. Él arranca admiración, enseña de una manera diferente: la verdad de su Evangelio y su testimonio son nuevos, convencen, porque lo que predica con verdad lo ratifica con la autenticidad de su vida, es esto lo que le da autoridad; que, nada tiene que ver con lo que entendemos hoy por “autoridad”. Que el Espíritu de la Verdad nos ayude a creer más comprometidamente. Con esta actitud comenzamos la celebración.

Cato de entrada


Introducción por el Celebrante
      Jesús proclamó a la gente
la Buena Nueva de sanación y de vida.
Esta misma Buena Nueva nos la proclama a nosotros
aquí en esta asamblea eucarística.
Que sus palabras muevan nuestros corazones
y nos traigan curación y vida.

SEÑOR TEN PIEDAD
Acto Penitencial
El pecado es, con demasiada frecuencia,
la enfermedad de nuestro corazón.
Pedimos al Señor que nos cure de todo pecado.
    (Pausa)
  • Señor Jesús, tú viniste para curarnos y para devolvernos la vida:
    R/. Señor, ten piedad de nosotros.
  • Cristo Jesús, primer nacido de entre los muertos, tú nos has hecho hijos e hijas  del Dios vivo:
    R/. Cristo, ten piedad de nosotros.
  • Señor Jesús, tú te hiciste uno de nosotros de forma que pudiéramos ver en ti la perfecta imagen del Padre:
    R/. Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor, y pronuncia solamente la palabra por la que nos cures del pecado, y llévanos a la vida eterna.

Gloria

Primera Lectura (Dt 18,15-20): El Verdadero Profeta Es Voz de Dios
    Los profetas del pueblo de Dios eran -y todavía son hoy- la voz de Dios. Ellos interpretan su voluntad con autoridad y dirigen al pueblo hacia el futuro de Dios.

Salmo 94 :Señor, que no seamos sordos a tu voz

Segunda Lectura (1 Cor 7,3-35): Libres para el Señor
    Todos estamos llamados a la santidad.  Pablo subraya las ventajas del carisma del celibato: los que no se casan están libres para dedicarse al Señor y sus asuntos.
Aleluya

Evangelio (Mc 1,21-28): Jesús Enseñaba con Autoridad
    Jesús podía enseñar con autoridad como nadie, ya que era la Palabra viva de Dios, Hijo mismo de Dios. Por el poder de su palabra, solamente, venció al poder del mal.
HOMILÍA

1.  A lo largo de la historia Dios ha suscitado en medio del pueblo profetas y personas de bien, esperando de ellos colaboración y fidelidad. La misión del profeta es hacerse eco de la Palabra de Dios, sin deformarla ni silenciarla. Pero ha habido malos profetas, que han querido aprovecharse de los dones de Dios para su propio beneficio y arrogancia. Tal actitud es un desacierto y Dios la rechaza.

Nosotros, los creyentes, interpretamos la historia como: historia de la Salvación, gracias a las intervenciones de Dios y de sus profetas. Dios ha ido suscitando profetas en medio de su pueblo para que sean sus testigos: Anunciando, denunciando y siendo alternativa de su proyecto salvador. El profeta superior y excepcional, el profeta culminante de todos los tiempos es Jesús de Nazaret.

2. La segunda lectura recoge el consejo de San Pablo sobre el celibato y la consagración con los consejos evangélicos. Esta vocación es una más dentro de la Iglesia, un don del Espíritu al servicio del Reino de Dios y una gran riqueza para la Iglesia. Pero no tenemos que pensar que es una vocación superior ni siquiera más perfecta. La vocación fundamental de los cristianos es la bautismal. El Evangelio es igualmente exigente para todos los cristianos, lo mismo que la santidad, que es una llamada y un deber de todos los bautizados. Mientras no superemos esto, aceptándolo como un mandato evangélico para todos los bautizados, no estaremos haciendo Iglesia de Jesús. Estará muy bien estructurada... pero no será la Común-unidad, del Nuevo Pueblo de Dios.

3. El evangelio de Marcos presenta ya en su comienzo al Jesús adulto en lucha con los espíritus del mal, arrojándolos fuera de las personas y dejando claro su objetivo redentor. Él enseña y actúa con autoridad. Todo Él está lleno de verdad y bondad. La gente descubre en su persona un modo nuevo y diferente de presentar los valores humanaos y religiosos: es coherente, testimonial, es un místico y un profeta de Dios que marca pautas nunca vistas, despierta las conciencias, propone un proyecto alternativo que muchas veces los listos de este mundo pretenden ocultar por intereses mezquinos.

Si Jesús asombra, atrae y convence es porque encarna un estilo de vida que enlaza con las aspiraciones más nobles de las personas. Por eso se le reconoce autoridad; en Él hay una total fidelidad a los dones de Dios, hay un alma limpia, generosa y comprometida y hay victoria sobre las tentaciones y sobre las tendencias enfermizas -diabólicas- que muchas veces se apoderan de las personas y de los ambientes.

No hay mayor autoridad que la que brota de un alma limpia; y esa es la de Jesús. Está por encima de los votos... tal autoridad ayuda a las personas a ser mejores. el poder, sin ese tipo de autoridad, corrompe.

Nunca hemos necesitado tanto una autoridad así, como en estos tiempos de incertidumbre, miedo y, sobre todo, mentira. ¡¡QUE ÉL NOS AYUDE!! (Silencio de interiorización)

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Oración de los Fieles
    Oremos a Dios nuestro Padre que nos otorga curación y salvación. Y digámosle:
R/. Señor, pronuncia tu palabra que nos cure.
  • Para que en la Iglesia llevemos unos a otros la curación del perdón y la compasión, roguemos al Señor.
  • Para que todos los enfermos sigan esperando que sanarán y que, al menos, sepan llevar su sufrimiento con paciencia y fortaleza, roguemos al Señor.
  • Para que todos los que sufren en temprana edad experimenten el amor y la atención de las personas que se preocupan por ellos, roguemos al Señor.
  • Para que reservemos espacio y preocupación por los mentalmente discapacitados y para que les reservemos un lugar especial en nuestro corazón, roguemos al Señor.
  • Para que los confinados en hospitales y clínicas reciban mucha atención, llena de humanidad y de amor, y que reciban la visita periódica y constante de sus seres queridos, roguemos al Señor.
  • Para que en nuestras comunidades nos atrevamos a aliviar los sufrimientos de nuestros hermanos y aprendamos a compartir unos con otros nuestro dolor, roguemos al Señor.
  Oh Dios compasivo, sabemos que nos amas en la enfermedad y en la salud. Permanece siempre con nosotros y ayúdanos a cuidarnos  los unos de los otros, en Jesucristo nuestro Señor
Canto de Ofertorio
Oh Dios y Padre nuestro:
Al presentarte estos dones de pan y vino,
esperamos que tu Hijo nos hable en tu nombre.    
Por medio de él acepta nuestro silencio
y nuestros exiguos esfuerzos
para dar forma a tu palabra
en el lenguaje de nuestras vidas.
Que esta ofrenda te sea agradable,
por Jesucristo nuestro Señor.  
SANTO
Introducción a la Plegaria Eucarística
Demos sinceras gracias al Padre, por habernos dado a Jesús, que murió y resucitó de entre los muertos para liberarnos de todo mal.

Introducción al Padrenuestro   
Oremos a Dios nuestro Padre con las palabras de la oración del mismo Jesús, que puede dar voz a todas nuestras peticiones no expresadas:
R/. Padre nuestro…

Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males y concédenos la paz en nuestros días.
Por tu misericordia, guárdanos de ser sordos a las palabras que nos diriges.
Que su sonido nos convierta y nos inspire para preparar con alegría y esperanza la gloriosa venida de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
R/. Tuyo es el reino…
CORDERO DE DIOS
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Señor,
que proclamó un mensaje de Buena Nueva de salvación
con poder y autoridad.
Dichosos nosotros de escuchar su invitación
y de recibir de él
nuestro pan de fuerza y curación.
R/. Señor, no soy digno…
Canto de Comunión
CON VOSOTROS ESTÁ Y NO LO CONOCÉIS




Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
En esta asamblea eucarística
nos has reunido más íntimamente
por tu palabra poderosa
y por el banquete festivo de la eucaristía.
Cuando volvemos a nuestra vida diaria,
sigue proclamándonos tu mensaje liberador
incluso en los acontecimientos corrientes de nuestra vida
y en la amistad de nuestros hermanos y hermanas.
Abre nuestros oídos y corazones
a tu lenguaje, siempre nuevo,
que nos conduzca a ti
por el poder de Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: Sabemos muy bien, por experiencia de vida, qué poderosas pueden ser las palabras.
En su matrimonio, el esposo y la esposa aceptan mutuamente su Sí al amor y también comparten amor, el uno con el otro, no solo para un momento sino para toda la vida.
Cristo nos ha proclamado su palabra aquí.  Ha sido una palabra de confianza y amor, y no puede dejarnos indiferentes.  Cristo nos obliga a tomar una decisión: o rechazarle a él  y a su palabra o entregarnos a él y a su mensaje.
Que ojalá aceptemos su evangelio con entusiasmo.
Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.
                                                   JUNTO A TÍ MARÍA

martes, 26 de enero de 2021

EL MANANTIAL DE LA VIDA.MIÉRCOLES DE LA 3ª SEMANA TIEMPO ORDINARIO

 

Texto del Evangelio (Mc 4,1-20): En aquel tiempo, Jesús se puso otra vez a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar. Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción: «Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar. Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó enseguida por no tener hondura de tierra; pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto. Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento». Y decía: «Quien tenga oídos para oír, que oiga».


Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas. El les dijo: «A vosotros se os ha dado comprender el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas, para que por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone».

Y les dice: «¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, entonces, comprenderéis todas las parábolas? El sembrador siembra la Palabra. Los que están a lo largo del camino donde se siembra la Palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos. De igual modo, los sembrados en terreno pedregoso son los que, al oír la Palabra, al punto la reciben con alegría, pero no tienen raíz en sí mismos, sino que son inconstantes; y en cuanto se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumben enseguida. Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Y los sembrados en tierra buena son aquellos que oyen la Palabra, la acogen y dan fruto, unos treinta, otros sesenta, otros ciento».

«El sembrador siembra la Palabra»
Hoy escuchamos de labios del Señor la “Parábola del sembrador”. La escena es totalmente actual. El Señor no deja de “sembrar”. También en nuestros días es una multitud la que escucha a Jesús por boca de su Vicario —el Papa—, de sus ministros y... de sus fieles laicos: a todos los bautizados Cristo nos ha otorgado una participación en su misión sacerdotal. Hay “hambre” de Jesús. Nunca como ahora la Iglesia había sido tan católica, ya que bajo sus “alas” cobija hombres y mujeres de los cinco continentes y de todas las razas. Él nos envió al mundo entero (cf. Mc 16,15) y, a pesar de las sombras del panorama, se ha hecho realidad el mandato apostólico de Jesucristo.
El mar, la barca y las playas son substituidos por estadios, pantallas y modernos medios de comunicación y de transporte. Pero Jesús es hoy el mismo de ayer. Tampoco ha cambiado el hombre y su necesidad de enseñanza para poder amar. También hoy hay quien —por gracia y gratuita elección divina: ¡es un misterio!— recibe y entiende más directamente la Palabra. Como también hay muchas almas que necesitan una explicación más descriptiva y más pausada de la Revelación.
En todo caso, a unos y otros, Dios nos pide frutos de santidad. El Espíritu Santo nos ayuda a ello, pero no prescinde de nuestra colaboración. En primer lugar, es necesaria la diligencia. Si uno responde a medias, es decir, si se mantiene en la “frontera” del camino sin entrar plenamente en él, será víctima fácil de Satanás.

Segundo, la constancia en la oración —el diálogo—, para profundizar en el conocimiento y amor a Jesucristo: «¿Santo sin oración...? —No creo en esa santidad» (San Josemaría).

Finalmente, el espíritu de pobreza y desprendimiento evitará que nos “ahoguemos” por el camino. Las cosas claras: «Nadie puede servir a dos señores...» (Mt 6,24).
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11.¿Cuando se escribió la Biblia - 📚 Lecciones Bíblicas - Padre Arturo Cornejo