domingo, 31 de enero de 2016

NUEVA DINÁMICA DE CATEQUESIS PARA EL JUBILEO DE LA MISERICORDIA: "EL CRISTO DE SAN DAMIÁN"

Perdonar al que nos ofende


Yo perdono… pero no olvido. Esta frase quizá la hemos escuchado más de una vez en labios de una persona que ha sufrido a causa de otro. Con frases como ésta los cristianos buscamos esquivar el compromiso evangélico de perdonar a nuestros enemigos. No nos engañemos: el Evangelio, si no duele, no es Evangelio. Perdonar al que nos ofende no es nada fácil. Sin embargo, esta obra de misericordia se halla al centro del mensaje de Jesús de Nazaret.
Es comprensible que si queremos tomar en serio esta invitación de la Iglesia sintamos internamente algo de incomodidad y rebeldía. ¿Acaso la Iglesia nos invita a permitir que otros nos hagan el mal sin oponer resistencia? ¿Se trata verdaderamente de dejar que nos golpeen en una mejilla sin quejarnos y que nos limitemos a responder con una sonrisa mientras giramos el rostro para que nos golpeen del otro lado? ¿Sería ir contra el Evangelio si en lugar de perdonar a nuestros agresores nos defendemos y los acusamos ante las autoridades para que se haga justicia?
Para entender las palabras de Jesús es necesario comprender a Jesús mismo. Al Señor le tocó vivir en una época en que sus paisanos estaban sometidos al dominio del imponente Imperio romano. Jesús vivió en un pueblo subyugado; para los hebreos criticar y ofender a los dominadores era lo más normal. Al Maestro le tocó ver cómo el corazón de tantas personas estaba contaminado, lleno de odio y resentimiento hacia los altaneros invasores.
Jesús constató, con gran tristeza, que su pueblo, su gente, vivía esclavizado, no ya por un enemigo que se había infiltrado injustificadamente y los había sometido con violencia. Vivían una esclavitud aún más terrible y penosa, la esclavitud del espíritu.

En este contexto se puede comprender por qué Jesús insistió tanto en el perdón a los que nos hacen el mal. Para los oyentes de su mensaje esos "que nos hacen el mal" tenían un nombre y un rostro muy concreto. La intención de Jesús nunca fue la de provocar una revolución política. Su revolución era más ambiciosa, más profunda, más bella. La revolución del amor.

Cuando Cristo invita a perdonar a los que nos hacen el mal su intención no es la de promover la injusticia, invitándonos a soportar pasivamente el mal que nos hagan. A lo que invita es a liberar el corazón del odio y del rencor. Ante la injusticia que padecemos tenemos dos opciones: o guardamos rencores o perdonamos de verdad. Quien odia vive triste, traumado, insatisfecho; quien perdona vive en paz, es libre, y puede alcanzar más fácilmente la felicidad.
Hace tiempo asistí al curso de psicología en que se hablaba sobre la "terapia del perdón". No me sorprendió para nada que la conferencista afirmara que a veces las terapias consistían simplemente en ayudar al paciente a desahogar los rencores que guarda y en ayudarle a perdonar. De manera que la obra de misericordia "perdonar a los que nos ofenden" es un acto de misericordia hacia el prójimo, pero también hacia nosotros mismos. 
Quien dice Yo perdono… pero no olvido, da a entender que perdona sólo de palabra, pero en su interior guarda rencores. Esa persona, en lugar de ser libre, encadena voluntariamente su corazón en el pilar del odio.
La obra de misericordia "Perdonar al que nos ofende" no es una invitación a dejarnos hacer el mal sin defendernos cuando sea necesario. Hay que poner los medios para evitar el mal y para que se haga justicia. Aquí se trata de no dejar contaminar nuestro corazón con rencores dañinos y de volar libres con las alas del amor.

sábado, 30 de enero de 2016

Cursillos Prematrimoniales

PARROQUIA SAN PÍO X, LOGROÑO

Para Novios

                                                                             Teléfonos de Información
5-6 Marzo 2016
21-22 Mayo 2015
José Luis y Loly
633 940 614 – 941 20 09 21

Proyecto Hombre

Alfa y Omega


4º domingo del tiempo ordinario

Jesús: Nadie es profeta en su tierra
 
Jesús de Nazaret sintetizaba en una frase un proceder injusto e insólito. “Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra”, dijo según San Lucas. La frase de Jesús, tras el comportamiento hostil de sus paisanos de Nazaret, es una de las famosas y utilizada en el lenguaje coloquial en muchos de los idiomas que existen en la tierra. Y, realmente, el desprecio por los éxitos de los connacionales, la incapacidad de creer en el desarrollo intelectual, religioso y artístico de los vecinos más próximos está ahí como otro gran problema de la convivencia. Pero incluso quisieron sus paisanos matar a Jesús, despeñándolo. Hemos de pensar en ello y reaccionar con objetividad y alegría ante los éxitos de las personas que viven entre nosotros. Lo otro, lo que intentaron los vecinos de Nazaret es, simplemente, patológico.
 
 

lunes, 25 de enero de 2016

Corregir al que se equivoca


La tercera obra de misericordia espiritual nos habla de la corrección fraterna.
Hay correcciones que nacen desde actitudes negativas. Esto ocurre cuando uno corrige porque el otro le molesta, porque quiere vivir tranquilo, porque siente envidia ante lo bueno de una persona o porque se fija sólo en lo malo que encuentra en un familiar, un compañero, un conocido.
En ocasiones esas correcciones apuntan a defectos reales, incluso pueden ayudar a quien las recibe. Pero arrancan con un vicio de fondo que muchas veces se refleja en la forma: un extraño deseo de dañar al otro, de humillarle, de hacerle ver que uno es superior y que el otro, por ser inferior, tendría que doblegarse.
Existe, sin embargo, otra perspectiva que convierte a las correcciones en algo bueno, noble, constructivo. Son las correcciones que surgen desde la justicia, desde el respeto más profundo, desde actitudes positivas, desde comportamientos educados. Si, además, se colocan en un contexto de fe y de caridad, como el que sería propio entre personas que comparten el mismo bautismo, estamos ante auténticas correcciones fraternas.
Sobre la corrección fraterna hablaba precisamente Benedicto XVI en 2012 .

¿Qué nos decía el actual Papa emérito sobre el tema?
La idea de fondo del Mensaje es sencilla: hay un fijarse en el hermano que significa sentirnos responsables de lo que le ocurre. Si sufre a nivel material, el “fijarse” nos lleva a proveer a sus necesidades corporales, a acompañarle en sus sufrimientos, a saber defender la justicia. La imagen del buen samaritano, evocada por el Papa en su texto, representa el modelo que debemos seguir, lo cual implica superar una visión excesivamente centrada en uno mismo, en los propios problemas y miedos, para centrarnos en el bien del otro.
Si el hermano sufre a nivel espiritual, el “fijarse” nos lleva a preocuparnos por su salvación eterna. ¿De verdad la suerte definitiva de otro tiene algo que ver conmigo? Sabemos que el llegar al cielo depende radicalmente de Dios y de la libre respuesta de cada uno. Pero el modo de actuar de Dios pasa muchas veces a través de los ojos, de los corazones y de los labios de familiares, amigos, conocidos, que un día nos advirtieron, con respeto y cariño, que íbamos por el mal camino.
Benedicto XVI lo explica con estas palabras: “El «fijarse» en el hermano comprende además la solicitud por su bien espiritual. Y aquí deseo recordar un aspecto de la vida cristiana que a mi parecer ha caído en el olvido: la corrección fraterna con vistas a la salvación eterna. Hoy somos generalmente muy sensibles al aspecto del cuidado y la caridad en relación al bien físico y material de los demás, pero callamos casi por completo respecto a la responsabilidad espiritual para con los hermanos”.
El Papa cita algunos pasajes de la Biblia que hablan sobre la corrección fraterna, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Desde la Palabra de Dios, la Iglesia ha recogido, entre las obras de misericordia espirituales, la de “corregir al que yerra”, como recuerda el Mensaje.
Luego Benedicto XVI subraya esta idea: “Es importante recuperar esta dimensión de la caridad cristiana. Frente al mal no hay que callar. Pienso aquí en la actitud de aquellos cristianos que, por respeto humano o por simple comodidad, se adecúan a la mentalidad común, en lugar de poner en guardia a sus hermanos acerca de los modos de pensar y de actuar que contradicen la verdad y no siguen el camino del bien. Sin embargo, lo que anima la reprensión cristiana nunca es un espíritu de condena o recriminación; lo que la mueve es siempre el amor y la misericordia, y brota de la verdadera solicitud por el bien del hermano”.
En el fondo, la corrección fraterna, bien entendida, es un modo de participar en la misma pedagogía de Dios que busca ayudar a cada uno de sus hijos. Así lo indica el texto que estamos comentando:
“Por lo tanto, es un gran servicio ayudar y dejarse ayudar a leer con verdad dentro de uno mismo, para mejorar nuestra vida y caminar cada vez más rectamente por los caminos del Señor. Siempre es necesaria una mirada que ame y corrija, que conozca y reconozca, que discierna y perdone (cf. Lc 22,61), como ha hecho y hace Dios con cada uno de nosotros”.
Estas son enseñanzas que valen siempre. Aprender a corregir no es fácil, pero si nos acercamos a Dios y nos dejamos contagiar por su Amor a cada uno de sus hijos, seremos capaces de tender la mano a nuestros hermanos en sus necesidades materiales. Además, podremos ayudarles en aquellas necesidades espirituales en las que muchos esperan encontrar manos amigas y una sana corrección fraterna llena de cariño.

SAN BLAS, BENDICIÓN DE ALIMENTOS

3 DE FEBRERO
 
PARROQUIA SAN PÍO X
EN LA MISA DE LAS 10:00
 
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HOSPITAL SAN PEDRO
EN LA MISA DE LAS 12:00
 
San Blás Fiesta: 3 de febreroConocido también como Blasius
Patrón de: Enfermedades de la garganta y laringólogos. +C.316
 
San Blas fue médico y obispo de Sebaste, Armenia. Hizo vida eremítica en una cueva del Monte Argeus.
San Blas era conocido por su don de curación milagrosa. Salvó la vida de un niño que se ahogaba al trabársele en la garganta una espina de pescado. Este es el origen de la costumbre de bendecir las gargantas el día de su fiesta.
Según una leyenda, se le acercaban también animales enfermos para que les curase, pero no le molestaban en su tiempo de oración.

Cuando la persecución de Agrícola, gobernador de Cappadocia, contra los cristianos llegó a Sebaste, sus cazadores fueron a buscar animales para los juegos de la arena en el bosque de Argeus y encontraron muchos de ellos esperando fuera de la cueva de San Blas. Allí  encontraron a San Blas en oración y lo arrestaron. Agrícola trató sin éxito de hacerle apostatar. En la prisión, San Blas sanó a algunos prisioneros. Finalmente fue echado a un lago. San Blas, parado en la superficie, invitaba a sus perseguidores a caminar sobre las aguas y así demostrar el poder de sus dioses. Pero se ahogaron. Cuando volvió a tierra fue torturado y decapitado. C. 316.

Dios, como a Pablo, te invita a la conversión


Hoy, 25 de enero, se hace memoria de la "Conversión de san Pablo" (...) En el caso de Pablo, algunos prefieren no utilizar el término conversión, porque -dicen- él ya era creyente, es más hebreo ferviente y por ello no pasó de la no-fe a la fe, de los ídolos a Dios, ni tuvo que abandonar la fe hebrea para adherirse a Cristo. En realidad, la experiencia del Apóstol puede ser el modelo de toda auténtica conversión cristiana.

La de Pablo maduró en el encuentro con el Cristo resucitado; fue este encuentro el que le cambió radicalmente la existencia. En el camino de Damasco sucedió para él lo que Jesús pude en el Evangelio de hoy: Saulo se convirtió porque, gracias a la luz divina, “creyó en el Evangelio”. En esto consiste su conversión y la nuestra: en creer en Jesús muerto y resucitado y en abrirse a la iluminación de su gracia divina.

En aquel momento, Saulo comprendió que su salvación no dependía de las obras buenas realizadas según la ley, sino del hecho que Jesús había muerto también por él -el perseguidor- y que estaba, y está, resucitado. Esta verdad, que gracias al Bautismo ilumina la existencia de cada cristiano, alumbra completamente nuestro modo de vivir.

Convertirse significa, también para cada uno de nosotros, creer que Jesús “se ha entregado a sí mismo por mí”, muriendo en la cruz (cfr Gal 2,20) y, resucitado, vive conmigo y en mí. Confiándome al poder de su perdón, dejándome tomar la mano por Él, puedo salir de las arenas movedizas del orgullo y del pecado, de la mentira y de la tristeza, del egoísmo y te toda falsa seguridad, para conocer y vivir la riqueza de su amor.

Queridos amigos, la invitación a la conversión, valorada por el testimonio de san Pablo, resuena hoy (...) El Apóstol nos indica la actitud espiritual adecuada para poder progresar en el camino de la comunión. “Ciertamente no he llegado a la meta -escribe a los Filipenses -, no he llegado a la perfección; pero me esfuerzo en correr para alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús” (Fil 3,12).

Ciertamente, nosotros los cristianos no hemos conseguido llegar aún a la meta de la unidad plena, pero si nos dejamos continuamente convertir por el Señor Jesús, llegaremos seguramente.

La Virgen María, Madre de la Iglesia una y santa, nos obtenga el don de una conversión verdadera, para que cuanto antes se realice el anhelo de Cristo: "Ut unum sint".




Fragmento de las palabras dSS Benedicto XVI durante el Ángelus, en la Fiesta de la Conversión de San Pablo 25 enero 2009

sábado, 23 de enero de 2016

ALFA Y OMEGA

 

EJERCICIOS ESPIRITULES DE SAN IGNACIO PARA LA VIDA

Son varios capítulos donde les mostraremos como los ejercicios espirituales son todos aquellos que de algún modo nos permiten examinar la conciencia, meditar, contemplar, de orar vocal y mentalmente.
 

Capítulo 1 | Historia de Ignacio De Loyola
 
Capítulo 2 | Método y Disposición para la Oración
Capítulo 3 | ¿Qué Son y qué no son Los Ejercicios Espirituales?
 
Capítulo 4 | Especial Acompañamiento Espiritual 

Dar buen consejo al que lo necesita


Todos somos buenos para dar consejos a los demás, sobre todo cuando nos los piden. Pero la obra de misericordia dar buen consejo al que lo necesita se trata de algo diverso.
Primero que nada hay que tener presente que se trata una obra de misericordia; es decir, es la obra de alguien que es capaz de compadecer con otro, con todo el corazón, y así consolar y fortalecer a uno que sufre o que está en necesidad. Para poder dar consejo al que lo necesita hay que tener esa actitud. No se trata de dar consejo al que no lo necesita, aunque yo crea que tenga necesidad; tampoco se trata de dar consejo al quien no lo está pidiendo, aunque a veces las circunstancias lo requieran.
Dar buen consejo al que lo necesita es sobre todo una actitud del corazón; es querer ayudar, consolar, estimular, fortalecer con un corazón bueno y magnánimo, buscando el auténtico bien de esa persona. De allí tiene que nacer el consejo; pues cuando nace del amor y del interés por el otro, será bien recibido y al mismo tiempo hará maravillas a la persona que busca una ayuda.
Dar consejo, sobre todo, implica ser capaces de dar y eso no siempre es fácil. Significa hacer memoria de nuestra misma vida y experiencia, de nuestro sufrimiento, necesidad, incapacidad y limitaciones. Hacer memoria no con tristeza, lamentaciones y hasta amargura, sino con gran confianza; reconociendo que Dios estaba presente también en esos momentos de nuestra vida. Recordar que él nos acompañaba y nos decía: estoy aquí y te amo.

Una vez que hemos hecho memoria, conviene preguntarnos qué hemos aprendido de estas experiencias y qué puede ser útil para los demás. Cómo les podemos ayudar a descubrir la mano de Dios y aprovechar las circunstancias duras o confusas de la vida para encontrar a este Padre que camina a nuestro lado.

Se trata, en fin, de extender la mano, sabiendo que aún con mis buenas intenciones, no tengo todas las respuestas, ni puedo resolver todos los problemas.

Aconsejar es echar mano de esta sabiduría vivida, haciéndolo con humildad y sencillez. Es ofrecer y no imponer, es compartir y no pontificar. Se trata, a fin de cuentas, de llevar a otros a tener la seguridad de que Dios está cerca y Él será su luz y fortaleza siempre. En la oscuridad y confusión de una tempestad sobre el mar, como en el brillo de un amanecer de paz y serenidad, Dios está presente.
Es saber que yo no tengo todas las respuestas, pero Dios sí.

viernes, 22 de enero de 2016

III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

24 DE ENERO DE 2016
El Domingo de Nuestra Liberación
 
Cuando Jesús, en la Sinagoga de Nazaret, tras leer la profecía de Isaías, dice que todo se cumple en Él, está anunciando a sus paisanos que es la liberación para el género humano. Los de Nazaret no le hicieron caso. Pero parece que tampoco nosotros nos tomamos en serio esa capacidad de Jesús de Nazaret para librarnos de todo lo malo que tenemos dentro, de nuestros miedos, odios y codicias. Y ahí nos equivocamos muy gravemente. Jesús es nuestra liberación. Si le seguimos veremos su Verdad y esa Verdad nos hará libres para siempre. El papa Francisco ha querido condensar todo ese camino de Jesús de Nazaret convocando el Año Jubilar de la Misericordia para que durante ese tiempo los seguidores de Jesús sepamos amar más y más a nuestros hermanos y tenerlos a toda hora en nuestro corazón

NOTICIAS DE TIERRA SANTA

Enseñar al que nos sabe


"Nadie nació instruido". En muchísimas ocasiones escuché este refrán. Siempre me lo repetían en casa cuando me resistía a pedir ayuda sobre algo que no conocía. Es demasiado lo que se puede aprender en esta y de esta vida. Ante nuevas definiciones, conceptos, idiomas, teorías me convenzo cada vez más de la veracidad de este dicho popular.

Pero el refrán me ha hecho pensar más allá de sus 19 letras. Me ha venido a la mente una de las 14 obras de misericordia. Aquella espiritual de enseñar al que no sabe. Más que un simple recuerdo es una reflexión sobre esta obra de misericordia.

La primera reflexión está en entender el refrán. Nosotros tuvimos necesidad de otros que nos enseñaran hasta las cosas más elementales como caminar o hablar, escribir, contar y leer. Hemos experimentado la riqueza de que algunos se detengan y nos dejen unos conocimientos para la vida. Creo que esta experiencia es suficiente para lanzarnos a enseñar a los demás, como compensación a aquellos que algún día nos compartieron su saber.

Cuando nos hablan de enseñar o aprender, lo primero que se nos viene a la cabeza es un maestro. Aquellos seres que nos han enseñado algo para el futuro. Así, al escuchar esta obra de misericordia debemos recordar al Maestro que vino a este mundo a enseñarnos cómo vivir para ser felices en esta vida y en la otra. Aquel Jesús que traía fascinados con sus enseñanzas a los judíos que le escuchaban, "porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas" (cf. Mt 7,29; Mc 1,22).

Pero de la contemplación del Maestro sigue la imitación. En este año de la misericordia también nosotros podemos enseñar al que desconoce algo. Pero atención, cuando hablo de enseñar no me refiero sólo a clases, libros, conferencias. Podemos instruir de múltiples maneras. ¡Incluso sin palabras! Con un buen ejemplo, haciendo en familia otra obra de misericordia corporal y hasta con una sonrisa sincera, enseñando a otro una virtud como la alegría.

Podemos ayudar al niño que no sabe hacer su tarea, al joven que todavía vacila en una relación sentimental, al adulto que duda invertir en tal o cual negocio, al compañero de oficina que no sabe aún cómo realizar su deber, al peregrino que se ha perdido y no encuentra una dirección. Y de manera heroica podríamos lanzarnos a enseñar a leer o escribir a un analfabeto u orientar en la oración a alguien que teme acercarse a Dios. ¡Muchas oportunidades para enseñar algo!

Sin embargo algunos se creerán exentos en este año a causa de que enseñan muchas cosas a otros. Pienso en maestros que día a día dan lecciones a estudiantes, instructores de formación que deben ayudar a los recién llegados a la empresa o las madres y los padres de familia que diariamente enseñan a los hijos. La respuesta para ellos es que en este año pueden seguir en sus valiosas labores pero de cara a la recompensa en la otra vida y con conciencia de estar haciendo una obra de misericordia.

En definitiva, este año recordemos que nadie nació sabiéndolo todo y que necesitamos ayuda unos de otros. Es tiempo para imitar a Aquel Maestro de Nazaret que nos enseñó tanto. Una de las mejores formas para ello es transmitir de muchas maneras nuestros pocos u muchos conocimientos a los que los requieran. Pero siempre por amor a Dios y de cara a la recompensa eterna del cielo: "Venid benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo" (cf. Mt 25,34).

ENCUENTRO EN EL SEMINARIO


24 DE ENERO
12:00. EUCARISTÍA EN LA PARROQUIA SAN PÍO X DE LOGROÑO
 
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El próximo sábado 23 nos reunimos un grupo de chavales  de La Rioja en el Seminario
a las 11:00h para compartir una vez más nuestra vida de fe y de
alegría. Somos llamados a una especial vocación de amistad con Jesús.
Queremos que nos vean dichosos al compartirla, por eso, anima a tus
chavales a unirse con nosotros.

jueves, 21 de enero de 2016

Enterrar a los muertos

 
En el evangelio de  san Mateo, capítulo 25, se encuentran la mayoría de las obras de misericordia corporales, pero no la de enterrar a los muertos. Sin embargo, en Mateo 27,57 encontramos varias características de esta obra de misericordia.
En primer lugar, José de Arimatea le da un sepulcro a Jesús. Nicodemo compra la mirra y el áloe. Las mujeres lo ungen con cariño y respeto. Se fueron a sus casas apesadumbrados. El sábado lo recordaron con tristeza. Y el domingo salen “muy de mañana” porque deseaban terminar de perfumar a Jesús.
Ahora podemos pensar en tantos cuerpos que quedan sin una sepultura. Las guerras, los abandonados, los asesinados y desaparecidos, los bebés abortados… A veces hay oportunidad de enterrarlos. Pero otras veces no.
Es entonces cuando podemos rezar por ellos y hay que hacerlo con cariño, con amor. Se puede también ir a consolar a los familiares, viuda, viudo, madre, padre… Podemos acompañar en el dolor y llevar el rostro de Dios.
En el Evangelio de San Juan, capítulo 11, Jesús va a visitar a las hermanas de Lazaro (Marta y María). Lo primero que hizo fue consolar a las hermanas. Después va al sepulcro y llora y reza al Padre por su amigo.
Jesús es el modelo de esta obra de misericordia. Sufre con los familiares, los consuela…  Otros iban por curiosidad, otros para buscar motivos para acusarlo, pero pocos realmente estaban para confortar.
Así pues, esta obra de misericordia va mucho más a fondo de lo que se puede pensar, y para cumplirla podemos ver a Jesús.
Hay que recordar que, si bien lo más importante son las oraciones por los difuntos, no es superficial darles una sepultura digna en la medida de las posibilidades. Los que sepultaron a Jesús, lo hicieron con dignidad, a pesar de las prisas. No hubo grandes pompas pero sí dignidad.
¿Por qué, entonces, para el cristiano es importante una sepultura digna? Por muchos motivos pero solo mencionaré uno: “Somos templos del Espíritu Santo” (1Cor 6,19). No podemos dejar tirado algo que tiene un valor inmenso. Es verdad que ya no esté el alma en el cuerpo pero estuvo, y un día llegará la resurrección de la carne.

miércoles, 20 de enero de 2016

Visitar a los encarcelados


Muchas veces al acercarme al Evangelio me he llevado muchas sorpresas. Hoy, al leer el relato del juicio final, ha sido un caso de ellos. En concreto, la parte que dice: "Venid benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo […] porque estaba en la cárcel, y vinisteis a verme" (Mt 25,34-36). De ahí ha nacido esta pregunta: ¿Es posible que Jesús se encuentre en un preso?
La respuesta la da el mismo Evangelio: "En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños a mí me lo hicisteis" (Mt 25,40). Si el preso es inocente, Cristo está de un modo muy especial en él. Pero si es culpable, ¿se encuentra también en una persona "mala" o "injusta"? Sí, también ahí esta Jesús.
Y está porque Él mismo está preso dentro de los culpables. De alguna manera, Cristo se identifica con cada uno de nosotros, independientemente de quiénes seamos, cuánto bien o cuánto mal hayamos hecho. Quiere hablarnos por medio de nuestra conciencia, despertar nuestros corazones y hacernos ver que Él habita en nosotros. Solo espera que le demos una oportunidad.

Quien vive encarcelado tras haber cometido un delito toca fondo sobre las verdades de la vida, reflexiona sobre su pasado y descubre que sus acciones y actitudes no fueron las más correctas, y desea muchas veces enmendarse o encontrar la esperanza de ser perdonado. Necesita de misericordia, quiere encontrarse con Jesús (aunque muchas veces no lo sepa).
Es aquí cuando entra la misión de todo católico según una de las obras de misericordia: visitar al encarcelado. Una simple visita que haga sentir el amor de Dios a la persona que esta presa. Una visita que puede saciar ese "tengo sed" (Jn 19,28) de Jesús Crucificado y puede tornarse en una "llave" para sacar a Jesús de la cárcel del olvido.
Jesucristo mismo nos da el ejemplo de acompañar y comprender a quien sufre el encarcelamiento no solo físico, sino también el espiritual: comía con los que eran prisioneros del pecado, con publicanos y prostitutas (Mt 9,11); ofrece el perdón al buen ladrón (Lc 23,42); y prepara un banquete a quien se había alejado de él para vivir preso del pecado (Lc 15,22).
Por eso, en este año del Jubileo de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco, acerquémonos a nuestros hermanos que sufren en las cárceles, llevemos el testimonio del perdón y el amor del Señor a quienes no lo conocen, seamos ese vultus misericordiae (rostro de misericordia) que tanto necesitan las almas.
Demos la oportunidad de que Jesús actúe en ellos y en nosotros: en ellos para que comprendan la libertad de tener un corazón en el que Cristo vive; y en nosotros, para que no seamos ajenos al sufrimiento del Señor y podamos descubrirle en cada uno de nuestros hermanos. Y así, "seremos bienaventurados de ser misericordiosos, pues recibiremos misericordia" (cf. Mt 5,7).

martes, 19 de enero de 2016

Vestir al desnudo


No sé si haya una obra de misericordia corporal más impopular que ésta, pues si bien es muy sugestivo vestir al mismo Cristo en nuestros hermanos más pobres, debemos reconocer que en nuestra sociedad occidental difícilmente pocos tendrán la oportunidad real de vestir a alguien desnudo en la calle. Pero es precisamente por su poca “practicidad” que este imperativo del Divino Maestro nos desvela horizontes más grandes.
Contemplación de un crucifijo
Cuando contemplamos a Cristo en la cruz cada una de sus llagas es capaz de movernos a compasión, pero entre sus flagelos hay uno que pasa casi desapercibido por su patética obviedad; mira bien al crucificado y te darás cuenta.
Sí, está desnudo. Sí, ¡nuestro redentor está desnudo en una cruz, despojado de todo! «Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza» (2 Cor 8, 9).
La generosidad de Cristo llega a su culmen en la cruz en la que aceptó todo dolor y humillación para revestirnos del manto de la eternidad por el cual somos hijos de Dios. Ser hijo de Dios es el corazón del mensaje cristiano sintetizado en las palabras más hermosas que existen: “Padre Nuestro"
Vestir al desnudo en el siglo XXI
Esta visión que podríamos llamar más espiritual no solo ratifica la exigencia de vestir a los que no tienen con qué hacerlo, sino que también nos invita a mirar más profundo, es decir, a revestir a nuestro prójimo con la dignidad que Cristo, con su desnudez, nos ganó en la cruz, por la cual todos somos hermanos.
Te pregunto a ti que lees estas líneas, quien quiera que seas (padre o madre, médico o sacerdote, maestro o político, ingeniero o militar,…): ¿cuándo fue la última vez en la que miraste a alguien a los ojos y descubriste la huella de Dios? ¿Cuándo fue la última vez en la que descubriste en quien te pidió ayuda a un hijo de Dios? Y me arriesgo a preguntar aún más: ¿cuándo fue la última vez en la que con tu mirada pura, sencilla y generosa, revestiste a tu prójimo de la dignidad de este divino linaje?
Somos capaces de las más grandes hazañas en favor de los demás cuando en ellos descubrimos al mismo Dios. Esta es una tarea ardua, que nace de la mirada que tenemos de nosotros mismos. Justo este año jubilar nos ofrece la oportunidad de «tener la mirada fija en la Misericordia para poder ser también nosotros signo eficaz del obrar del Padre» (Papa Francisco, Misericordiae Vultus, 3).

Concierto a beneficio de Proyecto Hombre, La Rioja

Presentación del concierto
Día: 30 de Enero.
Hora: 19:00h.
Lugar: Auditorio del Ayuntamiento de Logroño.
Actúan: Los Yankos, Los Siderales y el Duo Fender.
Entrada/Donativo: 7€.
Venta de Entradas: Cáritas Diocesana, Librerias Santos Ochoa (Gran Vía y Doctores Castroviejo), Café Moderno y Proyecto Hombre (Paseo del Prior).
 
El 30 de enero, a las 19 h., el Auditorio Municipal del Ayuntamiento de Logroño acogerá el concierto a beneficio de Proyecto Hombre La Rioja ‘Pop riojano: música para recordar’. Entre los intérpretes destacan Los Yankos, Los Siderales y Chema Purón, que contará con Miguel García Gil para revivir a Los Fender.

FECHAS DE LOS CURSILLOS PREMATRIMONIALES

NOVIOS
PARROQUIA SAN PÍO X, LOGROÑO
941 23 19 1 9

Para poder contraer matrimonio canónico (“por la Iglesia”, como se dice popularmente), es necesario que los novios realicen antes los Cursos de preparación al Matrimonio (también llamados “cursillos prematrimoniales”). La coordinación de estos cursillos está a cargo del Movimiento "Encuentro Matrimonial".


http://www.encuentromatrimonial.com/

Para Novios


12-13 Marzo 2016
21-22 Mayo 2015
José Luis y Loly
633 940 614 – 941 20 09 21

GALA SOLIDARIA

Foto de Cáritas La Rioja.
 
Música, pintura y compromiso social se unen en la Gala Solidaria de Cáritas La Rioja, el sábado 23 de enero, en el auditorio del Ayuntamiento de Logroño, y en la que actuará el Orfeón Calasancio, Sueños Flamencos y Lejano Sur. Además, se sorteará un cuadro de Luis Xubero. Todo lo recaudado irá destinado al Taller de Formación Integral del Arciprestazgo Este. ¡Ya están a la venta las entradas la sede de Cáritas La Rioja y en las parroquias! ¡Os esperamos!
 

Jornada de la Infancia Misionera

El niño de Infancia Misionera siempre dice: “Gracias”
 
La finalidad de esta Jornada misionera, por tanto, es suscitar en los niños la acción de gracias por:

El don de la creación. Al contemplar la naturaleza, conviene promover entre los niños una corriente de gratitud y respeto por la belleza de tantas cosas que proceden de la bondad de Dios.
El don de la vida. Los bienes disponibles para la subsistencia, como la comida, la vivienda, la salud, el vestido, la convivencia, etc., son regalos concedidos por Dios a través de la bondad y generosidad de los demás.
El don de la fe. Entre los dones recibidos destaca este, el cual nace de que alguien nos ha traído la buena noticia de que Dios es nuestro Padre. Al reconocer los fieles de Colosas el don del Evangelio, Pablo les anima a dar “gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados” (Col 3,16).
El don de ser “pequeños misioneros”. Los niños de Infancia Misionera descubren cada día que también ellos son protagonistas de esta corriente anunciadora de la bondad de Dios. Con su estilo de vida, su oración y generosidad, y sobre todo con su servicio a los demás, son como los misioneros que un día salieron de su tierra para estar muy cerca de los que más lo necesitan.
 
Para el niño de Infancia Misionera, la palabra “gracias” no es una simple respuesta de educación o convencional: es la expresión de lo que realmente siente en su corazón.
 

 

lunes, 18 de enero de 2016

FORMACIÓN PARA CATEQUISTAS PARA VIVIR EL JUBILEO DE LA MISERICORDIA

Las delegaciones y secretariados de catequesis de Aragón vuelven a ofrecer con motivo del nuevo curso pastoral un material dedicado a la formación permanente de los catequistas y agentes de pastoral. Su título “Misericordia Quiero”, enfatiza la importancia que tiene para la transmisión de la fe en las iglesias locales el Jubileo Extraordinario de la Misericordia.
Invitamos a todos los catequistas  a formaros en el “ser, saber y saber hacer” como “cristianos misioneros” –como le gusta decir al Papa Francisco en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium-.
 
El corazón es el motor que impulsa la sangre, llena de oxígeno y nutrientes, a todo el cuerpo. Así, ante la necesidad imperiosa de llenar de esperanza y de caridad fraterna nuestro mundo sufriente, la formación de catequistas, de educadores cristianos, de agentes de pastoral… ha de mirar a los principales destinatarios de la evangelización que son los pobres, los últimos, teniendo en cuenta el surgimiento de nuevas pobrezas, entre ellas el agudizado subdesarrollo espiritual que vive el Occidente materialista en el que vivimos.
 

Dar posada al peregrino


Los seres humanos soñamos con la historia de cada día y con el deseo de la justicia y la dignidad, y los cristianos nos alentamos con la esperanza de la vida eterna que nos ha sido prometida en Jesucristo. Aguardamos la plenitud del Reino, pero lo hacemos en activo, trabajando cada día en la normalidad, con el deseo de que sea bendita normalidad. En esta tensión nos adentramos cuando vislumbramos que todos estamos llamados a compartir la casa del Padre Dios en el futuro, a la vez que descubrimos que este mundo presente está falto de misericordia en todos los que en su peregrinar no encuentran un hospedaje digno, una casa para vivir con dignidad. Por eso queremos hacer resonar en nuestro corazón una de las obras de misericordia: “Dar posada al peregrino”, que corresponde al derecho humano fundamental de que toda persona tenga una vivienda digna. La doctrina de la Iglesia lo afirma con claridad: “La familia tiene derecho a una vivienda decente, apta para la vida familiar, y proporcionada al número de sus miembros, en un ambiente físicamente sano que ofrezca los servicios básicos para la vida de la familia y de la comunidad” (Carta de los derechos de la familia de 1983 en el art. 11, cf. Familiaris Consortio, 46; Pacem in Terris, 11)
Desalojados
Todos somos peregrinos en la historia, nacemos y peregrinamos hacia un destino mistérico. Mientras vamos de camino todos necesitamos sentirnos alojados y nos da miedo vivir en la intemperie, desalojados, sin techo, ser transeúntes sin referencia de hogar y de calor humano y familiar. La realidad nos muestra una muchedumbre ingente de desalojados en nuestra sociedad por motivos diferentes:
En nuestro mundo hay 174 millones de migrantes con dirección al norte y 60 millones con dirección al sur, por razones y motivos variados. En lo que se refiere a los refugiados, este año más de 800.000 personas habrían llegado a Europa a través del Mediterráneo, y más de 3.400 habrían perdido la vida en esa ruta. Miles de personas –más de treinta mil en España- viven a la intemperie en la calle sin referencia de hogar alguno. A todo esto últimamente se suman los desahucios, según el CGPJ en el primer trimestre de 2013 se ejecutaron 19.468 desahucios, lo que arroja una media diaria de 216.
Efectivamente la pérdida del empleo y la vivienda, perder el trabajo, ser desahuciado, vivir en la calle, verse obligado a cambiar de lugar de residencia o país por miedo, persecución, pobreza… son cambios drásticos, situaciones de pérdidas que, vividas de manera prolongada en el tiempo, crea situaciones personales y familiares de sufrimiento, desesperanza, preocupación, incertidumbre. La persona entra en un estado de indefensión, en el que especialmente, necesita del amparo social y comunitario, la falta de éste hace que la persona se sienta desprotegida, desalojada y pueda llegar a experimentar la depresión y vacío existencial.

La señal de Dios: un desalojado
“Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.” (Lc 2,6-7)
En el tiempo de Navidad escuchamos repetidamente que la señal de Dios, según el evangelio, es el desalojo, un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre porque no había alojamiento para él. Como le puede ocurrir a cualquier refugiado, perseguido, desahuciado, emigrante, transeúnte. Está clara la identificación de Dios con los que no tienen vivienda, con los que son “peregrinos del mundo y la historia”, no hay duda de que es verdad que se ha hecho uno con ellos, y que por eso puede decir que lo que le hagamos a ellos se lo hacemos a Él.
El lío de la Misericordia
Desde nuestro Dios, que se nos muestra en Jesús como pobre, perseguido, peregrino, transeúnte, desalojado, estamos llamados a “dar posada al peregrino”, a acoger al que está desalojado, desahuciado, en la calle, a la intemperie.“La ‘buena acogida’ comprende desde la hospitalidad a la comprensión, la valorización necesaria para el recíproco reconocimiento; destierra los prejuicios y busca una convivencia en armonía. Nuestra sociedad es, y en el futuro próximo será, en mayor medida, multiétnica e intercultural. Como cristianos la actitud que habríamos de adoptar ante los inmigrantes está recogida en la Ley de Santidad: “Si un inmigrante se instala en vuestra tierra, no le molestaréis; será para vosotros un nativo más y le amarás como a ti mismo, pues también vosotros fuisteis inmigrantes en Egipto” (Lv 19, 33-34).
Compromiso:
– Relaciones de acogida, vecindad y fraternidad con los que nos rodean y especialmente con los que han llegado de fuera. Hacer de nuestra casa un espacio abierto y de acogida.
– Tratamiento laboral justo a todos los inmigrantes en nuestros espacios familiares, empresariales. Apoyo a sus reivindicaciones justas y solidarias.
– Tener presente a los inmigrantes en todos los foros y contar con ellos en nuestras programaciones: Familiares, escolares, comunidades parroquiales, Movimientos, asociaciones.
– Dejarnos evangelizar por los inmigrantes, aprender de sus historias, de sus actitudes solidarias.
– Reclamar el acceso a una vivienda digna como derecho constitucional. No hacer de la vivienda un derecho, un negocio.
-Mantenernos cercanos a aquellas personas que pierden sus viviendas, que al menos en este trance no sientan que la comunidad los ignora. Abrir las puertas con facilidad de todos los espacios, personales y comunitarios, que pueden acoger a lo que se ven abocados al sufrimiento de abandonar sus casas. Asociarnos para responder a casos concretos.
-Colaborar con las instituciones que cuidan de los que viven en la calle y de los transeúntes o peregrinos. En nuestra parroquia establecer lazos fuertes con el Centro Hermano de Cáritas, que todos nosotros junto con los niños y jóvenes lleguemos a conocer este proyecto y las opciones de cáritas.
Orando:
Dios Padre de todos, que en tu gran amor y misericordia nos has querido dar a tu propio Hijo, para amarnos hasta el extremo y darnos tu Espíritu para que habite en nuestros cuerpos como un templo suyo. Tú que habitas en nuestro interior y que quieres que te abramos las puertas de nuestra vida, siendo nuestro creador, te has hecho criatura y te has mostrado débil y pequeño en un nacimiento lleno de intemperie, de pobreza y desalojo. Tu señal nos deja perplejos y confusos: ¿por qué has querido ser siervo siendo rey, vivir a la intemperie siendo tu el señor de la creación, ser peregrino y no tener donde reclinar la cabeza si eres señor de los Cielos y de la tierra?
Miramos nuestro mundo y su dolor en millones de hermanos que son deshabitados y desalojados, que viven en el margen y a la intemperie, solos y a pie de la historia y del mundo. Los vemos con tu corazón y comenzamos a entender tu mensaje, ellos son nuestros hermanos y en ellos te revelas tú para con nosotros. Los ha elegido para venir a habitar en nuestros corazones y en nuestras casas, sabemos que cada vez que nos acercamos y nos hacemos prójimos de ellos, te acogemos a Ti y te adentras de nosotros para darnos tu vida y tu gracia. Ayúdanos a entender que cuando ejercemos la hospitalidad favoreciendo a los que no tienen hogar ni calor estamos adentrándonos en tu verdadera señal y tú estás naciendo en nosotros y en nuestros corazones. Queremos verte en los refugiados actuales, peregrinos, emigrantes, perseguidos, transeúntes, desahuciados, abre nuestros ojos y nuestro corazón desde Belén.

domingo, 17 de enero de 2016

¿Sabes qué hay detrás de la palabra "Refugiado?


Dar de beber al sediento


Al mirar el planeta Tierra desde el espacio es fácil ver las diferencias físicas que crea el agua dulce. Se observan las zonas en donde abunda el agua dulce, ya que son zonas verdes de intensa vegetación donde predomina la vida. Sin embargo, también se pueden observar zonas carentes de agua, en las cuales la sequedad devasta.
Hoy muchos hombres sufren de sed en el mundo. Personas que no tienen al alcance alguna gota de agua con la que saciar su sed. Es verdad que se habla hoy en día también de la sed espiritual que muchos hombres llevan dentro, de la sed de sentido en la vida, pero esto no quita que se sufra también en varios lugares de nuestro planeta una fuerte sed física. El Papa Francisco, en la encíclica Laudato Si’ habla sobre cómo la violencia en el corazón del hombre se manifiesta en los síntomas de contaminación del agua y que afecta su disponibilidad.
Dar de beber al sediento implica un trabajo a largo plazo para permitir que futuras generaciones tengan agua para vivir, pero también es una oportunidad para dar de beber a Cristo hoy en aquel hombre o mujer que tiene sed. Cristo dijo que estaría con nosotros hasta el final de los tiempos, y uno se podría preguntar: ¿dónde está Él en este año 2015? La respuesta es que el Señor se ha querido quedar presente en los pobres y necesitados, por eso nos dijo también “pobres los tendréis siempre, a mí no” (Jn 12,8). Lo que le hicimos a uno de estos necesitados se lo hicimos a Él.
Cuenta la historia de que el día en que la madre de Santa Rosa de Lima reprendió a su hija por atender en la casa a pobres y enfermos, ella le contestó: “Cuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús”. Esta breve anécdota nos recuerda que en las obras de misericordia estamos sirviendo directamente a Jesús. Dar un vaso de agua al sediento no es solo un acto de amor a esa persona, es un acto de amor directo a Jesús.
Para el cristiano servir es reinar, particularmente en los pobres y en los que sufren, pues en ello descubre la imagen de su Creador pobre y sufriente (cf. Lumen Gentium, n. 36). Dar de beber al sediento es un servicio que está al alcance de muchos, y que permite reinar desde el amor.
Una obra de misericordia que no solo saciará al sediento, sino que también saciará esa sed profunda que todos tenemos de felicidad en nuestro corazón. Porque es dando que se tiene vida, y el Padre que ve en lo secreto nos recompensará.

La fe no se compra, es un don.


 
“¿Cómo es mi fe en Jesucristo?”. Fue la pregunta que el Papa Francisco planteó en su homilía este 15 de enero en Casa Santa Martha. El Pontífice se inspiró en el Evangelio que afirma que, para comprender verdaderamente a Jesús, no debemos tener el corazón cerrado, sino que debemos seguirlo por el camino del perdón y de la humillación. También insistió en que nadie puede comprar la fe y ésta es un don que cambia la propia vida.

sábado, 16 de enero de 2016

JORNADAS DIOCESANAS DE PASTORAL DE LA SALUD 2016


JORNADAS DE PASTORAL DE LA SALUD 2016
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“MARÍA, ICONO  DE LA CONFIANZA Y EL ACOMPAÑAMIENTO”

(Salón de las Oficinas Diocesanas de Logroño, de 17:30 a 19:00)

TEMAS:

4 DE FEBRERO

La Misión del agente de Pastoral de la Salud en el Año de la Misericordia.

(D. Fernando García Cordón, Capellán del Hospital San Pedro      de Logroño)

18 DE FEBRERO

La Unidad de Cuidados Paliativos. Acompañamiento  espiritual al final de la vida.

(Dª Yolanda Ortega Villamiel, psicóloga de U.C.P. (Unidad de Cuidados Paliativos)

25 DE FEBRERO

“María, icono de la Confianza y el Acompañamiento”. Aprendiendo  a acompañar.

(D. José Ignacio Subero Pérez, párroco; y una religiosa de la Residencia “Misioneras Ntra. Sra. del Pilar” de Nalda)

Dar de comer al hambriento



Hay hambre: por guerras o por malas cosechas, por injusticias o por dejadez, por culpa o sin culpa. Hay hambre en niños y en ancianos, en jóvenes y adultos, en sanos y en enfermos, en los países más pobres y también en los países más ricos.
Duele ver cómo tantos hombres y mujeres malviven y mueren por falta de alimentos. Duele, sobre todo, porque si hubiera un esfuerzo sincero y serio de los gobiernos y de quienes tienen tiempo y oportunidad, el hambre podría quedar derrotada en casi todo el planeta.
Frente al hambre de tantos millones de seres humanos, cercanos o lejanos, se agradece cualquier gesto de ayuda que nazca desde el amor y la justicia. No podemos ser indiferentes ante el hermano que no tiene nada para aliviar su hambre en este día.
El Evangelio es claro: Dios premia y bendice a quienes socorren al hambriento. "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer (...) Entonces los justos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer (...)?» Y el Rey les dirá: En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis" (Mt 25,34-40).
El "Catecismo de la Iglesia Católica", al comentar la petición del pan que hacemos en el Padrenuestro, afirma lo siguiente: "El drama del hambre en el mundo llama a los cristianos que oran en verdad a una responsabilidad efectiva hacia sus hermanos, tanto en sus conductas personales como en su solidaridad con la familia humana. Esta petición de la Oración del Señor no puede ser aislada de las parábolas del pobre Lázaro (cf. Lc 16,19 31) y del juicio final (cf. Mt 25,31-46)".
Esa responsabilidad lleva a un trabajo concreto para que la producción y distribución de alimentos sea capaz de alimentar a todos, lo cual es posible desde una organización social justa y un auténtico compromiso de servir a los más necesitados (cf. Benedicto XVI, encíclica "Caritas in veritate" n. 27).
Dar de comer al hambriento invita a trabajar a largo plazo por un mundo más solidario, al mismo tiempo que interviene en lo inmediato: a la ayuda a esta persona cercana que hoy no tiene para comer, a ofrecer donativos a Caritas y a otros grupos que atienden a millones de personas que cada día buscan algo para saciar su hambre.
Es una obra de misericordia que está al alcance de casi todos. Basta a veces un pequeño sacrificio, dejar de lado la propia comodidad, abrir los ojos y el corazón para sentir la necesidad de tantos hermanos nuestros, y acudir con sencillez y ternura para socorrerlos en una de sus necesidades básicas: la de la comida diaria.

Alfa y Omega/14 Enero 2016

LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2016

Del 18 al 25 de enero se celebra la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que este año lleva el lema, “Destinados a proclamar las grandezas del Señor”. Durante estos días, en las diócesis españolas, se organizan distintas celebraciones ecuménicas.  La Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales ha editado unos materiales par facilitar su preparación.

Destinados a proclamar las grandezas del Señor (CF. 1 PE 2.9)

18 al 25 de enero de 2016

 

II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 SAN JUAN 2, 1-11

17 DE ENERO DE 2016
Jesús de Nazaret, milagro en Caná
Jesús de Nazaret realiza su primer milagro en una boda. Es cierto que su Madre, María, le pide que lo haga, pero el “produce” 600 litros de vino excelente, que sorprende a todos. Ese signo es muy llamativo. Jesús no buscaba un inicio solemne, ni un milagro en el Templo de Jerusalén. Jesús buscaba ayudar a la gente allí donde lo necesitara. Y una boda es lugar de alegría y felicidad… y de esperanza. Hemos terminado, hace una semana con el Bautismo del Señor, las fiestas navideñas e iniciamos el primer tramo del Tiempo Ordinario que nos llevará a la Cuaresma que iniciaremos el 10 de febrero, el Miércoles de Ceniza.
 
 

viernes, 15 de enero de 2016

Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado 2016

Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado 2016

El 17 de enero se celebra la Jornada Mundial del emigrante y del refugiado con el lema, “Emigrantes y refugiados nos interpelan. La respuesta del Evangelio de la Misericordia“. Esta mañana, viernes 8 de enero, en la sede de la Conferencia Episcopal Española,  se ha presentado la campaña que ha puesto en marcha la Comisión Episcopal de Migraciones con motivo de esta Jornada.

Saber mirar es saber amar

El autobús está arrancando. La madre, que viene de lejos, al final del día duerme mirando a su hija. La pequeña quiere jugar y provoca la atención de  un transeúnte. Le interpela para que se detenga con una llamada en el cristal. El hombre apenas tiene un segundo mientras el autobús coge velocidad. Entonces dibuja con sus manos el corazón de la misericordia. Ambos sonríen, se han mirado en la noche. Aunque el destino sea incierto, en un momento fugaz se han visto sorprendidos por un encuentro. Los obstáculos de diferencia de edad, de raza o de idioma han sido derribados. Han aprovechado el instante. Y en éste se hace un pequeño milagro que cambia el mundo.
Peio Sanchez. Barcelona

Materiales

Visitar y cuidar a los enfermos


La enfermedad llega, con o sin tarjeta de visita. Un accidente, un día de viento, un bulto extraño en la espalda, un dolor de cabeza aparentemente inexplicable.
El enfermo empieza un camino difícil. Primero intenta conocer qué está pasando. Luego busca los remedios para curarse, si esto resulta posible, y para calmar los dolores. En ocasiones, hay esperanzas de sanación. Otras veces, recibe una noticia difícil: ha comenzado una enfermedad irreversible, que tal vez durará muchos años o que llevará pronto a la muerte.
En el camino de la enfermedad, ayuda y consuela encontrar manos amigas, consejos buenos, atenciones médicas adecuadas. Sufrir solos aumenta, para muchos, el sentimiento de pena. Sufrir acompañados por quienes nos aman de verdad alivia casi tanto o más que un calmante.
Por eso, entre las obras de misericordia corporales, la primera invita a “visitar y cuidar a los enfermos”. De este modo, quien está sano, y también quien está enfermo pero todavía puede hacer mucho, ofrecen su tiempo, su cercanía, sus palabras (cuando son oportunas), sus cuidados, a quienes conviven durante días o meses con la enfermedad.
La invitación de visitar a los enfermos viene del mismo Jesucristo. Primero, con su ejemplo: acogía y curaba a muchos enfermos que encontró a lo largo de su vida. Después, con sus palabras, al recordarnos que quien visita a un enfermo visita al mismo Cristo (cf. Mt25,31-46)
Desde el ejemplo de Cristo, los bautizados sentimos la llamada a ser auténticos prójimos de nuestros hermanos enfermos. De modo especial, el domingo puede convertirse en un día dedicado a visitar a los enfermos. Así lo explica el “Catecismo de la Iglesia católica” (n. 2186):
“Los cristianos que disponen de tiempo de descanso deben acordarse de sus hermanos que tienen las mismas necesidades y los mismos derechos y no pueden descansar a causa de la pobreza y la miseria. El domingo está tradicionalmente consagrado por la piedad cristiana a obras buenas y a servicios humildes para con los enfermos, débiles y ancianos”.
Al cuidar y visitar a los enfermos actuamos según el buen samaritano del que nos habla Jesús en el Evangelio (cf. Lc 10,28-37), y vivimos el mensaje del amor y del servicio que se conmueve y que acompaña al otro, más allá de los propios miedos o de los planes personales. ¿No merece mi hermano gestos concretos de cariño y de ternura precisamente porque está ahora más necesitado a causa de sus sufrimientos?
Visitar y cuidar a los enfermos es la primera de las obras de misericordia corporales. Vale la pena recordarlo, para aprender a mirar a los demás “con los ojos de Cristo” (cf. Benedicto XVI, encíclica “Deus caritas est” n. 18), para acogerlos desde la perspectiva del Maestro que vino para servir y que atendió con tanta ternura a muchos enfermos encontrados a lo largo del camino.